AL COMPÁS DE LOS DÍAS
01/03/07
ESCASEZ Y PROTESTA
Manuel Felipe Sierra
El desabastecimiento de alimentos, medicinas e insumos para la industria automotriz, no es obra de acaparadores y especuladores desalmados. Se explica -así lo han sostenido calificados economistas- como la derivación de una política de control, la caída de la producción y la desinversión por la inseguridad jurídica y la incertidumbre política que ahuyenta a los inversionistas. Mientras, curiosamente, la ministra de Industrias Ligeras y Comercio, María Cristina Iglesias, desmiente el cuadro de escasez, el régimen anuncia que gastará 3,5 billones de bolívares en los productos de la cesta básica y la ampliación de la red de expendios de Mercal para atender a más de veinte millones de personas. ¿Ello no envuelve una ostensible contradicción entre los más altos funcionarios?
El régimen apelará a las importaciones y al mismo tiempo, ejercerá medidas represivas indiscriminadamente contra comerciantes grandes y pequeños. Ambos caminos no conducen a la solución del problema, que, por el contrario, tenderá a complicarse con la aplicación de la estrategia económica revolucionaria. En el plano social, la situación no es menos tensa. Basta leer la prensa de la provincia para contabilizar decenas de protestas y acciones de calle en todo el país por las más diversas exigencias de incumplimiento de promesas. La mayoría de estas movilizaciones son protagonizadas por grupos que confiesan haber votado por Chávez (como los buhoneros de Sabana Grande) pero que ahora se sienten defraudados.
La apoteósica celebración de los 18 años del “Caracazo” el 27 de febrero, debió servir más bien para recordar que días antes que se desataran los saqueos, la población resentía la escasez de alimentos que permanecían como ahora regulados y que ya se percibía un creciente malestar en las clases populares. Las actuales situaciones presagian una mayor conflictividad para los próximos meses. El régimen se situaría ante un dilema: rectificar sus planes (lo cual es imposible dada la naturaleza de la propuesta socialista), o masificar la represión y la intimidación a través de las leyes que sirven de marco a la legalidad autocrática. Sin embargo, la última decisión podría provocar una activación social como la que conmovió a Venezuela en los años 2002, 2003 y 2004.
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