sábado, 9 de julio de 2011

EL DILEMA: DEMOCRACIA O TOTALITARISMO

LA SEMANA EN TRES ACTOS

EL DILEMA: DEMOCRACIA O TOTALITARISMO
21/09/2003
Manuel Felipe Sierra


Esta semana es decisoria y definitiva en el camino de la concreción del referéndum revocatorio. En pocas horas, el Consejo Nacional Electoral está comprometido a presentar las bases del reglamento que normará la consulta. El informe dado a conocer la semana pasada por la consultoría jurídica del organismo, no es sólo -según los especialistas, abiertamente inconstitucional- sino que supondría el retraso de la votación para empatarla con los comicios que eligen gobernadores, alcaldes,  representantes legislativos y parroquiales a mediados del próximo año.

No parece probable que el informe sea aprobado en todo su contenido. Pero no hacerlo significaría un costoso engaño a millones de compatriotas que han solicitado, de acuerdo a la Constitución, la activación del mecanismo y colocaría al CNE -cuya composición fue el resultado de un lento y laborioso proceso de negociaciones que fracasó en la instancia legitima para su decisión: la Asamblea Nacional; y que tuvo finalmente que ser asumido por la vía de la omisión legal por el Tribunal Supremo de Justicia.


¿Qué puede esperarse? Seguramente,  se modificarán algunos párrafos del documento. Pero habría que calibrar el alcance de esos cambios. Es posible que los dos votos del oficialismo y la elástica  decisión del presidente Francisco Carrasquero, acepten reconsiderar ángulos del estudio, que de entrada provocó una airada y además justificada reacción de los sectores que han trabajado en función de la consulta refrendaria. Pero, lo más probable es que se trate  de ajustes cosméticos y formales. La esencia del estudio y la decisión tomada la semana anterior con el voto favorable del máximo rector del ente electoral, en relación a la validez del “firmazo”  apunta en la dirección de diferir y alargar los lapsos.

Y allí radica la cuestión de fondo. No es posible confundir el revocatorio con los referendos previstos para gobernaciones alcaldías y otras instancias. Esas consultas  deben celebrarse en su debido momento y procuran la revocación de aquellos mandatos que la mayoría de los ciudadanos de estados o municipios consideren que no han respondido a las expectativas de los electores y cuyos resultados han sido fallidos. El referéndum presidencial es otra cosa. Se explica como la salida a una  crisis de ingobernabilidad y a una catástrofe social y económica inédita en la historia del país; y además, como la única manera de recomponer las instituciones democráticas e iniciar -a partir de unos esfuerzos que resultarán heroicos- la reconstrucción material  de Venezuela.

Esa salida hoy coincide en el tiempo, con la oportunidad de formalizar el referéndum, porque Chávez ya sobrepasó la mitad de su mandato. Pero viene planteada desde hace dos años, cuando el empeño del régimen en alterar la naturaleza democrática de su mandato se hizo demasiado claro. Por eso ocurrieron cuatro paros cívicos en un año uno de los cuales duró más de sesenta días. Por eso la respuesta entusiasta y multitudinaria de sectores sociales que permanecían apáticos a luchas políticas. Por eso la apelación a la formula del  referéndum consultivo del 2 de febrero, negado por una lamentable sentencia del TSJ; y por eso también la facilitación internacional presidida por César Gaviria durante seis meses en Caracas.

Si Carrasquero y los demás miembros del órgano comicial asumen su compromiso con la visión rutinaria y común de una elección,  no solamente incurren en una irreparable equivocación sino que abren las puertas de una impredecible pero seguramente traumática perspectiva para la mayoría de los venezolanos. Si Chávez, mediante las maniobras y presiones que ejerce de manera prepotente y provocadora y el uso de la violencia (deliberadamente incrementada en los últimos días) logra sortear el tramo constitucionalmente ineludible del referéndum ya habría entrado -y lo viene haciendo con ciertas frágiles modalidades democráticas- sin tapujos en su proyecto totalitario; y habría dado una bofetada a la gestión amistosa de la comunidad internacional y sin la menor duda, se vería en la necesidad de darle organicidad a la represión que se ha venido aplicando al detal.

Para la inmensa mayoría de los venezolanos, que no sólo procura la salida de un gobernante o el cambio de un gobierno en exceso ineficiente, no quedaría otro camino que la desobediencia civil, perfectamente consagrada en el texto constitucional vigente; y en ese proceso, tampoco habría por que tener dudas sobre el comportamiento y la conducta de la institución castrense sometida por Chávez a inaguantables niveles de perversión. Ese y no otro es el dilema de estos dramáticos días.

AQUELLA
SABANA GRANDE

Era el oasis de la ciudad que crecía de manera vertiginosa. Las colonias extranjeras le imprimieron un aire de remanso europeo. Surgieron las construcciones modernas. Fue la sede de la bohemia y las travesuras de novelistas, poetas y pintores. En los últimos años es todo lo contrario. Una dolorosa expresión de la “africanización” de Caracas. La suciedad se apoderó del bulevar, el hampa actúa en complicidad con los cuerpos policiales. La Sabana Grande de los años sesenta y setenta ha quedado para el recuerdo. No obstante, la parroquia El Recreo sigue siendo el habitad de empresarios con esperanzas, de comerciantes emprendedores y de figuras emblemáticas de la ciudad. El jueves 18, centenares de vecinos de la zona celebraron una asamblea de ciudadanos. El general (r) de la Aviación y coordinador de la Alianza Militar por Venezuela, Manuel Andara, y el director de Venezolanos del Mundo, Franco Castiglione, ambos nacidos en las calles cercanas y este columnista, avecindado durante muchos años en lo que fue un espacio privilegiado de la capital, compartimos e intercambiamos reflexiones sobre el presente y el futuro del país. Quedó claro un compromiso: más allá de los desenlaces políticos, existe la obligación de rescatar el esplendor, la paz y la dignidad de El Recreo.


ALTAMIRA
AUN RESISTE

Fueron dos madrugadas de vigilia. De sobresalto. De angustia. De nuevo la plaza Altamira fue objeto de la violencia oficialista. Se buscaba seguramente, poner termino a lo que ha sido un símbolo de la disidencia militar democrática. Los militares en desobediencia supieron evitar lo que hubiese significado una sangrienta confrontación. Bandas del oficialismo algunos de cuyos integrantes no pudieron ocultar el acento cubano dispararon a mansalva contra los pocos militares (todos ellos de menor jerarquía que desde hace casi un año protegen a quienes fueron y obviamente, siguen siendo sus comandantes naturales) y contra las mujeres y los parroquianos que todas las noches se reencuentran en un lugar ya incorporado a la lucha que mantiene con vigor la sociedad civil. En la madrugada del sábado 20, la actitud de la policía de Chacao al frente de la cual se colocó en un gesto que lo dignifica el alcalde Leopoldo López impidieron lo que hubiese significado una masacre, que como las anteriores estaba condenada a la impunidad. El ataque de los desconocidos amparados por la Disip, fracasó. Pero seguramente no será el último. Pero con toda seguridad la respuesta de los demócratas civiles y uniformados seguirá siendo la misma: como ellos suelen decir, “ni un paso atrás”.

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