lunes, 17 de febrero de 2014

Globovisión

11-A y 12-F

¿Hasta dónde los sucesos del 12 de febrero pueden semejarse a lo ocurrido el 11 de abril de 2002? Como toda comparación histórica tiene similitudes y diferencias. Aquellas jornadas que culminaron con 19 fallecidos, centenares de heridos y la renuncia de Hugo Chávez, fueron el resultado de una robusta activación de masas que se registraba desde meses antes.

El Decreto 1011, que pretendía ideologizar la educación, y la aprobación de varias leyes por la vía Habilitante, entre ellas la de Tierras, estimularon la respuesta de sectores sociales. En aquel momento se suponía que el proyecto chavista habría de derivar en un modelo autoritario con tendencia al totalitarismo, pero hasta allí. Todavía existía suficiente margen para el juego democrático. 

Un sector de las Fuerzas Armadas reaccionó en esa oportunidad, amenazado por su desplazamiento y sus diferencias internas, pero seguía siendo una institución profesional, comprometida con los valores de la defensa de la soberanía y la democracia. 

El proceso que condujo a la renuncia presidencial fue en buena medida espontáneo y significó la emergencia de nuevos factores de la sociedad civil. Para entonces, los partidos se resentían al agotamiento del modelo bipartidista; y el chavismo gozaba todavía, con apenas tres años en el poder, del llamado “beneficio de inventario”. 

No obstante, se presentó un creciente cuadro de ingobernabilidad que condujo a la mediación internacional a través de la OEA y el Centro Carter, y que después del paro nacional, abrió la salida electoral del revocatorio que se realizó en 2004 y cuyos resultados significaron la legitimación de Chávez y durante unos meses, el repliegue de las luchas opositoras. 

Doce años después el cuadro es distinto. Chávez falleció hace un año, dejando un régimen que había avanzado en su ideología, con un control de todos los poderes, de la economía, de espacios sociales, con unas FANB adoctrinadas, pero también con una oposición representada por la MUD, que ha logrado avanzar en la construcción de la unidad opositora y cuya participación en las recientes elecciones demuestran su creciente fortaleza. 

Todo indica que se reproduce lo ocurrido el 11-A, pero en condiciones distintas y favorables para una alternativa que procura el fortalecimiento de la democracia.

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