El 18-O del 45 en blanco y negro
Han pasado 68 años y el 18 de octubre de 1945 sigue siendo una línea divisoria entre los venezolanos. Para algunos, se trató de un simple golpe de Estado que detuvo el lento proceso de democratización, que iniciado por Eleazar López Contreras en 1936, pasó luego a manos de Isaías Medina Angarita.
Para otros, si bien es cierto que se trató de un golpe de Estado, las primeras medidas de la Junta Revolucionaria de Gobierno, presidida por Rómulo Betancourt, dieron paso a la verdadera democratización del país. Los primeros decretos de la Junta prohibieron a sus miembros participar en futuros eventos electorales y convocaron a una Asamblea Constituyente que aprobó en 1947 una nueva constitución.
Hasta entonces los textos constitucionales servían para justificar las asonadas y prolongar el mandato de gobernantes autoritarios, ahora se trataba de aprobar una constitución que consagrara el derecho al voto universal y secreto para las mujeres y los analfabetas, y además trazó el rumbo para la consolidación de regímenes democráticos.
Por supuesto, el propio 18 de octubre se consagró la división y el enfrentamiento entre quienes participaron en el acto de fuerza. La Unión Patriótica Militar, integrada por jóvenes oficiales y cuyo liderazgo ejercía el capitán Marcos Pérez Jiménez, fue la responsable en definitiva del derrocamiento. Desde 1943 se venía gestando este movimiento de la oficialidad joven, ya con una formación profesional moderna, algunos de los cuales (entre ellos Pérez Jiménez) habían recibido enseñanzas en la prestigiosa Academia Militar de Chorrillos en Perú, para estimular un cambio en el Ejército, todavía bajo el control de oficiales gomecistas de escasa preparación, conocidos como “Los chopos de piedra”.
El movimiento fue avanzando y llegó a tener el control de los centros principales de la estructura castrense y las complicaciones políticas, entre ellas la aspiración del general López Contreras a una nueva presidencia y el fracaso de las gestiones para un acuerdo nacional entre el medinismo y Acción Democrática para un mandato interino de Diógenes Escalante, abrieron el camino para la toma del poder.
Se planteaba obviamente la necesidad de incorporar a la conspiración a factores civiles. AD y Rómulo Betancourt, desde 1941, avanzaban en la organización popular de campesinos, trabajadores y sectores de la clase media que reclamaban cambios de fondo en el orden social y económico. En la casa del médico Edmundo Fernández (Independiente) se realizó la primera reunión entre los conjurados, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni (AD) y se acordó establecer un vínculo de comunicación para enfrentar lo que se vaticinaba como un delicado cuadro político.
En el fondo, se encontraban dos proyectos y dos visiones del país. Los militares de Pérez Jiménez apostaban a cambios profundos en las Fuerzas Armadas para ponerla a tono con las transformaciones de la institución que se registraban en varios países latinoamericanos y que habrían de acentuarse con el final de la Segunda Guerra Mundial. El camino era el desarrollismo que había tenido en Brasil su expresión durante el gobierno de Getulio Vargas, el reciente golpe de los coroneles en Argentina y la presión militar en Perú.
En ningún caso se proponían la implantación de la democracia, mientras que el postulado fundamental de AD era la conquista del voto para todos, profundizar la Reforma Agraria y modificar el régimen impositivo para las empresas petroleras. Los hechos hicieron inevitable el golpe que estalló la mañana del 18 de octubre y al día siguiente, al constituirse la Junta de Gobierno, resultó excluido el grupo más radical de la UPM, siendo capturada por Betancourt y la dirigencia de AD, que iniciaron un proceso orientado a estabilizar la democracia. Por supuesto, el sector militar descontento durante tres años del gobierno de Betancourt y la elección de Rómulo Gallegos, hizo lo imposible por tomar el poder también por la vía de la fuerza, hasta que ello ocurrió el 24 de noviembre de 1948, cuando el novelista fue derrocado y comenzó una sucesión de gobiernos provisionales, hasta que Pérez Jiménez se hizo definitivamente con el mando el 2 de diciembre de 1952.
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