EL DÍA DEL ATENTADO
Se
cuenta que era un viejo conflicto que como se decía en la época tenía que ver
con las faldas. Rómulo Betancourt en 1929 esperaba en la isla dominicana La Blanquilla para
incorporarse a la famosa invasión de El Falke, dirigida por Román Delgado
Chalbaud y que culminó con su muerte en Cumaná. A la sazón, Rafael Leonidas
Trujillo, un ambicioso militar que recibía el apoyo directo y generoso de los
Estados Unidos, estaba a punto de apoderarse del poder para instaurar una
dictadura que llegó a prolongarse por
treinta años.
Pero
el hecho cierto es que desde entonces, Rómulo Betancourt, saliendo de la
clandestinidad y con los años Presidente de la Junta Revolucionaria
de Gobierno, a raíz del Golpe de Estado del 18 de octubre de 1945, que derrocó
a Isaías Medina Angarita y Trujillo (ya convertido en dictador y en una
referencia dictatorial emblemática en la Región del Caribe) habrían de protagonizar un
enfrentamiento inédito. Durante la gestión de Betancourt (1945-1948) Santo
Domingo se convirtió en un centro operativo y militar contra el gobierno
venezolano. Allí se planificaron ataques de toda naturaleza, incluso el
proyecto de una invasión aérea que habría de ser dirigida nada menos que por el
general Eleazar López Contreras. Pedro Estrada, quien con el tiempo se
convertiría no sólo en el Jefe de la Seguridad Nacional
sino en el policía venezolano más famoso, cumplía tareas de inteligencia a
favor de Trujillo, para dar el traste con la llamada Junta Revolucionaria de Gobierno.
En
esos días (1947) se organizó la llamada “Operación Cayo Confites”, que
partiendo de un islote cercano a Camaguey en Cuba, habría de invadir a la
capital dominicana contando con un poderoso apoyo militar y logístico
financiado por el presidente cubano Grau San Martín, el mandatario guatemalteco
Juan José Arévalo y la ayuda de Rómulo Betancourt. Se trataba de una operación
a gran escala en la cual mayoritariamente participaban exiliados y combatientes
anti-trujillistas y también revolucionarios cubanos, entre ellos un joven de 21
años llamado Fidel Castro Ruz. Una porción de venezolanos se incorporaron a la
tarea subversiva, entre los cuales se encontraban dos de los tres famosos
directores de orquestas de la
Venezuela de esa época nacidos en Dominicana: Billo Frómeta y
Rafael Minaya.
La
disputa hubo de complicarse con la victoria de Betancourt en 1958, que planteó
sin la menor duda, que la existencia de la tiranía del entonces conocido
“Chapitas” Trujillo era un obstáculo insalvable para la democratización del
continente. Ese planteamiento fue acompañado por el nuevo líder cubano Fidel
Castro, quien desde joven coincidía en que la dictadura dominicana significaba
un obstáculo insalvable para cualquier proyecto político y más aún como el que
él propiciaba de naturaleza revolucionaria.
Los
primeros años de Betancourt, acosado por conspiraciones de izquierda y derecha,
iba a encontrar su principal factor de estímulo precisamente en Rafael Leonidas
Trujillo. El dictador insular financió sublevaciones, apoyó a los más radicales
adversarios que más que del betancourtismo eran de la democracia, hasta que el
24 de junio de 1960 a
las 9:00 a.m. Trujillo anunció desde “La Voz Dominicana ”
que: “el Presidente de Venezuela Rómulo Betancourt acaba de ser ajusticiado en
la avenida Los Próceres de Caracas”. Se consumaba de esta manera, sin los
resultados previstos, un frustrado magnicidio contra el gobernante.
Era
el comienzo de una guerra a muerte que culminó cuando el 30 de mayo de 1961, a las 9:00 p.m. en la
avenida George Washington de Santo Domingo, Trujillo fue asesinado por un grupo
subversivo que procuraba abrirle espacio a nuevos tiempos a una isla castigada
por el despotismo. Edgardo Mondolfi Gudat, historiador, académico, reconocido
por su obra en la investigación histórica, acaba de dar a conocer el libro “El
día del atentado (El frustrado magnicidio contra Rómulo Betancourt)”. Un texto
que más que ser recomendado por su innegable valor literario merece ser leído
porque recuenta con propiedad y solvencia un episodio de la historia
contemporánea venezolana que no debería permanecer en el olvido.
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