El ABC de Felipe Mujica / Secretario General del MAS
“Hay que colocarse en la perspectiva de avanzar, de encontrarnos, de dialogar”
La gente tiene 14 años dándose golpes y ya estamos cansados de ello. El oficialismo, al igual que la oposición, es un “saco de gatos”. Las elecciones municipales son una realidad muy específica y no se debe insistir en polarizar de acuerdo al contexto del 14 de abril, señala el dirigente político.
Manuel Felipe Sierra
Fue fundador del MAS en su etapa estudiantil y ha conocido los procesos que ha vivido ese partido a lo largo de los años. Desde hace unos meses, de nuevo ejerce la máxima posición partidista. Ha tenido además una activa participación en la complicada dinámica de los años del chavismo. Polémico y frontal, Felipe Mujica ofrece sus reflexiones a los lectores de ABC de la Semana.
— El MAS va a estas elecciones municipales del 8D con tarjeta propia y esto para muchos es una señal de división, toda vez que la MUD mantiene la tarjeta única.
— La decisión del MAS hay que colocarla en contexto en el cual se produjo. El MAS venía señalando desde enero que el reglamento que la MUD tenía era un reglamento excluyente, que no garantizaba las posibilidades de que allí estuviese verdaderamente expresada la mayoría, no solamente de la representación de la sociedad, sino que también hubiese una representación equilibrada de los partidos políticos. Nosotros señalamos un ejemplo muy contundente en aquel momento, que era que un grupo de los partidos de la MUD teniendo el 70% de los votos, querían ocupar el 96% de los puestos, lo cual es una barbaridad frente a la necesidad de abrir y de garantizar espacios. Igualmente hicimos observaciones de cómo era el problema de la revisión de candidaturas y sobre otros temas y simplemente no nos hicieron caso. Y ello generó malestar y preocupación por cómo se estaban haciendo las cosas.
— Pero también surgieron divergencias sobre la estrategia de la campaña.
— Posteriormente, cuando llegó el momento de ver cómo íbamos a asumir la campaña electoral, vino el planteamiento de que había que polarizar y había que convertir la campaña del 8 de diciembre en un mecanismo para validar lo que había ocurrido en abril.
— Ese criterio parece desconocer la naturaleza de unas elecciones municipales.
— Absolutamente. Porque las elecciones municipales son una realidad muy específica, cada municipio tiene sus propios problemas y no se puede pretender solucionar la complicación de esa elección municipal insistiendo en polarizar y convertir las votaciones en un mecanismo que permitiera no ir a esas elecciones sino simplemente volver al contexto de abril, a aquel esquema del plebiscito. Sobre ese planteamiento estuvimos nosotros en desacuerdo.
— De todas maneras la próxima elección está contaminada por la polarización que surgió el 14 de abril.
— No solamente por una polarización, sino que estamos en medio de un conflicto que tiene que ver con toda la crisis que venimos heredando. Pero esa crisis, en buena medida, tiene que ver con la decisión de Chávez y posteriormente de otros sectores, de polarizar. Nosotros creemos que la ruptura de la polarización, la idea de convocar al dialogo y a la reconciliación, tiene como propósito precisamente sentarse a hablar con cada uno de los sectores del país sobre los problemas que enfrentan. Y este es un planteamiento que transciende el hecho electoral, realmente pretende crear y avanzar en condiciones y propósitos para que las cosas sean distintas.
Política sin Chávez
— Pareciera que en buena parte de la dirigencia opositora y también del chavismo, no se dieran cuenta de que Chávez no está. Obviamente Maduro es el heredero de Chávez, pero necesariamente hay matices y diferencias. Chávez tenía un liderazgo único y Maduro no; Chávez tenía un proyecto que lo impulsó y Maduro se mantiene atado a ese proyecto pero no tiene la fuerza de Chávez. De alguna manera ambos sectores lucen como anclados en el pasado.
— El liderazgo de Chávez es indiscutible, pero sin duda, su ausencia abre una nueva situación para todos. Ahora, lo que nos ha quedado es una manera muy equivocada de enfrentar los problemas. Por ejemplo, surge el planteamiento de la Constituyente: en cualquier país del mundo ésta es un instrumento que utiliza la sociedad para corregir situaciones que está viviendo y que necesita mejorar. Nunca la Constituyente debe ser un instrumento para que alguien aplaste a otro. ¿Qué hacen los sectores de la oposición cuando dicen “vamos a la Constituyente y las elecciones de diciembre van a demostrar que ese es el primer paso para tomar esa vía”? Simplemente están actuando en función de una interpretación similar a la que tienen del otro lado. Entonces, Maduro les responde: “vamos a la Constituyente, pero ustedes se atendrán a las consecuencias” y resulta que ninguno de esos dos argumentos son válidos. Los esquemas hay que romperlos porque lo que claramente se vislumbra es que el país que viene es un país en el cual se van a encontrar necesariamente ambos sectores y le van a dar espacio a una manera distinta de pensar, de hacer las cosas. Hay que colocarse en la perspectiva de avanzar, de encontrarnos, de dialogar.
— En relación a la situación actual y al tema de la Ley Habilitante, todo indica las intenciones del régimen de radicalizar el proceso. ¿A qué obedece ello cuando la crisis que vivimos más bien revela el fracaso de este modelo?
— Yo no sé si es radicalizar el proceso, yo creo que ellos lo que están haciendo es tratar de buscar salidas y a lo mejor están totalmente equivocados en las salidas que andan buscando. Porque es evidente que este país no es el país de Chávez, ni es el país del 98 cuando esto apenas comenzaba, tampoco es posible decir que el oficialismo es la maquinaria indiscutible, el oficialismo al igual que la oposición es un “saco de gatos”. Y no lo digo de manera peyorativa, para mí un “saco de gatos” simplemente obliga a que haya mayor debate, mayor reconocimiento y la obligación de tener que manejarse con diversidad. Eso la oposición lo ha hecho con resultados buenos y malos; la experiencia de la MUD, de la Coordinadora Democrática, la necesidad de buscar escenarios de concertación y el chavismo tiene que aprender de esa lección.
— Pero en el chavismo no se percibe ninguna tendencia, no digamos al diálogo, sino a crear las condiciones mínimas de la convivencia política. Ello se revela en la manera en como se ha presentado la nueva Habilitante, con el pretexto de combatir la corrupción y buscar salidas al cuadro económico.
— Es evidente que en el chavismo ya no hay quien tome una decisión (como lo hacía Chávez) y se acabe el debate, ahora están obligados a negociar porque no pueden seguir imponiendo las cosas. Con respecto a la Habilitante, con los contenidos que se le quiere dar, solamente será posible mediante la negociación. Simplemente el gobierno lo que debería hacer es discutir ampliamente el tema de la corrupción, aquí hay instrumentos legales suficientes para hacerlo. Y lo mismo pasa con la economía, el gobierno debe asumir que hay que cambiar el contexto, que lo que ellos vienen haciendo ha sido un fracaso, que lo único que ha permitido que no termine de colapsar es el petróleo, si no contáramos con ello esto hubiese explotado hace mucho tiempo. Yo creo que si el gobierno no cambia este tipo de decisiones, va a seguir aumentando este cuadro de descontento que de alguna forma u otra en algún momento va a terminar de expresarse de manera distinta.
— Ese descontento era atenuado sin duda con la personalidad y el liderazgo de Chávez.
— Sí, porque significaba permanentemente una suerte de esperanza, eso no existe ya. En Venezuela, insisto, estamos colocados frente a dos “sacos de gatos” que por sí mismo cada uno de ellos tienen vida propia, que pretenden manejarse frente al país dentro de esquemas similares. Hoy nosotros tenemos que tratar de hacer un esfuerzo para que eso cambie, para que el país vaya abriendo caminos.
Basta de confrontación
— Hay una crítica que también se le formula a la dirigencia opositora y es que su acción se agota en la denuncia y es una conducta refleja del gobierno. Pero realmente la oposición, más allá de planes electorales y visiones de Estado, no ha presentado al país una verdadera respuesta frente a esta crisis. ¿Cuál es la propuesta opositora?
— Yo creo que la MUD no es una dirección política, es un escenario de acuerdos electorales, porque cada vez que vienen unas elecciones la MUD se activa y prepara las estrategias. En el país hay sectores que han entendido que hay que dialogar, tanto del oficialismo como de la oposición, eso viene avanzando, eso se va a seguir desarrollando y es lo que va a permitir que haya una visión mucho menos compleja. Lamentablemente hay días en los que la oposición no tiene una visión compartida, porque en la medida en la que tú puedas tener una estrategia, el punto central de esa estrategia es que el futuro del país no va a ser sólo de la oposición o del chavismo, va a ser una mezcla de ambos sectores, ese es el país que hay que construir.
— Han sido 14 años de confrontación.
— Claro, la gente tiene 14 años dándose golpes y ya estamos cansados de eso, y los políticos saben de la inutilidad de un esfuerzo de insistir en una cosa de esta naturaleza. Por eso, lo más importante sería poder tener una visión a mediano o largo plazo que pudiera tener como centro el punto del diálogo, el punto del reencuentro, el punto del reconocimiento, en función de un país que está obligado a reencontrarse y que la única manera de resolver sus problemas es tratando de llegar a un acuerdo en las materias más difíciles; no sólo es el problema de la economía, la inseguridad o los servicios públicos, es también el tema de la política, de la política con P mayúscula, es necesario rescatar el ejercicio pleno de la política.
— ¿La decisión del MAS en relación a la tarjeta propia implica apoyar a los candidatos de la MUD pero también otras opciones?
— Sí. Esa decisión de ir con es tarjeta ha sido una decisión emblemática que permita actuar con audacia, sabiendo que como cualquier decisión política implica riesgos. Nosotros con la tarjeta queremos rehabilitar las cosas, primero la política: la política es el diálogo y la reconciliación. Eso en términos electorales tiene una frase coloquial, que está más o menos discutida y que es “hay que hablar”, ese es nuestro lema. Y dentro de ese esquema también quisimos buscar que lo que nosotros llevemos como representación sea expresión de lo que estamos diciendo. Salimos, nos conseguimos con candidatos de la MUD y no hubo ningún impedimento a pesar de que la MUD promovió que no aceptaran el respaldo de nuestro partido. Hay candidatos disidentes del chavismo en varios sitios del país, hay militantes del MAS y hay sectores de la sociedad que no fueron tomados por la MUD. Yo creo que en estos momentos la decisión del MAS (como dijo Petkoff cuando el partido era el adversario del bipartidismo) “es una especie de Volkswagen en medio de dos gandolas” y en este caso, esas dos gandolas son la polarización.
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