miércoles, 19 de septiembre de 2012

Crónica


CARRILLO EN BUCAREST


El Hotel Triunfo en Bucarest, una hermosa mansión con amplios jardines y casi siempre cubierta por la neblina era el lugar destinado para los invitados especiales del régimen de Ceaucescu. En la mañana los huéspedes se desplazaban por caminarías bordeadas por árboles y flores. Todos los días Santiago Carrillo acompañado por sus hijos hacía un recorrido matinal. Acostumbraba pasar vacaciones en la capital rumana  y mantenía cordiales relaciones con el gobernante. Si bien es cierto que el régimen rumano fue conocido por su crueldad represiva, en el plano internacional mantenía diferencias con la Unión Soviética. Estaban latentes fricciones entre los dos países en la región de Moldavia  y fue el único miembro de la Europa del Este que no apoyo la invasión a Checoslovaquia en 1968.

Seguramente por ello estimulaba los cambios que se daban en los partidos comunistas europeos y que desembocaron en el eurocomunismo, cuya referencia emblemática era precisamente Carrillo. Se intuía ya la muerte de Francisco Franco y Carrillo promovía contactos con los partidos en la clandestinidad en procura de una transición. Lo conocí una mañana y al saber que era periodista venezolano se interesó por el proyecto del MAS  y dijo conocer a Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff. Recordaba en detalles las gestiones que debió hacer ante Nikita Khrushchev durante la crisis de los misiles en Cuba de 1962 para evitar el riesgo de la Tercera Guerra Mundial. Muerto Franco regresó clandestino a España y con singular pragmatismo supo posponer el protagonismo del Partido Comunista en la resistencia para facilitar un amplio acuerdo que cristalizó en el período postfranquista. Finalmente se quedó sin partido pero siendo una figura moral en la política española, si bien nunca pudo eludir acusaciones sobre su responsabilidad en famosas matanzas durante la Guerra Civil. Años después se hizo comentarista de televisión y sus opiniones marcaban pauta sobre el rumbo de la política española. Ayer a los 97 años y mientras dormía  la siesta Santiago Carrillo murió en la tarde de Madrid.






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