YO, PERIODISTA
Fragmentos de una reciente conversación
con Domingo Alberto Rángel (fallecido el 22/09/12) para el libro en preparación
“Política y Periodismo en la
Venezuela del siglo XX”
I
-
“Yo comencé realmente la actividad periodística en Maracaibo, con Panorama, de cuyo director era muy amigo
mi padre. Mi padre fue abogado de la
Shell , por lo cual yo fui a estudiar a Maracaibo. El viejo
Ramón Villasmil y él tenían una estrecha amistad. Entonces, una buena mañana mi
padre me dijo “¿Por qué no escribís?” – así hablaban los andinos de su
generación, ya no hablan así- “Ramón Villasmil es mi amigo”. Entonces me senté
a la máquina y como pude escribí una nota que él le entregó a Don Ramón
Villasmil y para mi sorpresa días después apareció publicada en la página
editorial de Panorama. Ahí comenzó mi
inclinación por el periodismo”
II
- “Yo vine a
estudiar a Caracas, traía una recomendación de Rigoberto Henríquez para Valmore
Rodríguez, director de El País y que es
un hombre, a mi juicio, injustamente olvidado, porque era tal vez lo más agudo
que tenía Acción Democrática. Resulta que Valmore Rodríguez no era
socialdemócrata, era como anarco-sindicalista, más o menos formado en la
tradición del anarco-sindicalismo español y de un sindicato muy radical que
hubo en los Estados Unidos llamado International
Workers of the World (IWW). Valmore Rodríguez no era zuliano, era coriano,
de esos pueblos del oeste de Falcón”.
III
“Escribía temas económicos, empecé a estudiar economía
en la Asamblea
Constituyente porque
Betancourt me llamó una vez a Palacio y me dijo: “ahí no hay nadie que hable de
economía ponte a estudiarla, y me dijo el Fondo de Cultura Económica de México instaló
una librería en El Silencio, vete para allá”. Y efectivamente allí en una
esquina de El Silencio había una librería con obras del Fondo; estaban los
clásicos de la economía, etc. Empecé a leer economía y la sigo leyendo hasta el
día de hoy. Yo creo que la
Constituyente ha sido la Asamblea más brillante que ha tenido este país;
en 1947 se politizó Venezuela como nadie lo había hecho y se trasmitían todas
las tardes las sesiones, para entonces ya mi columna no era diaria sino que se
publicaba dos veces por semana. Eran grandes debates. La estrella por
antonomasia era Andrés Eloy Blanco que tenía capacidad para conciliar lo que
era fundamental en aquella Constituyente. A mi me pusieron el nombre de
“jurunga muerto” decían que fue ocurrencia del cura Sánchez Espejo que era
representante de COPEI. No, en verdad fue Miguel Otero Silva en el “Morrocoy Azul”
quien me llamó de esa manera porque yo les echaba mucha vaina a los comunistas.
IV
-“Luego en la cárcel se leía bastante. Estas tiranías
militares son lo más estúpido que hay. Tú sabes lo que es que en San Juan de
los Morros no podíamos leer los periódicos venezolanos censurados, pero la
revista Time y la Newsweek ,
que traían insultos contra la dictadura, ésas sí pasaban. Yo una vez le dije a
Sánchez Pacheco, el director de la cárcel que era muy amigo de mi padre,
“carajo, doctor, uno puede insultar a esta dictadura en inglés, pero en español
no”.
V
“Me fui
exiliado a Bogotá y Colombia vivía una guerra civil. Pero yo tuve la fortuna de
encontrar allí todavía a Mariano Picón Salas, el último embajador de Gallegos
en Bogotá. Y Mariano tenía muy buenas conexiones con El Tiempo, sobre todo con el viejo Eduardo Santos. Entonces yo me
presenté a El Tiempo, me recibió
Santos y me dijo “Mire, usted estaría mejor que en El Tiempo en la Revista de América, porque la estamos
concibiendo como un órgano para toda América Latina. Ustedes los venezolanos no
sé por qué circunstancia tienen cierta vocación internacionalista.” Y entré a trabajar ahí con él. Yo conviví muy
bien con él. Incluso me decía “Escríbase esta nota para la Revista de América, pero que no se le pase la
mano tampoco hacia lo rojillo. Aquí estamos acosados por los godos que
gobiernan y por los gringos que nos vigilan.”
VI
“A la caída de Pérez Jiménez trabajé intensamente en La Esfera
y en El Mundo con Miguel Ángel
Capriles. Él defendía a sus colaboradores, una vez me dijo: “por aquí
estuvieron los de Fedecamaras pidiéndonos que te botáramos y yo le dije como no, pónganme a uno que lo lean como a él y yo en
cinco minutos lo boto, en el acto”. Fue una etapa muy importante de vivencia
del país porque el periodismo es hecho por las circunstancias, y luego, como he
leído tanto y me gusta leer tanto, al combinarse las circunstancias con algún
bagaje importante que uno tenga sobre algún tema, va surgiendo el reportaje. Te
voy a hacer una confesión: yo creo que de los géneros literarios quedan en pie
nada más que dos: la novela y el periodismo. Yo creo que el periodismo es un
género literario. Fíjate: la poesía pasó
a la historia, es verdad que hay muchos poetas, pero nadie los lee, no hay la
menor sensibilidad hoy en esta sociedad, por la poesía; el teatro menos, hoy
día el pobre Shakespeare haría bostezar a la gente, y digo “el pobre” siendo
uno de los genios literarios más grandes de toda la historia. En cambio, la
novela tiene devotos. Haz una lista de los últimos Premios Nóbel y verás que
quince por lo menos son novelistas. Así como la novela es francesa, porque en
gran medida fue francesa o rusa, el periodismo es americano, es evidente, es un
género norteamericano”.
VII
“Yo me despierto a las tres de la madrugada. Los
viejos ya no dormimos. ¿Qué voy a hacer en la cama, dar vueltas? Casi siempre,
pero nunca me despertaba como ahora, entre 2:30 y 3:00. Y me pongo a escribir
hasta las seis o siete de la mañana. Hago una lista de temas en la agenda y de
acuerdo con la evolución de las circunstancias, esos temas bajan o suben,
llegan a la máquina o se detienen. Yo sigo escribiendo en la máquina de
escribir, que la inventaron hace 150 años. No, yo no corrijo así como algunos
que son unos frailes benedictinos, pero sí corrijo los textos. Es una cosa
elemental. Volando en la máquina a veces uno escribe disparates, o atenta
contra instituciones sin ninguna razón”.
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