ENERO / 1958
El
1 de enero de 1958 se subleva la Fuerza Aérea en Maracay. El mayor Luis Evencio
Carrillo jefe de la Base
concluye la cena de fin de año con una lacónica frase:”hay que defender la
patria y no a un hombre” y de inmediato sesenta efectivos ocupan la
instalación de Boca de Río. La conspiración se venía urdiendo desde meses atrás
en largas reuniones en el restaurant “Beergartem” frente a la Plaza Girardot. A las siete de
la mañana fue desarmado y detenido el jefe de la base coronel Abel Romero
Villate y una hora después un Venus del Escuadrón de Caza 36 pilotado por el
mayor Edgar Suárez Mier y Terán sobrevuela Caracas como un anuncio para los complotados. Cuenta el
periodista Antonio Manrique: “Maracay estaba sumida en un ambiente
revolucionario, con la gente en la calle persiguiendo a los “seguranales”(los
agentes de la policía política del régimen). Las puertas del Cuartel Páez
habían sido abiertas y muchas armas fueron tomadas por el pueblo maracayero.
Militantes de AD, Copei (uno de los más activos lo era el abogado Godofredo
González), PCV y URD, salidos de sus “conchas”, coordinaban las acciones de los
civiles. El Cuartel Sucre era el centro del fragor revolucionario. En sus
calabozos estaban presos más de treinta integrantes de la Seguridad Nacional
que el pueblo quería linchar. Desde Radio Maracay, Hugo Montesinos Castillo,
oficial pasado a retiro por su antiperezjimenismo, arengaba al pueblo y leía
consignas contra el “régimen dictatorial”.
Pérez Jiménez reúne el Gabinete,
mientras se repiten incursiones aéreas sobre Miraflores, una de las cuales da
en el blanco de la oficina presidencial y un portero conocido como “Perecito”
se desploma carbonizado. Se conoce que el capitán Martín Parada piloto de
confianza del Presidente encabeza la insurrección. A los minutos una columna de
blindados del Cuartel Urdaneta al mando del joven oficial Hugo Trejo se declara
también en rebeldía. Hay noticias, rumores y versiones cruzadas. A la media
tarde se anuncia que el coronel Romero Villate ha retomado la base aérea y
horas después que el grupo de rebeldes comandado por Parada huyen hacia
Colombia. Trejo, en una operación que nunca pudo ser explicada, marchó hacia la
capital aragüeña y fue apresado en La Encrucijada por el coronel Roberto Casanova. En
la noche Pérez Jiménez, con el bastón de mando en la mano derecha, anuncia en
cadena de radio y televisión el aplastamiento de la sublevación y sanciones ejemplarizantes para los
insurrectos. Ciertamente, la acción de Maracay resultó un fracaso militar, pero
exacerbó un clima político ya demasiado sensible.
El
día 9, oficiales de la Armada
liderados por el capitán de navío Eduardo Morales Luengo, desplazan varios
destructores en La Guaira. Morales
es detenido y en la noche curiosamente se produce la renuncia del Gabinete y
del gobernador del DF Guillermo Pacanins. Al día siguiente, Pérez Jiménez se ve
obligado a nombrar al general Rómulo Fernández ministro de la Defensa quien le presenta
un memorandum con severas exigencias,
que plantea un Gabinete militar y la salida de Laureano Vallenilla Lanz
y Pedro Estrada, los principales operadores del régimen. Al día siguiente,
Pérez Jiménez destituye al ministro Fernández y él personalmente asume el
ministerio de la Defensa.
El oficial destituido es enviado a Santo Domingo, pero la
dictadura entra en el juego de los golpes y contragolpes. El 17 la Junta Patriótica
convoca a una huelga general el día 21. El 20, Pérez Jiménez nombra al vicealmirante
Wolfang Larrazábal Comandante de las Fuerzas Navales en medio de una huelga de
prensa. El 21 hay revueltas callejeras, manifestaciones, quema de autobuses,
heridos, muertos y se decreta el toque de queda desde las cinco de la tarde.
El 22 se produce la sublevación de
oficiales en la Base Naval
de Mamo y la
Comandancia General de la Marina en el Centro Simón Bolívar. El capitán
Vicente Azopardo está al frente de la acción
y se comunica con sus compañeros de conspiración en la Escuela Militar ,
el capitán Felipe Párraga Núñez del Ejército y el teniente José Luis Fernández
de la Aviación ,
a quienes acompaña el activista civil Oscar Centeno Lusinchi. Informan entonces al coronel Pedro José
Quevedo director del Instituto de la acción subversiva y éste conviene en que
para la paz del país ya es necesario que el dictador abandone el poder. Pérez
Jiménez llama telefónicamente a Quevedo quien se niega en varias ocasiones a
atenderlo. El mandatario está convencido que una sublevación de la Escuela Militar tendría un
efecto psicológico decisivo en todos los componentes. El coronel Adolfo Medina
Sánchez, jefe del Batallón Bolívar, llega a Miraflores y le presenta un plan
para recuperar la escuela. Según cuenta el piloto presidencial mayor José Cova
Rey, Pérez Jiménez revisó el documento y respondió: “prefiero irme antes que
matar cadetes”. Ya la
Junta Patriótica había perdido contacto con la mayoría de los
enlaces comprometidos con la huelga. El buró político del PCV reunido en el
edificio “San Pedro” de los Chaguaramos, integrado por Pompeyo Márquez, Eloy
Torres, Alonso Ojeda Olaechea, Guillermo García Ponce y el líder universitario
Héctor Rodríguez Bauza, hacen en la tarde un balance desfavorable de la
jornada. Entrada la noche Márquez recibe una llamada de Rodríguez Bauza, quien
había salido a olfatear el ambiente y que identificado con su seudónimo le
dice: “sube a la terraza y espera una sorpresa en pocos minutos”. Márquez y sus
compañeros se miran a la cara con desgano. Luego deciden ir a la parte superior
del edificio. Al poco tiempo, ven las luces y oyen el estrépito de un avión que
se tambalea bordeando El Ávila. Pérez Jiménez huía en la “Vaca Sagrada”. Era el
resultado de un típico Golpe de Estado, pero la decisión de marcharse es la
consecuencia de un clima de malestar pasivo que finalmente se tradujo en una
movilización activa e indetenible de las masas, que ya no podía neutralizar
políticamente y menos aún aplastar con el uso de las armas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario