lunes, 4 de marzo de 2013

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LA AUSENCIA DE CHÁVEZ



¿Hasta dónde es posible prolongar indefinidamente el vacío presidencial? A dos semanas del regreso de Chávez de su convalecencia cubana, el venezolano no encuentra respuesta a una grave interrogante sobre la gobernabilidad del país. Si bien es cierto que durante tres meses su ausencia se manejó inteligentemente en términos de comunicación, de acuerdo al famoso guión cubano (hay que recordar las enfermedades de Fidel Castro  y el misterio que la rodearon), ha llegado el momento en que la nación exija una información cierta sobre la enfermedad del mandatario y la aplicación de los mecanismos constitucionales establecidos para estos casos.

Gracias a la intermediación de los gobiernos de Brasil, Colombia, Argentina y Cuba se logró un acuerdo tácito mediante el cual se obvió transitoriamente la juramentación el 10 de enero y de paso se evitó que el tema fuese considerado por la OEA, tal como lo propusieron sectores de la oposición para restablecer la constitucionalidad. Con la venida de Chávez se suponía que de inmediato se produjera su juramentación ante el TSJ y luego la declaratoria de la falta temporal o absoluta que diera paso a la convocatoria a elecciones. Estos elementos formaban parte del entendimiento con los países vecinos preocupados tal como lo señaló en su momento el secretario general de la OEA José Miguel Insulza por “la estabilidad institucional venezolana” ¿Cuál es entonces la explicación para que persista el misterio sobre la enfermedad de Chávez y no se tomen las decisiones correspondientes?

Está claro que más allá que su cuadro presente alguna mejoría en ningún caso el paciente estaría en condiciones de ejercer plenamente las responsabilidades que involucran un nuevo mandato por seis años. Es cierto que hasta ahora la operación comunicacional del oficialismo con la asesoría directa de los Castro, ha sido útil para la deificación del caudillo, es decir, potenciar la imagen cuasireligiosa de Chávez y que ello ha servido como una manera de paliar los efectos de la devaluación y otras recientes medidas económicas que tienen un alto costo político. Pero hasta allí. En la medida que pasan los días la ausencia presidencial gravita negativamente para el chavismo. Ya en los últimos días es evidente con declaraciones del propio Insulza y del Departamento de Estado norteamericano que existe una presión internacional para que se cumplan los términos del compromiso que permitió eludir la juramentación del 10 de enero.

Al mismo tiempo, la presencia de Chávez en el país hace más urgente la necesidad de que no sólo se informe sobre un cuadro clínico que ya es del domino público, sino que se tomen las medidas para comenzar la transición establecida en el texto constitucional. Ya  son obvios los signos de ingobernabilidad. Las manifestaciones y actos de rechazo a la injerencia fidelista en los asuntos venezolanos han dado píe a un reclamo concreto de grupos estudiantiles para que se aborde con claridad el futuro inmediato del gobierno. Además, en las últimas semanas ha cobrado fuerza la conflictividad social con protestas y movilizaciones en varias regiones que ponen en claro las necesidades cada vez mayores que se registran en temas como la salud y la educación. Es claro que sin la dirección de Chávez, cuyo estilo como gobernante es autoritario y unipersonal, se retrasa la toma de decisiones fundamentales para abordar materias urgentes.

Problemas como el disparo del costo de la vida, la escasez y el desabastecimiento cada día se tornan más graves sin que existan respuestas para enfrentarlos en la medida de lo posible. Es común el razonamiento según el cual, si la negligencia y la ineficiencia han sido rasgos importantes del ejercicio chavista del poder cómo ambos elementos no habrán de complicarse con la ausencia de él y con la presencia de un equipo de gobierno encabezado por Nicolás Maduro que carece de la autoridad y la legitimidad necesaria en una coyuntura que se torna potencialmente explosiva.  La impresión de la falta de gobierno es cada vez más fuerte y el silencio del oficialismo tiende a alimentar una preocupación que puede derivar en un cuadro político, amén de las complicaciones económicas, con severas consecuencias en los próximos días.

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