LIBRETA
EN MANO
Es californiano pero Jon Lee Anderson podría
considerarse un ciudadano del mundo. No en vano le ha correspondido cubrir en
primera línea los últimos conflictos del Medio Oriente, después de su experiencia
como corresponsal en la guerra centroamericana de los años ochenta. De sus
experiencias e investigaciones surgió una biografía del Che Guevara considerada
como una de las más completas escritas hasta ahora sobre el guerrillero. Más
recientemente “La Caída
de Bagdad” su reportaje sobre la invasión norteamericana a Irak que culminó con
la captura y posterior muerte de Sadam Hussein se considera un documento
fundamental sobre el tema. El reportero realiza famosos perfiles de los
gobernantes y líderes más importantes del mundo para The New Yorker. Durante una semana ha permanecido en Caracas en una
investigación sobre las implicaciones sociales del proyecto chavista.
Conversamos con él en el café Lonchys de Los Palos Grandes, después de varias
horas de recorrido en el 23 de Enero. “Venezuela
es un país barriada” dice. En su trabajo lo ha acompañando “El Niño” Daza, un
joven que ejerce el control sobre los refugiados en la Torre David de San Bernandino.
¿Regresas y vuelves al Medio Oriente, la Primavera Árabe se ha
convertido en el Invierno Árabe? “Mucha
gente se enoja conmigo porque yo digo que estos conflictos han cambiado las
reglas de juego en el Medio Oriente, pero los resultados no son tan positivos
como se creía sino inciertos, es decir, todo puede pasar allí”. El
reportero dice que hubo una especie de acción romántica y mediática en Occidente
donde siempre se tiende a pensar como asuntos de moda y los acontecimientos y
fenómenos suelen verse en blanco y negro, cuando no lo son. Todo comenzó en
Túnez en diciembre del 2010 con la
inmolación del joven Bouazizi y a los días la huída de Ben Alí. “Si un dictador de “medio pelo” un ladrón
que se montó en un avión y se fue a Arabia Saudita. Ahora es interesante que
los que vuelven y toman la batuta en la política son de la hermandad musulmana
y hoy en día se nota que es una corriente nueva y moderada, es una cosa
diferente. Fíjate que por primera vez la hermandad musulmana al margen de lo
que pasaba con el extremismo sunita de las últimas décadas, ha madurado y ha
cuajado en una forma de existencia nueva y moderado sus expectativas una vez
que toman el poder”.
Para Anderson todo comenzó con la guerra de Irak en el 2003 la cual siguió paso a paso en sus
crónicas. “Fíjate que después de la
intervención de Estados Unidos en Irak en 1991 para detener a Sadam que había ocupado Kuwait,
una vez derrotado se le dejó en el poder durante doce años habiendo perdido
doce o catorce provincias. Se le dejó ahí y después se convirtió en una especie
de presidente clandestino, virtual, pero después de los atentados terroristas
del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York se organiza la intervención y se
derroca a Sadam, pero cuyas consecuencias han sido la fragmentación del país y
una violencia crónica que mantiene una gran inestabilidad, eso de alguna manera
influyó en la revueltas del presente”.
Los despachos de Anderson dieron cuenta de la guerra
en Libia que culminó con el asesinato de Gadafi en el 2011. El reportero que no
abandona su libreta para escribir o refrescar datos se pregunta “¿Qué ha pasado? ¿Qué resultó de esa
revolución? Con la muerte de Gadafi lo que tenemos en Libia son quinientas
milicias o más que ocupan territorios, una verdadera convulsión tribal, un caos
total y ya vemos que la hemorragia de Libia se esparce por el interior de
África, en Mali, por ejemplo entre otras naciones. Uno ve en las calles las
milicias que portan armas, que se desplazan tranquilamente porque todavía no se
sabe la cantidad de armas que Gadafi dejó en sus manos”. La situación de
Egipto después del derrocamiento de Mubarak y las elecciones que otorgaron el
poder a los Hermanos Musulmanes y eligieron presidente a Mohamed Mursi también
se torna impredecible. “Mira en Egipto estamos
viviendo algo parecido a lo que venimos comentando; como habrás visto tenemos a
la Hermandad Musulmana
en el poder, una Hermandad Musulmana más moderada de lo que podría haber sido,
cambia sin embargo las reglas del juego en el Medio Oriente. Ya la relación
entre Israel y Egipto no es una pieza clave como lo fue por más de treinta o
treinta y cinco años después de los Acuerdos de Camp David. No es una fuerza
estabilizadora y de contención en el mundo árabe. Estamos viendo un cambio y
hay una confrontación con una estructura militar muy fuerte que sostuvo a Mubarak por muchos años. Mursi
es un tipo muy hábil, los musulmanes en el poder son muy hábiles y han pasado
sesenta años como movimiento de conjura y no como partido político, entonces
ojo con eso”.
Para el periodista está claro que al margen de los
conflictos específicos las piezas del tablero de ajedrez en la zona se han
puesto en movimiento y asoman nuevos actores como Qatar con grandes ambiciones
políticas y económicas y el renacimiento de Turquía cien años después del
colapso de un imperio y el cuadro de un Irán ascendente, amenazante dentro de
la brecha entre sunitas y chiitas. Las noticias sobre Jordania también
presagian conflictos. “Pero Jordania es
un país muy frágil”, sonríe Anderson. Después de un rápido vistazo de la Primavera Árabe la
situación más grave y que podría poner en peligro la paz incluso del mundo se
encuentra en el ya largo conflicto en Siria. Es lo más grave según el
reportero. No descarta que la mayoría sunita tome el poder en Damasco en los
meses venideros o que pueda producirse un arreglo que salve la situación para
Al Assad, aunque cree que ha avanzado mucho la insurgencia a nivel nacional y
cada día el régimen está más rodeado, si bien tiene mucho poder y una gran
fuerza aérea que viene utilizando todos los días no es descartable el uso de armas
químicas lo cual sería motivo a la intervención multilateral, aunque no sea una
intervención a gran escala sino la intervención periscópica para ubicar las
armas químicas. Todo ello vaticina un horizonte nublado para la paz.
Anderson regresa al Medio Oriente y promete en febrero
una vuelta a América Latina. Dice que hay que prestarle atención al diálogo de
paz entre el gobierno de Colombia y la
FARC en Cuba. ¿Y sobre la situación venezolana? “Si, de eso hablamos cuando vuelva,
seguramente entonces habrá más elementos para la conversación”. Anderson
toma la libreta, se levanta y se despide. El mundo cada vez está más lleno de
noticias.
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