El 6 de agosto de 1945 el arma
nuclear Little Boy fue lanzada sobre Hiroshima y el 9 de agosto la detonación de
la bomba Fat Man cubrió el cielo de Nagasaki. Ambos bombardeos constituyen todavía
los únicos ataques nucleares de la historia. La costosa operación ordenada por
Harry C. Truman contra el Imperio del Japón, significaba en la práctica el fin
de la Segunda Guerra Mundial. El 22 de agosto de 1949 la Unión Soviética detonó
con éxito la RDS-1, en el sitio de pruebas de Semipalatinsk. La bomba explotó
en una torre de 30 m con una potencia de 22 kilotones. El mundo se dividía en
dos bloques y comenzaba la ”Guerra Fría”. De acuerdo a la mayoría de las
estimaciones los efectos inmediatos de las explosiones significaron la muerte
de 70 mil personas en Hiroshima y 80 mil en Nagasaki. Sin embargo, la estimación
total de muertes a finales de 1945 en la que se incluyen quemaduras, muertes
por la radiación, y la falta de recursos médicos elevaron las muertes en 1950 a
más de 200 mil personas a causa de cáncer y otros padecimientos a largo plazo. Entre
1950 y 1990 se incrementó el número de víctimas como consecuencia de leucemia y
distintos padecimientos cancerígenos. El desplome de la Unión Soviética en
1991, (pese a que Francia, China, Reino Unido, Pakistán, India, Corea de Norte
e Israel han desarrollado la fortaleza nuclear) significo que Estados Unidos pasara
a ejercer el control bélico del mundo. Dos décadas después cobran fuerza corrientes
como el terrorismo, el fanatismo religioso y las diferencias territoriales, que
ponen en peligro de nuevo la paz mundial y reviven los fantasmas de Hiroshima y
Nagasaki. El actual acuerdo en discusión entre las potencias nucleares e Irán
para desmontar el proyecto atómico de este país, transmiten un mensaje
alentador para la población mundial. Sin embargo, se trata de un proceso que deberá
superar numerosos obstáculos, en primer lugar en los Estados Unidos cuyo Congreso
de mayoría republicana, tiende a rechazar el acuerdo impulsado por Barack
Obama. Justamente a propósito de las 7 décadas de Hiroshima y Nagasaki, Obama,
apuesta a la diplomacia como único mecanismo para conjurar las amenazas bélicas.
En un discurso en la American University de Washington evoco al asesinado
presidente Kennedy y su discurso de 1963 donde llamo a una paz práctica en
plena “Guerra Fría”, justamente cuando “la perspectiva de una guerra nuclear
era muy real”.
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