miércoles, 7 de septiembre de 2011

EL PADRE FIDEL

AL COMPÁS DE LOS DÍAS

EL PADRE FIDEL
20/02/2008
Manuel Felipe Sierra


La renuncia de Fidel Castro a los poderes omnímodos que ejerció durante casi cincuenta años tendrá efectos no sólo en el ámbito interno, sino quizá con mayor fuerza en las relaciones de Cuba con Estados Unidos, América Latina y, en particular, con el régimen de Hugo Chávez. No es por casualidad que éste asumió la condición de “heredero político” del héroe de la Sierra Maestra. Al comentar la noticia la noche del martes, en una de sus inagotables comparecencias televisivas, el mandatario exclamó: “Fidel, padre nuestro que estás en la tierra”. Lo ocurrido no es una sorpresa. Era previsible después que en julio de 2006 el dictador cedió el mando a su hermano Raúl para conducir un proceso de transición ante síntomas terminales de agotamiento de un proceso histórico.


En su discurso en Santiago de Cuba el 26 de julio del año pasado, el beneficiario del trono admitió que era la hora de reformas económicas. Entre otras, la regularización de la tierra, la compra justa de los productos agrícolas y el mejoramiento del ingreso. ¿Acaso ello no es la comprobación que después de sacrificios materiales, de costosas intervenciones en otros países y de la construcción de una estructura militar guerrerista, el fidelismo conoce la hora de un inexorable desvanecimiento?

Desaparecido políticamente Fidel (ya su muerte biológica resultaría irrelevante), a Cuba se le abren los caminos para un reacomodo que se vaticina pacífico y gradual. En los últimos meses se han sentado ya las bases para que el gobierno comunista avance en una significativa apertura económica. Por supuesto, sería un error pensar que en las actuales circunstancias (como lo desean los grupos anticastristas en Miami) estos cambios estarán signados por la violencia o convulsiones traumáticas. Algunas cosas sí están claras: Raúl Castro (quien, como se supone, será investido del poder pleno el próximo domingo) ha planteado una relación más flexible con Washington, capital de un país clave para cualquier salida para Cuba, en el entendido que los vínculos entre ambas naciones tienen un profundo contenido histórico y hasta humano. Con el régimen chavista, seguramente, no habrá interrupción en unas relaciones comerciales abiertamente favorables para la isla. Pero en otro orden, Chávez ha perdido a su “padre político”. Y en cualquier circunstancia eso comporta una desgracia. 

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