CHÁVEZ EN BLANCO Y
NEGRO (I)
“Después
del “por ahora” hay el “para siempre”, que fue una manera de completar aquello
que quedó como en el aire, para siempre en la lucha y para siempre”, dijo Hugo
Chávez Frías a José Vicente Rangel en entrevista televisiva el 26 de marzo
de1994. Diecinueve años después su cadáver es objeto de una celebración
funeraria en la
Academia Militar que ha movilizado a millones de personas y
convertido en noticia dominante en los medios internacionales. El féretro
permanecerá por unos días a la vista del público y luego de embalsamado en un
monumento construido en el Museo Histórico Militar de la Planicie. Es decir, el mismo
lugar donde Hugo Chávez encabezó la sublevación fracasada el 4 de febrero de
1992. ¿Qué hubo de pasar para que la figura entonces desconocida de un teniente
coronel luego de dos años de cárcel y con sólo seis en la calle construyera un
movimiento que lo llevara a la
Presidencia de la República por el voto popular en diciembre de
1998? Esa sola travesía abrió el camino de lo que habría de considerarse ser un
liderazgo mítico con el tiempo. Desde el poder convocó a una Constituyente que
aprobó una nueva Constitución que recogía cambios en materia de derechos
humanos, participación ciudadana y preservación del medio ambiente y que
sustituía a la “Constitución moribunda” ante la cual juró en febrero de 1999.
Chávez daba comienzo a lo que había sido su
proyecto original cuando tejía conspiraciones en los cuarteles: la necesidad de
un cambio en la estructura castrense, pero también en el ámbito del Estado para
abrir paso a un difuso mensaje bolivariano que con el tiempo fue tornándose en
una propuesta revolucionaria. La historia más reciente se conoce. Fue
reelecto en el 2000 de acuerdo al nuevo texto
constitucional e inició por la vía de leyes habilitantes un proceso de
confiscación de los poderes empezando por el sistema educativo. Cuando era
evidente el agotamiento de los partidos tradicionales apareció en las calles la
sociedad civil a través de diversas organizaciones no gubernamentales que
intuyeron que estaba en marcha un proyecto que desnaturalizaba la esencia
democrática del mandato presidencial. Mientras Chávez persistía en acelerar su
autocracia mediante el control de nuevos espacios sociales, la resistencia se
hacía cada vez más robusta. Surgieron los paros promovidos por la CTV , Fedecámaras y los
trabajadores petroleros que culminaron con las multitudinarias jornadas populares
del 2002 que el 11 de abril de ese año determinaron la salida del poder
(mediante una dudosa renuncia) del mandatario.
Su
vuelta a Miraflores en circunstancias casi milagrosas habrían de añadir nuevos
elementos a la leyenda. Meses después de haber superado el paro nacional
(2002-2003) de 63 días encabezado por los petroleros, los medios de comunicación, y una disidencia
militar se ponían en claro las destrezas no habituales de Chávez para el manejo
de situaciones criticas. ¿Era posible imponer un modelo no democrático a una
sociedad con una conducta y una práctica comprobada en el ejercicio de los
derechos civiles, y que demostraba una enorme fortaleza en las acciones de
masas?
Resultaba
evidente entonces que debería convocarse a la voluntad popular para abordar una
radicalización ya no sólo política sino de la sociedad que había tenido un importante
saldo de muertos y heridos. Se apeló a la figura del referéndum revocatorio y
los opositores lograron cumplir con las condiciones necesarias para su
activación. ¿Quién podía apostar en aquellas circunstancias que con una gestión
erosionada y presionado por la acción popular pudiera superar favorablemente
aquella prueba? El hecho cierto es que, más allá de maniobras y manipulaciones
legales previas y de la instauración de un sistema electoral sospechosamente
fraudulento, Chávez obtuvo la victoria lo que significaba un segundo aire para
su propuesta y un desgaste inevitable para los factores que en los últimos años
condujeron una oposición militante. En el próximo artículo continuaremos con el
tema.
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