ANÁLISIS:
EL CAMINO DE LAS
TRANSICIONES
Con frecuencia se habla de transición como respuesta a la
crisis nacional que internacionalmente
se conoce como el “Caso Venezuela”. Sin
embargo, las transiciones no se decretan ni son expresión de buenos deseos sino
la evolución de procesos históricos. En las últimas décadas, América Latina
registra episodios que condujeron de gobiernos dictatoriales, a través de
fracturas y traumas, a la recomposición institucional, pero también situaciones
de autoritarismos que por la vía del
agotamiento crearon condiciones para la sustitución.
Suele citarse la experiencia del Frente Nacional en Colombia
entre liberales y conservadores a partir de los acuerdos subscritos en 1956
entre Laureano Gómez (conservador) y Alberto LLeras Camargo (liberal) en
Benidorm y Sitges para enfrentar la “dictablanda” de Rojas Pinilla, que abandonaba
el poder y daba paso a un interregno militar consensuado con la fuerza civil.
El acuerdo estableció la gobernabilidad entre los dos partidos durante 16 años
para enfrentar la violencia estructural y restablecer la
institucionalidad. A la caída de Pérez
Jiménez en 1958 por una acción militar con apoyo civil, los partidos AD, COPEI
y URD suscribieron el “Pacto de Punto Fijo”, que a diferencia del ensayo
colombiano permitió a cada uno presentar sus propias candidaturas e integrar un gobierno de coalición para
estabilizar la democracia.
LA LECCIÓN DE PERÚ
“El Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada” como se
llamo dictadura militar impuesta en el Perú tras el golpe de Estado del 3 de
octubre de 1968 y encabezada por Juan Velasco Alvarado y luego por Francisco
Morales Bermúdez, acosada por las tensiones internas y el riesgo de una acción
militar contra Chile por el diferendo limítrofe, en 1979 convocó a una Asamblea Constituyente
que presidio el líder histórico y fundador del APRA Víctor Raúl Haya de la
Torre, la cual redactó una nueva
constitución y llamó a elecciones un año después, la cuales fueron ganadas por Fernando Belaúnde Terry, el
mandatario depuesto diez años antes. Más recientemente con la renuncia de Alberto Fujimori en el 2000 y el gobierno
provisional de Valentín Paniagua retornó el juego democrático con la elección
de Alejandro Toledo en julio del 2001, sin mayores complicaciones con el voto
popular.
DE LAS BALAS A LOS
GOLPES
Los años 70 estuvieron marcados por las dictaduras militares
de Cono Sur, sustentadas en regímenes brutalmente represivos y violadores de
los derechos humanos; no obstante su salida no se dio con respuestas violentas
sino facilitadas por las mismas fuerzas armadas. En Argentina, el efecto de la
derrota de la “Guerra de las Malvinas” en 1982 y el desbordamiento de la crisis
económica crearon el clima para el tránsito hacia el juego democrático al admitir la
cúpula militar el fracaso de su proyecto. En 1982 el general Reynaldo Bignone convocó
a elecciones las cuales fueron ganadas por Raúl Alfonsín al año siguiente; en
Uruguay en 1984 el gobernante militar Gregorio Álvarez promovió el “Pacto Naval”
con representantes de los partidos políticos que celebró elecciones en busca de
la estabilización democrática; y meses después en Brasil el mismo grupo en el
poder dio inicio al proceso de redemocratización con elecciones libres.
CHILE Y NICARAGUA
Los casos de Chile y Nicaragua suelen ser referidos con
frecuencia en el tratamiento del tema. En el primero, Augusto Pinochet mediante
un plebiscito en 1980 aprobó una constitución que establecían un mandato de
ocho años al cabo de los cuales se convocaba a un referéndum aprobatorio y
estableció así mismo, que mas allá de los resultados de la consulta, el Comándate
en Jefe del Ejercito es decir él mismo, seguiría en sus funciones; de esta
manera se blindaba en caso de lo que suponía como una segura derrota. La
dictadura, ciertamente favorecida por una política económica de sesgo
neoliberal, contrastaba en cambio con la propia naturaleza del modelo que
impedía la minina disidencia y el debate; sufría el aislamiento político de la comunidad
internacional; el boicot de las organizaciones sindicales y ya en el Cono Sur sus vecinos retornaban a la democracia. El triunfo del “NO” en el plebiscito de 1988y
la posterior victoria de Patricio Aylwin en 1990 con el apoyo de los grandes
partidos se explica además por la madurez y la cultura democrática de la
sociedad chilena desde comienzos del siglo XX. Sin embargo, debieron pasar 17
años para que las fuerzas opositoras entendieran la necesidad del consenso, y que
sus divergencias durante el gobierno de Salvador Allende fueron uno de los
factores que allanaron el camino dictatorial.
En 1990 el gobierno sandinista de Nicaragua promovió elecciones
que fueron ganadas por la Alianza Democrática encabezada por Violeta Chamorro
contra Daniel Ortega. Después de diez años el sandinismo conocía el desgaste y
las circunstancias que estimularon inicialmente la revolución habían cambiado:
Cuba, uno de sus aliados entraba en el “Periodo Especial”; el bloque soviético cancelaba
la ayuda en tecnología y alimento; la guerra centroamericana cedía a los
acuerdo de paz; Washington había convertido al país en objetivo de guerra
mediante el acoso diplomático y militar; y la resistencia recibía
financiamiento para la creación de “La Contra”, una estructura militar con
fuertes recursos y logística. Otro elemento que facilitó el relevo consistió en que la alianza opositora provenía del propio sandinismo
(Violeta Chamorro junto con Ortega fueron miembros de la Junta que sustituyó a Somoza) es decir, ganaba una fuerza que no
negaba la naturaleza del gobierno sino que la hacía suya, pero sobre la base de
rectificaciones y moderación.
La transición en Venezuela, salvo que ocurra por una vía de
hecho, tendría que tomar en cuenta que
los gobiernos de Chávez y Maduro son productos del cuarto proceso transicional ocurrido
en el siglo XX y que se dio por la vía electoral y pacífica de la democracia
representativa a la llamada revolución bolivariana y no por un golpe de estado
ni por insurrecciones victoriosas como en el pasado. Cabria preguntarse
entonces ¿la convocatoria a la Constituyente de Maduro no procura de alguna manera
el inicio de una transición, que sin la participación de los partidos
opositores, procura profundizar constitucionalmente el esquema ideológico original
del chavismo?.
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