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FORO CON MANUEL FELIPE SIERRA: “SEA CON MADURO O CON CABELLO ENTRAMOS EN UN PROCESO DE TRANSICIÓN”

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Usted fue invitado, el año pasado, al Valencia Press Club para disertar sobre el tema de la transición política en Venezuela. En aquel momento era una especulación futurista, pero debido a la grave enfermedad del Presidente se ha convertido en un tema de palpitante actualidad, por eso Notirápida quiere conocer su posición actual sobre este momento histórico.  

¿Cómo vislumbra el panorama nacional después que Nicolás Maduro se encargó de la Presidencia el 10 de enero en una ceremonia poco usual y no contemplada en la Constitución?  

 Hay que entender que la decisión de la Asamblea Nacional avalada por el Tribunal Supremo de Justicia y la opinión favorable de la mayoría de los países miembros de la OEA si bien viola claramente y de manera inequívoca la Constitución Nacional obedece a una situación excepcional: el agravamiento del cuadro de salud del presidente Chávez cuya recuperación todavía no es previsible. De esta manera, Maduro tendrá un mandato absolutamente provisional por cuanto si el presidente Chávez no regresa o regresa en precarias condiciones de salud sería necesario regresar a las previsiones constitucionales que permitirían al presidente de la AN Diosdado Cabello suplir la falla temporal o absoluta, y luego la convocatoria a nuevas elecciones presidenciales.

Pero numerosos constitucionalistas y los sectores de la oposición sostienen que el acto supone una suerte de Golpe de Estado o usurpación del poder lo que le resta legalidad y legitimidad a la gestión de Maduro.

 Advirtiendo que no es mi especialidad, es obvio que la Constitución fue severamente violentada. Sin dejar de reconocer que más allá de los cuestionamientos técnicos y legales existe la realidad política de que Chávez fue relegitimado recientemente por el voto popular y que se encuentra enfrentando una enfermedad que le impidió prestar juramento el 10 de enero y que todo indica que no podrá hacerlo en plenitud de facultades en los próximos días. De esta manera lo de Maduro hay que verlo como respuesta a una situación especial, inédita, que escapa a la observación rigurosa del texto constitucional. Pero hay que advertir también que desde el 2007 y una vez que fue rechazada su Reforma Constitucional por la mayoría de los venezolanos, Chávez ha venido construyendo a través de la Ley Habilitante y la mayoría chavista en la Asamblea Nacional, una estructura legal paralela que si bien no es constitucional le ha servido para avanzar en su proyecto ideológicos cuyo objetivo son contrarios a la Constitución de 1999. De esta manera, el mandato de Chávez no ha estado enmarcado rigurosamente al articulado constitucional. En Venezuela existen dos constituciones, y en este caso podría considerarse que para la designación de Maduro los poderes públicos chavistas recurrieron a esa Constitución de facto.

 Suponiendo que se abra un nuevo proceso electoral. ¿Qué escenarios vislumbra?

El oficialismo tiene candidato y será Nicolás Maduro sin ninguna duda quien además seguramente aprovechará estos días o meses en la Presidencia para repotenciar su imagen en función de un futuro evento electoral. En el campo opositor ya se habla de las candidaturas de Capriles Radonski, Antonio Ledezma y Eduardo Fernández. Habría que esperar qué métodos se apliquen para la escogencia o si se aplica, como está de moda, el concepto de la “continuidad administrativa” que favorecería a una nueva postulación de Capriles. Es evidente que la opción opositora enfrentará un escenario adverso después de las recientes victorias del chavismo y el efecto “carismático, religioso” desatado por la enfermedad o una eventual desaparición de Chávez.

El tiempo para esas elecciones tampoco permitirá realizar una campaña capaz de recuperar nuevas fuerzas y ampliar la base electoral de la alternativa democrática.

Usted planteó, en las elecciones anteriores, la necesidad de un plan para la transición democrática. ¿Considera que éste sigue vigente para una nueva elección?

 Si, en este caso pienso que, más que el candidato que se escoja, la coyuntura que se presenta debe ser utilizada para presentarle al país un “programa mínimo de gobernabilidad” para la transición hacia la democracia y que sea además capaz de involucrar a sectores sociales más allá de los partidos políticos en la tarea de reconstrucción nacional. En la campaña pasada  ello no se hizo y se cedió a los dictados de la mercadotecnia política, como si estuviéramos viviendo una disputa electoral en Suiza o en Noruega, sin advertir que Venezuela vive una confrontación histórica entre dos modelos y visiones de la sociedad. Un ejemplo: en la campaña no se habló de la necesidad de reinstitucionalizar al país, no se enfrentó la Constitución paralela donde está reflejada la vocación autocrática del régimen,  ni tampoco se habló del maridaje Caracas-La Habana. Ahora sí y está bien que se haga.  Pero desde hace tiempo estaba clara la violación sistemática de la Constitución y la tutela fidelista en el rumbo del Estado venezolano.

 ¿Cree que la crisis económica que se pronostica para el próximo año tendrá un efecto en la convocatoria de esas elecciones? 

 Siempre las crisis tienen efectos en época electoral, pero habría que ver el alcance de ésta y hasta donde ella no pueda ser neutralizada en buena medida por el régimen a través de los todavía sustanciosos ingresos petroleros. Pero hay otra consideración: en el chavismo también comienza una suerte de transición que se va expresar en el estilo y la tónica para gobernar. Ni Maduro ni Cabello podrán ejercer el mandato unipersonal y férreo de Chávez y estarán obligados a gerenciar con un criterio más realista e incluyente incluso en el seno del propio chavismo. Ya eso dará una señal que si no es de fondo establece una diferencia con la ya conocida vehemencia autoritaria de Chávez. Por otra parte, toda transición abre una expectativa y el “beneficio de la duda”; si bien el “chavismo sin Chávez”  no va a significar un cambio en las líneas estratégicas del proyecto la realidad hará que éste se adapte y tome en cuenta nuevas circunstancias.