lunes, 18 de febrero de 2013

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PURA COINCIDENCIA



Y fue pura coincidencia como suele advertirse en las novelas y el cine. El mes de febrero ofreció los síntomas de agotamiento del rentismo petrolero y el modelo bipartidista heredado del Pacto de Puntofijo. El viernes 18 de febrero de 1983, luego de unas semanas de indetenible fuga de divisas, Luis Herrera Campins  se vio obligado a la devaluación de la moneda. Un hecho frecuente en los países latinoamericanos pero que en el caso de Venezuela derribaba el mito de la imbatible fortaleza del bolívar. Desde entonces se habla del “Viernes Negro” para evidenciar la caída de una política sustentada en los ingresos petroleros que en aquel momento registraban periódicas fluctuaciones. Desde ese día, el “Viernes Negro” es una palabra de ingrata recordación para los venezolanos.

El 27 de febrero de 1989 y como respuesta al anuncio de un conjunto de medidas, estalla una ola de protestas en Guarenas, Guatire y Caracas que obliga al recién instalado segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez a suspender las garantías y al uso de la fuerza militar para reprimir manifestantes que daban cuenta de abastos y supermercados. Ciertamente, no fue una revuelta popular en estricto sentido sino una explosión espontánea de sectores de bajos ingresos y también de clase media en protesta por el desabastecimiento, la progresiva pérdida de su capacidad adquisitiva y condiciones de pobreza. Más allá de las interpretaciones puntuales, el hecho cierto es que por primera vez a lo largo del período democrático se registraba una acción de furia social que tuvo como saldo centenares de víctimas. Desde ese día el “Caracazo” también se inscribe como una fecha emblemática del proceso político que estimuló diez años después el ascenso al poder de Hugo Chávez y su proyecto militarista.

El 4 de febrero de 1992 se sublevan cuarteles en Caracas, Maracay, Maracaibo, Valencia y San Juan de los Morros en lo que constituye una primera acción conspirativa de grave envergadura en los últimos años. Un grupo de jóvenes oficiales encabezados por el teniente coronel Hugo Chávez Frías ponían fin a la creencia, según la cual los golpes de estado eran asunto del pasado. Lo ocurrido ese día (si bien la acción fue aplastada) dejó en claro que existía un clima de tensión política que iba a expresarse en los meses siguientes en un cuadro de ingobernabilidad y que un año después obligó a la renuncia de CAP en un silencioso golpe constitucional. Desde ese día, el “4-F” representa otra fecha significativa para la explicación de los cambios políticos que ha vivido el país.

Sin que exista relación alguna, este mes de febrero se han dado dos hechos que pueden interpretarse como síntomas de graves complicaciones para el proyecto chavista. La ausencia indefinida del mandatario sometido a un severo tratamiento postoperatorio en Cuba y ahora en el Hospital Militar de Caracas configura en la práctica un grave vacío nacional. En cualquier escenario, el hecho cierto es que Chávez no se encontrará en condiciones para ejercer plenamente un nuevo mandato de seis años. Dada la condición de un líder-caudillo carismático su ausencia implicará cambios en el interior del chavismo y seguramente algunos virajes en el manejo del poder.

El viernes 8 de febrero de este año, el gobierno se vio obligado a anunciar una esperada devaluación del bolívar ante la presión del déficit fiscal y niveles cada vez mayores de inflación y endeudamiento. No es la primera vez que ello ocurre durante este régimen. Incluso de allí que la decisión haya sido saludada por el Fondo Monetario Internacional (organismo al cual CAP llamaba la “bomba matagente”). Lo grave es que la medida se produce con una tendencia a altos precios petroleros y sin que existan medidas complementarias para la reactivación de la economía y con un gasto público que luce imposible de mantener en el futuro ¿Entenderá el chavismo que se trata de un nuevo síntoma, como en años anteriores, de las dificultades que enfrenta un modelo inviable y demasiado costoso para la economía y la población? Todo por pura coincidencia.

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