jueves, 13 de agosto de 2015

EL LABERINTO DE CORREA





“Nunca pensé que este día, el día más triste de mi vida fuera a suceder durante mi gobierno”, dijo Rafael Correa ante la multitud que rodeaba el Palacio de Carondelet la noche del 30 de septiembre del 2010. Durante el día había permanecido secuestrado por una protesta en el Cuartel de la Policía Nacional. En un país acostumbrado a golpes de estado civiles y asonadas legislativas, parecía llegar el momento de un curioso golpe de estado policial. ¿Por qué tendría que ser distinta la suerte de Correa?. El 10 de agosto de 1996 es electo presidente Abdalá Bucaram Ortiz, y el 6 de febrero de 1997 una marejada popular lo hizo salir de su cargo. En la jornada de protesta contra Bucaram estuvo el abogado Jamil Mahuad quien en 10 de agosto de 1998 toma el poder mediante el voto. El 22 de enero del 2000, una muchedumbre tomo las calles de Quito y Mahuad se vio obligado a renunciar, dando paso a un triunvirato integrado por el vocero indígena Antonio Vargas, el coronel Lucio Gutiérrez y el jurista César Solórzano Constantine. El 24 de noviembre del 2002 Lucio Gutiérrez fue electo presidente, y el 20 de abril del 2005 habria de dimitir ante una multitudinaria protesta popular, liderizada entre otros por el economista Rafael Correa. El 26 de noviembre del 2006 Correa fue electo presidente, y su ascenso coincidió con la expansión del ALBA, la propuesta chavista que había contaminado a Bolivia, Perú, además de Nicaragua. Correa se sumó a ella y compró un seguro de sobrevivencia económica por la vía de la ayuda petrolera; y convocó a una Constituyente que permitió  drenar los cambios políticos. Si se revisa la reciente historia de Ecuador no cabe duda que Correa tenía razones para la preocupación y porqué no, para la tristeza, en la noche del 30 de septiembre del 2010. Ahora el 13 de agosto del 2015, Correa enfrenta un paro nacional convocado por sindicalistas, estudiantes, gremios profesionales y cientos de miles de indígenas, que después de diez días consecutivos de caminatas llegaron a la capital. En principio no está planteada la renuncia de Correa; los organizadores de la movilización han dicho: “No queremos desestabilizar el gobierno, queremos que escuche, queremos que entienda”. ¿Quién puede asegurar sin embargo que no sea el comienzo de una conmoción parecida a la que decidió la suerte de Bucaram, Mahuad y Gutiérrez? Por ahora Correa está en un impredecible laberinto.

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