CRÓNICA :
"SEGÚN CABRUJAS"
A mediados del año 1973 en un apartamento de San
Martín funcionaba la redacción del “Punto”. El periódico servía como vocero del
Movimiento al Socialismo, era dirigido por Eleazar Díaz Rangel y luego por
Pompeyo Márquez y su capital inicial de cien mil bolívares fue aportado por
Gabriel García Márquez .el novelista había ganado el “Premio Internacional de
Novela Rómulo Gallegos” del año anterior con “Cien años de soledad” y se
declaraba “militante del MAS”.
Un día Luis Bayardo Sardi, miembro del consejo editorial, se apareció con
una colaboración firmada por Sebastián Montes. Después de varias publicaciones
la columna comenzó a llamar la atención de los lectores. Estaba escrita con
pulcritud, desenfado, irreverencia y una fuerte dosis de humor. Al tiempo se
supo que se trataba de un seudónimo de José Ignacio Cabrujas ya famoso como
dramaturgo y quien junto a Román Chalbaud e Isaac Chocrón formaban la
“Santísima Trinidad” del teatro venezolano.
Por esos días, el nombre de Cabrujas también era
noticia en la crítica cinematográfica. Había estallado el “boom” del cine
nacional en pleno esplendor de la “Gran Venezuela” y su nombre estaba asociado con
los filmes que registraban mayor éxito
de taquilla. Sebastián Montes sobrevivió un tiempo después en las páginas del
“Sádico Ilustrado”, la revista humorística dirigida por Pedro León Zapata.
Ya con su nombre de pila las crónicas de Cabrujas
saltaron a las páginas de “El Nacional”
y posteriormente al “Diario de Caracas” con el título de “El país según
Cabrujas”. Sus escritos rompen con algunas convenciones del periodismo de
opinión. La crónica (una invención latinoamericana cuya paternidad se le
atribuye al apóstol cubano José Martí), es comúnmente valorada por su contenido
literario o como un útil registro costumbrista, mientras que el artículo se mantiene
como una válvula de escape para opiniones personales. Cabrujas introdujo lo que
podría denominarse el subgénero de “la crónica de autor”, ya validada en
Estados Unidos , donde los linderos entre literatura y periodismo se hacen cada
vez más imprecisos. En aquella época estaba de moda el llamado “nuevo
periodismo”, que cobra relevancia otra
vez con las tecnologías digitales que tienden a apropiarse de la noticia y
dejar a los diarios la valoración posterior
de ésta.
En las columnas de Cabrujas existe la opinión, la
necesidad de terciar en el debate público pero a partir de una sabrosa
recreación que combina datos de la cotidianidad y elementos de sus diarios
personales, todo resuelto con ironía y eficacia
narrativa.
De alguna manera, el discurso “cabrujiano” hace de sus
obras de teatro una simbología nacional y retratos acabados de expresiones
culturales y sociológicas, fue trasladado al papel. En sus crónicas encuentran
espacios sus típicos personajes (caraqueñísimos, o mejor dicho, sus “panas” de Catia), con el refrescamiento de
anécdotas y episodios históricos sin mayores concesiones a la adjetivación. La
memoria periodística de Cabrujas tiene mucho que ver también con el desideratum
que se resolvía hasta entonces en su dramaturgia y los temas abordados con
fluidez en sus guiones de cine y televisión. Como dice Leonardo Azparren
Giménez : “el Cabrujas público quizás el mejor conocido al final de su vida es
la versión social y política del hombre de teatro -dramaturgo, actor, docente,
director y productor- cuya obra dramática contiene el imaginario privado con el
que trató de dar respuesta a algunas de sus obsesiones, afectos y soledades, y
a los más sintomáticos dilemas de la Venezuela que vivió con agobio”. Y ciertamente, en
los diversos oficios de la escritura Cabrujas supo preservar una posición
ideológica inequívoca (fue inspirador y fundador del MAS) sin que ello
contaminara la esencia de su obra y siendo crítico implacable de conductas y
actitudes de sus compañeros de militancia.
Yoyiana Ahumada, periodista, actriz y magíster de
literatura se ha especializado en el estudio de la obra del Cabrujas. Ha
conducido talleres sobre la vida y la herencia literaria del personaje y como resultado de ello publico
“El mundo según Cabrujas”, una valoración certera sobre la trayectoria y la
fuerza creativa de este venezolano que todavía ofrece amplio horizonte para el
estudio y una más atenta consideración académica. De allí que el texto de
Ahumada sirva como un excelente homenaje para este maestro venezolano de las
artes verbales, escénicas y cinematográficas del siglo XX.
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