ANÁLISIS:
LA CONSTITUYENTE: NUEVA POLARIZACIÓN
Varios hechos ocurridos en los
últimos días definen una nueva dinámica de la crisis venezolana. El llamado de
la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz (luego de sus repetidas
críticas a las decisiones del TSJ) “a todos los venezolanos que rechazan la Constituyente
acudir a la Sala Electoral del TSJ para hacerse parte de la petición de nulidad
de la consulta”, fue acogido, como era previsible, por los principales factores
de la oposición. La Mesa de la Unidad
Democrática (MUD) anunció acciones concretas, incluso la movilización ante la
sede del organismo judicial en apoyo al recurso de impugnación presentado por
la alta funcionaria; el presidente Nicolás Maduro, por su parte, afirmó que “llueve o truene habrá elecciones
de la Constituyente el 30 de julio” tal como lo estableció el Consejo Nacional
Electoral (CNE); mientras que el PSUV y otras organizaciones del Polo Patriótico
se activan en la calle en función del voto para el evento electoral.
La polarización política se
traslada de esta manera al tema constituyente, justamente cuando la tensión y
la presión internacional tienden a aumentar en función del diálogo y un acuerdo
nacional. El jueves 8, la canciller alemana Angela Merkel, hizo un llamado “a
los países latinoamericano a no dejar de hacer los esfuerzos necesarios para
alcanzar una solución pacifica para la crisis que atraviesa Venezuela”; y en la
misma dirección insistieron los voceros del Vaticano después de la reunión
sostenida por el Papa Francisco con los representantes de la Conferencia Episcopal
Venezolana. A ello se suman las declaraciones de la canciller Delcy Rodríguez
para la convocatoria “de inmediato” a los cinco países que habrían aceptado colaborar
en un proceso de diálogo (Nicaragua, EL Salvador, San Vicente y las Granadinas,
República Dominicana y Uruguay),
seguramente en espera de la anunciada Conferencia de Cancilleres de la OEA
convocada entre el 19 y 21 de junio en Cancún (México). En la misma línea se inscriben
las gestiones realizadas en los últimos días en Caracas por el exjefe del
gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero en reuniones con partidos del
gobierno y la oposición, e incluso con líder de Voluntad Popular Leopoldo López
detenido en Ramo Verde desde hace tres años y tres meses y a quien habría
ofrecido la medida sustitutiva de libertad por casa.
NUEVAS TENSIONES
Es evidente que la convocatoria
constituyente, más allá de la pertinencia de la instancia para abordar tensiones
políticas extremas (tal como ha ocurrido en otros países), sin que haya partido
de un mínimo acuerdo entre los factores en juegos, ha contribuido, por lo
contrario, a incorporar un nuevo elemento de fricción en un cuadro que ya desborda
el enfrentamiento político y se transforma en un conflicto que afecta de manera
directa a los venezolanos al margen de sus preferencias partidistas. Salvo un pronto acuerdo en el más alto nivel, la
consulta habrá de celebrarse y seguramente aprobará la agenda oficialista aunque
sus resultados deberán ser sometidos a un referéndum aprobatorio, el cual, dada
la correlación de fuerzas que revelan las encuestas no parece favorable al
oficialismo; en caso contrario, de ser aprobado es obvio que más bien
acentuaría el nivel opositor de amplios sectores que rechazan el modelo
político y económico en marcha y el cual sería acentuado y radicalizado con texto
constitucional que no sea el producto de coincidencias y aproximaciones de los
factores que protagonizan la presente polarización, cada vez más contaminada
por una preocupante e incontrolable
violencia.
Después de dos meses de protestas y
movilizaciones con un saldo hasta ahora de cuando menos setenta muertos,
centenares de heridos, tres mil detenidos e incalculables daños materiales,
antes que estas disminuir, como parecía lógico, las acciones de calle, la
represión y la actuación de grupos violentos y delictivos se ha extendido a
todo el país y ahora con la bandera anticonstituyente seguramente cobrara mayor
fuerza. Se ha demostrado que la actual presión
de calle a diferencia de años anteriores no se limita a las fuerzas que la
promueven ni tiene solamente un contenido político si no que abarca sectores
sociales directamente afectados por una grave situación de desabastecimiento,
escasez e inflación ante la cual no se perciben respuestas eficaces y viables
del gobierno sino mas bien el camino de
mayores costos y dificultades.
VIOLENCIA Y DIÁLOGO
Por supuesto, sin tomar en cuenta que todo
ello se desarrolla en un cuadro marcado por una violencia delictual que
desborda los operativos y mecanismos de prevención y las respuestas policiales correspondientes.
Países latinoamericanos como Argentina, Chile, México, Colombia, Paraguay y
últimamente Brasil enfrentan oleadas de protestas muchas de ellas durante meses
en rechazo a políticas puntuales de los gobiernos y sin duda estimulada por las
crecientes desigualdades sociales y económica del continente , pero en ninguno
de ellos el fenómeno ha cobrado las características venezolanas, hasta el punto
de que el país hoy es el centro de la atención y la preocupación de
instituciones y mandatarios del mundo entero.
Sin duda, una razón más que suficiente para que la
dirigencia política valore las dimensiones de una crisis estructural que por
encima de los intereses y estrategias de
los actores del gobierno y oposición
representa ya en este momento un verdadero drama para la población venezolana
en su conjunto. De esta manera, la exigencia del diálogo y la negociación se
hace cada vez más urgente y necesaria para evitar (tal como ha ocurrido en
otros países), que Venezuela se coloque en condiciones insalvables de
ingobernabilidad y que la violencia en un país que vivió y fue devastado
durante años por guerras inútiles que implicaron atraso y miseria, inexplicablemente
en pleno siglo veintiuno, regrese a tiempos que parecían relegados por la
historia. Todas razones más que suficientes para que la comunidad y la opinión
internacional fijen la mirada en el “Caso
Venezuela“ .
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