AL COMPÁS DE LOS DÍAS
07/03/2007
EL SHOW DE BUENOS AIRES
Manuel Felipe Sierra
En Buenos Aires, Chávez convocará el malestar y, en algunos casos, una legítima indignación de los suramericanos frente a las políticas de Washington. En esta oportunidad, quien se considera heredero del estandarte antiimperialista que durante casi cinco décadas levantó desde Cuba Fidel Castro, se coloca en situación de ventaja. El mandatario norteamericano es maltratado por las encuestas y ya se considera un gobernante remitido a la crítica histórica. Su presencia en Brasil, Uruguay, Colombia y Guatemala, para discutir temas como la democracia, la pobreza y la seguridad hemisférica, luce tardía y los resultados que de ella se deriven estarán condicionados por los criterios de quien le suceda en la Casa Blanca.
Chávez sentirá, seguramente, reforzada su megalomanía con los aplausos de los piqueteros, las ancianas Madres de la Plaza de Mayo y los residuos políticos de una nación aún alucinada por el viejo fenómeno peronista. Sin embargo, el esfuerzo mediático de Chávez (que, sin duda, provocará reacciones orgásmicas en la izquierda mundial) dibuja una línea divisoria en la relación de poder en América Latina. A su lado, probablemente estarán Evo Morales y Rafael Correa, los presidentes de Bolivia y Ecuador, cuyo compromiso con el proyecto bolivariano pasa por una generosa asistencia económica. Los dos mandatarios tratan de reproducir la experiencia venezolana sobre territorios castigados por una falla históricamente sísmica que compromete la estabilidad de los gobiernos.
El resto de los países del área, en cambio, apuesta a la democracia y al afianzamiento de los principios del estado de derecho moderno y promueve unas políticas económicas consustanciadas con las tendencias de los nuevos tiempos de globalización y libertad de mercado. Habría que recordar, además, que la historia ha demostrado que los liderazgos como el de Castro y el que ahora construye Chávez, establecen un inevitable abismo entre el fervor y la admiración del fanatismo internacional y el derrumbe y la ruina económica y social de sus pueblos. La situación que hoy viven los venezolanos, entre el desconcierto y la incertidumbre, es una prueba demasiado elocuente de ello.
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