lunes, 12 de junio de 2017

ANÁLISIS:
LA CONSTITUYENTE: NUEVA POLARIZACIÓN

Varios hechos ocurridos en los últimos días definen una nueva dinámica de la crisis venezolana. El llamado de la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz (luego de sus repetidas críticas a las decisiones del TSJ) “a todos los venezolanos que rechazan la Constituyente acudir a la Sala Electoral del TSJ para hacerse parte de la petición de nulidad de la consulta”, fue acogido, como era previsible, por los principales factores de la oposición.  La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) anunció acciones concretas, incluso la movilización ante la sede del organismo judicial en apoyo al recurso de impugnación presentado por la alta funcionaria; el presidente Nicolás Maduro, por su parte,  afirmó que “llueve o truene habrá elecciones de la Constituyente el 30 de julio” tal como lo estableció el Consejo Nacional Electoral (CNE); mientras que el PSUV y otras organizaciones del Polo Patriótico se activan en la calle en función del voto para el evento electoral.

La polarización política se traslada de esta manera al tema constituyente, justamente cuando la tensión y la presión internacional tienden a aumentar en función del diálogo y un acuerdo nacional. El jueves 8, la canciller alemana Angela Merkel, hizo un llamado “a los países latinoamericano a no dejar de hacer los esfuerzos necesarios para alcanzar una solución pacifica para la crisis que atraviesa Venezuela”; y en la misma dirección insistieron los voceros del Vaticano después de la reunión sostenida por el Papa Francisco con los representantes de la Conferencia Episcopal Venezolana. A ello se suman las declaraciones de la canciller Delcy Rodríguez para la convocatoria “de inmediato” a los cinco países que habrían aceptado colaborar en un proceso de diálogo (Nicaragua, EL Salvador, San Vicente y las Granadinas, República Dominicana  y Uruguay), seguramente en espera de la anunciada Conferencia de Cancilleres de la OEA convocada entre el 19 y 21 de junio en Cancún (México). En la misma línea se inscriben las gestiones realizadas en los últimos días en Caracas por el exjefe del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero en reuniones con partidos del gobierno y la oposición, e incluso con líder de Voluntad Popular Leopoldo López detenido en Ramo Verde desde hace tres años y tres meses y a quien habría ofrecido la medida sustitutiva de libertad por casa.

NUEVAS TENSIONES

Es evidente que la convocatoria constituyente, más allá de la pertinencia de la instancia para abordar tensiones políticas extremas (tal como ha ocurrido en otros países), sin que haya partido de un mínimo acuerdo entre los factores en juegos, ha contribuido, por lo contrario, a incorporar un nuevo elemento de fricción en un cuadro que ya desborda el enfrentamiento político y se transforma en un conflicto que afecta de manera directa a los venezolanos al margen de sus preferencias partidistas. Salvo  un pronto acuerdo en el más alto nivel, la consulta habrá de celebrarse y seguramente aprobará la agenda oficialista aunque sus resultados deberán ser sometidos a un referéndum aprobatorio, el cual, dada la correlación de fuerzas que revelan las encuestas no parece favorable al oficialismo; en caso contrario, de ser aprobado es obvio que más bien acentuaría el nivel opositor de amplios sectores que rechazan el modelo político y económico en marcha y el cual sería acentuado y radicalizado con texto constitucional que no sea el producto de coincidencias y aproximaciones de los factores que protagonizan la presente polarización, cada vez más contaminada por una preocupante e  incontrolable violencia.

Después de dos meses de protestas y movilizaciones con un saldo hasta ahora de cuando menos setenta muertos, centenares de heridos, tres mil detenidos e incalculables daños materiales, antes que estas disminuir, como parecía lógico, las acciones de calle, la represión y la actuación de grupos violentos y delictivos se ha extendido a todo el país y ahora con la bandera anticonstituyente seguramente cobrara mayor fuerza.  Se ha demostrado que la actual presión de calle a diferencia de años anteriores no se limita a las fuerzas que la promueven ni tiene solamente un contenido político si no que abarca sectores sociales directamente afectados por una grave situación de desabastecimiento, escasez e inflación ante la cual no se perciben respuestas eficaces y viables del gobierno sino mas bien el camino  de mayores costos y dificultades.

VIOLENCIA Y DIÁLOGO

 Por supuesto, sin tomar en cuenta que todo ello se desarrolla en un cuadro marcado por una violencia delictual que desborda los operativos y mecanismos de prevención y  las respuestas policiales correspondientes. Países latinoamericanos como Argentina, Chile, México, Colombia, Paraguay y últimamente Brasil enfrentan oleadas de protestas muchas de ellas durante meses en rechazo a políticas puntuales de los gobiernos y sin duda estimulada por las crecientes desigualdades sociales y económica del continente , pero en ninguno de ellos el fenómeno ha cobrado las características venezolanas, hasta el punto de que el país hoy es el centro de la atención y la preocupación de instituciones y mandatarios del mundo entero.

Sin duda, una razón más que suficiente para que la dirigencia política valore las dimensiones de una crisis estructural que por encima  de los intereses y estrategias de los actores  del gobierno y oposición representa ya en este momento un verdadero drama para la población venezolana en su conjunto. De esta manera, la exigencia del diálogo y la negociación se hace cada vez más urgente y necesaria para evitar (tal como ha ocurrido en otros países), que Venezuela se coloque en condiciones insalvables de ingobernabilidad y que la violencia en un país que vivió y fue devastado durante años por guerras inútiles que implicaron atraso y miseria, inexplicablemente en pleno siglo veintiuno, regrese a tiempos que parecían relegados por la historia. Todas razones más que suficientes para que la comunidad y la opinión internacional fijen la mirada en el  “Caso Venezuela“ . 

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