lunes, 22 de octubre de 2012

Fábula Cotidiana


¿AHORA QUÉ VIENE?



El chavismo. Hugo Chávez logra la reelección en el escenario menos favorable para él en 14 años. A la fatiga de un largo mandato con políticas fallidas se agrega  el evidente agravamiento de problemas que afectan directamente a la población como la delincuencia, el deterioro de los servicios públicos y una imparable alza del costo de la vida. Pesaba también la interrogante planteada  sobre su estado de salud la cual genera incertidumbre entre sus partidarios. Si bien es cierto que su fuerza electoral ha disminuido y que superó con menos de 12 puntos a su contendor Capriles Radonski, logra sin embargo la relegitimación de su propuesta política después de una intensa campaña.

La votación obtenida y el reconocimiento de su victoria, en un evento con presencia de veedores y la prensa extranjera, tendrá también un efecto en el plano internacional al debilitar transitoriamente las aprensiones y dudas que existen en gobiernos, organismos multilaterales y ongs de los derechos humanos sobre la legitimidad democrática de su régimen. La reelección lo consagra al mismo tiempo como el primer mandatario en la historia venezolana que es electo por la vía del voto para ejercer la presidencia durante 20 años.

¿Por qué gana Chávez? En primer lugar, porque pese al desgaste de los años y un cuadro generalizado de conflictividad social aún mantiene un fuerte anclaje en sectores populares y de la clase media. Si bien es cierto que mucha de su fuerza radica en una vasta estructura clientelar producto de las misiones, los consejos comunales y otros mecanismos asistencialistas, también lo es porque durante su gobierno ha logrado impactar y comprometer el apoyo de sectores de la población con sus propuestas ideológicas. Reducir su fortaleza solamente al tema de las dádivas es una simpleza. El otro factor que resultó decisivo para la victoria radica en el ventajismo de Estado lo cual implica colocar todos los poderes incluidos el CNE y espacios confiscados a la sociedad, en función de su proyecto político. Todo ello genera, como se sabe matrices de miedo e inhibición en segmentos de la población, sin desdeñar por supuesto la influencia que sigue ejerciendo pese a las limitaciones de su enfermedad, como un líder carismático y con eficiente manejo de la comunicación.

¿Puede avanzar Chávez en la radicalización del socialismo del siglo XXI? Aparentemente no existirían razones para un viraje en su desenfrenada retórica revolucionaria, y de hecho ya algunos de sus colaboradores anuncian nuevas medidas confiscatorias y expropiatorias. Pero en términos realistas, Chávez está obligado a gobernar de ahora en adelante con una contraparte opositora fortalecida y con tendencia a la expansión. Si bien es ilusorio contemplar la posibilidad del diálogo permanente e incluso del establecimiento de niveles de alguna convivencia, es indudable que el gobernante deberá respetar alguna suerte de “modus vivendi” con la disidencia democrática. Prácticamente agotada la fase de la demolición del aparato productivo la realidad lo obligará a buscar nuevas formas y mecanismos de estimular la iniciativa privada que garanticen niveles de producción para generar empleo y riqueza y disminuir de esta manera el uso desmesurado del ingreso petrolero para masivas importaciones.

En el ámbito internacional la realidad latinoamericana lo obligará a una “normalización” con el resto de los países del área. La exportación del socialismo del siglo XXI que llegó a tener algún impacto en naciones sureñas  años atrás ya no será posible. Su gestión mediadora para facilitar el diálogo de paz entre Santos y la FARC en Colombia implica una apuesta por la opción política y no armada. Del mismo modo los pasos que se dan en Cuba para una flexibilización de la política migratoria impuesta desde 1961 son dos elementos que indican que en el mejor de los casos Chávez orientará su gestión diplomática más bien en la línea del “paradigma de gobernabilidad” brasileño lo que en medios periodísticos ya se conoce como la tendencia del “lulismo” aunque con rasgos más radicales.

La disidencia democrática. La candidatura de Capriles Radonski resultó derrotada, pero a través de ella se logró un notable avance numérico con tendencia a reforzarse en futuras elecciones. Sigue existiendo todavía en la dirigencia opositora cierta falta de comprensión del proceso que vive Venezuela y que implica la lucha por el poder entre dos factores con visiones distintas de la sociedad, el país y el Estado. Ello hace que el énfasis se coloque solamente en el plano electoral como si se tratara de elecciones democráticas convencionales eludiendo de este modo la confrontación de fondo. Exactamente todo lo contrario a lo que suele hacer Chávez. Un discurso y una campaña marcada solamente por el marketing político y que omita la valoración social e histórica de este tiempo no serán nunca suficientes para derrotar al chavismo. A ello se agrega la incapacidad real para contrapesar el enorme ventajismo del régimen, así como el temor a enfrentar y denunciar la estructura ventajista y fraudulenta del CNE que es un factor clave del oficialismo para el manejo del tema electoral. ¿Si se entiende que todos los poderes están secuestrados y  que ellos responden a las órdenes de Chávez cómo es que no lo está el ente electoral a partir del cual emana la soberanía de los demás poderes?
  
En el mundo opositor como es obvio se plantea ahora la necesidad de fortalecer la voluntad unitaria después de los esfuerzos y logros de la MUD, lo cual no descarta un balance descarnado y autocrítico de las fallas y errores que deja la reciente contienda. Sólo de esta manera podrán articularse estrategias que combinen las ofertas y promesas puntuales con los elementos eficaces para una confrontación real por el poder frente a un adversario que no es simplemente un gobierno ni una suma de partidos sino un modelo de naturaleza antidemocrático con tendencia al neototalitarismo. Se trata de asumir que en Venezuela existen dos bloques claramente diferenciados en términos políticos e ideológicos que se disputan la hegemonía.


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