lunes, 3 de julio de 2017


Análisis

LA PAZ DE COLOMBIA: ¿VIOLENCIA VENEZOLANA?


“Hoy es un día muy especial, el día que las armas se cambiaron por las palabras”  dijo el presidente colombiano Juan Manuel Santos en el acto de dejación de las armas de la FARC en cumplimiento del Acuerdo de Paz entre el gobierno y la guerrilla firmado en noviembre del año pasado. El vocero del grupo armado Rodrigo Londoño, alias “Timochenko”, expresó emocionado: “adiós a las armas, adiós a la guerra, bienvenida la paz”  y en seguida advirtió: “este día no termina la existencia de la FARC; en realidad, a lo que ponemos fin es a nuestro alzamiento armado de 53 años, pues seguiremos existiendo como un movimiento de carácter legal y democrático que desarrollará sus acciones por vías exclusivamente legales, sin armas y pacíficamente”.

Culminaba de esta manera una de las principales fases de la compleja tarea de implementar los compromiso que pondrían fin a un conflicto que duró más de cinco décadas, cobró más de 8 millones de víctimas y 220 mil muertos. Sin duda se trata de un acto simbólico de enorme importancia para la paz  colombiana en cuyo desarrollo fue significativa la participación de las Naciones Unidas, Noruega, Cuba, Chile y Venezuela.

 Los conflictos armados han marcado la historia de Colombia desde el siglo pasado con la famosa guerra “De Los Mil Días” que provocó la pérdida de Panamá; la sangrienta etapa que comenzó en 1948 con el asesinato de Jorge  Eliécer Gaitán; una  pausa en diciembre de 1957 con  la salida de Rojas Pinilla y el plebiscito que originó el Frente Nacional y que alternó durante 16 años a gobernantes liberales y conservadores; y finalmente con la constitución de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que nacieron en 1964 como resultado de la “Operación Marquetalia” durante el gobierno de Guillermo León Valencia.

CONFLICTO ESTRUCTURAL

A diferencia de las guerrillas de los años sesenta que se organizaron en varios países latinoamericanos  con el impacto político e ideológico, y el financiamiento económico de la Revolución Cubana, Colombia ha vivido una violencia de profundas raíces sociales, económicas y culturales. Como señala Juan Carlos Cuéllar uno de los comandantes del ELN (que ahora también negocia la paz en reuniones en Ecuador) “un grave error se puede cometer y si se intenta negociar como si se tratara de otro tipo de guerra ordinaria o los conflictos internos que tienen un sello político y de clase, sin tener en cuenta que las graves desigualdades y la exclusión han afectado a la estructura misma de la sociedad”. El actual Acuerdo  de Paz  obliga a varios pasos como el desarme de los insurgentes y su tránsito a la vida civil  en el marco de la Ley de Amnistía y la Jurisdicción de la Paz; el abandono de 26 zonas veredales; el desmantelamiento de los depósitos de armas;  y la entrega de los arsenales de los campamentos a la misión de la ONU que certificará el proceso. El paso de insurgencia a la legalidad se sellará con el Primer Congreso del futuro partido de las FARC en los primeros días de agosto, para de esta manera participar en las elecciones legislativas del 2018, en las cuales se le garantiza cinco curules en la Cámara de Representantes y cinco en el Senado.

Para sellar la negociaciones de paz queda aún pendiente la desmovilización del Ejercito de Liberación Nacional (ELN), especializado en la práctica del secuestro así como enfrentar el incremento de las operaciones de las bandas criminales “BACRIM” como ahora se denomina a los paramilitares que están ocupando territorios dejados por la guerrilla y en donde el Estado aun no tiene presencia, con el objetivo evidente de apropiarse del negocio del narcotráfico y la minería ilegal imponiendo el terrorismo y sus propias leyes. Según el Ministerios de la Defensa estos grupos ya actúan en 27 de los 32 departamentos del país. Luego de la ceremonia de la firma, el líder guerrillero “Timochenko” advirtió que los términos de la amnistía negociada no se han cumplido y que además se cuentan por decenas el número de excombatiente que han sido asesinados  en las últimas semanas en los que se considera una “vendetta” de las organizaciones paramilitares  y grupos de la delincuencia común.

En 24 de junio días antes del acto de dejación de las armas se produjo un atentado en un centro comercial en el norte de Bogotá que dejó tres víctimas mortales y decenas de heridos; y tras la captura de ochos personas como sospechosas del ataque las fuentes policiales atribuyeron al acto al Movimiento Revolucionario Popular (MRP) que tendría vínculos con células urbanas del ELN. En los últimos días se han registrado en la misma capital otros atentados con características similares en lo que se supone la emergencia de organizaciones inspiradas en las prácticas del “nuevo terrorismo”, que afecta al Medio Oriente, y los países europeos al convertir en objetivos militares a la población civil indefensa procurando con ello una mayor  visibilidad mediática internacional.

¿GUERRA EN VENEZUELA?

Históricamente la violencia colombiana ha tenido diversas y graves  repercusiones en Venezuela. Antes del presidente Juan Manuel Santos asumir su primer mandato en el 2010, la diplomacia bogotana dio a conocer en el seno de la OEA un mapa según el cual, la FARC tendrían en territorio venezolano una importante presencia “pasiva” como una “zona de alivio” o de repliegue de los insurgente, y es además de sobra conocida la actuación de los grupos paramilitares en zonas fronterizas del Táchira, Zulia y los estados del sur, como factores que estimulan y participan activamente en la violencia delictiva que afecta a la nación. Es fácil suponer entonces que en la medida en la que se aplique el Acuerdo de Paz los sectores guerrilleros disidentes y ya las poderosas “bacrim” operen con mayor facilidad en territorio venezolano. Como señala el historiador Fernán González: “en Colombia no se ha desarrollado una política moderna de diálogo con el adversario; hasta que la gente no entienda que la vida política es una construcción colectiva de acuerdos entre adversarios y no de enemigos, el reto para la implementación de los Acuerdo de Paz  va a ser muy grande”.           

No hay comentarios:

Publicar un comentario