¿Hasta
dónde es posible prolongar indefinidamente el vacío presidencial? A dos semanas
del regreso de Chávez de su convalecencia cubana, el venezolano no encuentra
respuesta a una grave interrogante sobre la gobernabilidad del país. Si bien es
cierto que durante tres meses su ausencia se manejó inteligentemente en
términos de comunicación, de acuerdo al famoso guión cubano (hay que recordar
las enfermedades de Fidel Castro y el
misterio que la rodearon), ha llegado el momento en que la nación exija una información
cierta sobre la enfermedad del mandatario y la aplicación de los mecanismos
constitucionales establecidos para estos casos.
Gracias
a la intermediación de los gobiernos de Brasil, Colombia, Argentina y Cuba se
logró un acuerdo tácito mediante el cual se obvió transitoriamente la
juramentación el 10 de enero y de paso se evitó que el tema fuese considerado
por la OEA , tal
como lo propusieron sectores de la oposición para restablecer la
constitucionalidad. Con la venida de Chávez se suponía que de inmediato se
produjera su juramentación ante el TSJ y luego la declaratoria de la falta
temporal o absoluta que diera paso a la convocatoria a elecciones. Estos elementos
formaban parte del entendimiento con los países vecinos preocupados tal como lo
señaló en su momento el secretario general de la OEA José Miguel Insulza
por “la estabilidad institucional venezolana” ¿Cuál es entonces la explicación
para que persista el misterio sobre la enfermedad de Chávez y no se tomen las
decisiones correspondientes?
Está
claro que más allá que su cuadro presente alguna mejoría en ningún caso el
paciente estaría en condiciones de ejercer plenamente las responsabilidades que
involucran un nuevo mandato por seis años. Es cierto que hasta ahora la
operación comunicacional del oficialismo con la asesoría directa de los Castro,
ha sido útil para la deificación del caudillo, es decir, potenciar la imagen
cuasireligiosa de Chávez y que ello ha servido como una manera de paliar los efectos
de la devaluación y otras recientes medidas económicas que tienen un alto costo
político. Pero hasta allí. En la medida que pasan los días la ausencia
presidencial gravita negativamente para el chavismo. Ya en los últimos días es
evidente con declaraciones del propio Insulza y del Departamento de Estado
norteamericano que existe una presión internacional para que se cumplan los
términos del compromiso que permitió eludir la juramentación del 10 de enero.
Al
mismo tiempo, la presencia de Chávez en el país hace más urgente la necesidad
de que no sólo se informe sobre un cuadro clínico que ya es del domino público,
sino que se tomen las medidas para comenzar la transición establecida en el
texto constitucional. Ya son obvios los
signos de ingobernabilidad. Las manifestaciones y actos de rechazo a la
injerencia fidelista en los asuntos venezolanos han dado píe a un reclamo
concreto de grupos estudiantiles para que se aborde con claridad el futuro
inmediato del gobierno. Además, en las últimas semanas ha cobrado fuerza la
conflictividad social con protestas y movilizaciones en varias regiones que
ponen en claro las necesidades cada vez mayores que se registran en temas como
la salud y la educación. Es claro que sin la dirección de Chávez, cuyo estilo
como gobernante es autoritario y unipersonal, se retrasa la toma de decisiones
fundamentales para abordar materias urgentes.
Problemas
como el disparo del costo de la vida, la escasez y el desabastecimiento cada
día se tornan más graves sin que existan respuestas para enfrentarlos en la
medida de lo posible. Es común el razonamiento según el cual, si la negligencia
y la ineficiencia han sido rasgos importantes del ejercicio chavista del poder
cómo ambos elementos no habrán de complicarse con la ausencia de él y con la
presencia de un equipo de gobierno encabezado por Nicolás Maduro que carece de
la autoridad y la legitimidad necesaria en una coyuntura que se torna
potencialmente explosiva. La impresión
de la falta de gobierno es cada vez más fuerte y el silencio del oficialismo
tiende a alimentar una preocupación que puede derivar en un cuadro político,
amén de las complicaciones económicas, con severas consecuencias en los
próximos días.
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