martes, 6 de septiembre de 2011

OTRO VIETNAM

AL COMPÁS DE LOS DÍAS

OTRO VIETNAM
12/09/2007
Manuel Felipe Sierra


Si Evo Morales abandonase el poder en Bolivia por obra de la presión popular (lo cual no sería extraño), Chávez anuncia la creación de “uno, dos, tres o diez Vietnam contra el imperio norteamericano”. Retomar la frase del Ché Guevara para fortalecer el espíritu revolucionario no revela mayor esfuerzo creativo. ¿Pero en qué se tradujo la consigna que estremeció la Conferencia Tricontinental de La Habana y que decretó la expansión del movimiento guerrillero en el continente? En un estrepitoso y sangriento fracaso, hasta el punto que el propio Guevara, solitario y desconcertado, entregó la vida en la selva boliviana.


No era posible exportar un método de lucha a contracorriente de la realidad. La gesta castrista de la Sierra Maestra se construyó contra una de las tiranías más crueles de las que ensombrecían el mapa de América Latina. Pero a mitad de la década del sesenta ya se había desvanecido el aura heroica de Fidel Castro. La incorporación de Cuba en la órbita soviética y la copia de un modelo que había demostrado su inviabilidad separaron al proceso cubano de las naciones del hemisferio que presionaban entonces por la instauración de la democracia.

La apelación a Vietnam del Ché se hizo en la época en que un pequeño país resistía la ofensiva de la potencia norteamericana. Sus palabras tuvieron un efecto tonificante para una izquierda que todavía admiraba la experiencia del “socialismo real”, como el camino prometido para solventar elementales necesidades materiales de los pobres. Sin embargo, el voluntarismo, el entusiasmo y la valentía ya no bastaban, como en la Cuba que enfrentó a Batista, para alcanzar victorias y “tomar el cielo por asalto”.

¿Tiene sentido hoy la amenaza de nuevos Vietnam? El camino de la lucha armada está descartado en Latinoamérica. El propio Chávez lo admitió cuando se acogió a las reglas electorales en 1998. Vietnam es una mera postal de heroísmo para los combatientes nostálgicos. La suerte final de Evo Morales no sería distinta a la que han corrido la mayoría de los gobernantes bolivianos. Ciertamente, para evitarlo Chávez tiene a su disposición la chequera de los petrodólares, pero él resta mucho de suscitar la adhesión mágica del Ché. Y además, el Vietnam de este tiempo, al igual que China, es otra cosa: una sugestiva vitrina del capitalismo moderno.

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