Un camino riesgoso
Ya
conocidas las líneas generales del proyecto de Ley Habilitante, que habrá de
discutir la Asamblea Nacional en los próximos días, no cabe la menor duda de
que se trata (de ser aprobado) de un nuevo instrumento para profundizar y
radicalizar el rumbo del proceso chavista, que ahora está en manos de Maduro y
una dirección cívico-militar. El objetivo inicial de avanzar en la lucha contra
la corrupción se complementaría con las leyes que se aprobarían para
contrarrestar la llamada “guerra económica”.
En
ambas direcciones se acentuará el control de espacios privados de la economía y
seguramente, las medidas tomadas con el Alcalde de Valencia, Edgardo Parra y
sus colaboradores, enjuiciados por prácticas de corrupción, podrían facilitar
la aplicación de sanciones similares contra gobernadores y alcaldes de la
oposición, quienes ya han sido directamente señalados por el propio Maduro.
¿Qué
viabilidad tendría un salto hacia adelante de la Revolución Bolivariana cuyos
resultados, después de 14 años, han colocado al país en un escenario de severas
complicaciones económicas y ante el cual no se vislumbran respuestas eficaces y
pertinentes? En el pasado, Chávez pudo enfrentar coyunturas críticas, gracias a
su carisma, a los atributos de su liderazgo y al incremento de los precios
petroleros, porque todavía se daba un margen de esperanza en sectores populares
y porque era tiempo de aguardar resultados concretos en el camino de asegurar
mejores condiciones de vida para la mayoría. Pero ahora no es así. Justamente
la incertidumbre y el temor que hoy reinan en el país (por igual entre
chavistas y opositores) es el producto de la constatación de que se trata de un
proyecto que a la postre, habría de demostrar su inviabilidad y las costosas
consecuencias que él desató para la población venezolana.
Ante
el dilema de proponer una rectificación sustancial de las políticas implementadas
hasta ahora (como se ha hecho en procesos similares en otros países) y por esta
vía asegurar de alguna manera un clima que facilite aproximaciones y acuerdos,
Maduro parece decidido a apostar por el camino contrario, que terminará por complicar aún más la situación actual y acentuar la polarización
política, que seguramente creará obstáculos adicionales a su gobernabilidad.
Una
apuesta demasiado riesgosa hecha justamente cuando su gestión está siendo
castigada por la valoración de los venezolanos, según los más recientes
sondeos, y que probablemente se exprese en términos de “voto castigo” en las elecciones
del 8 de diciembre, que si bien son para elegir alcaldes y concejales, en esta
ocasión están definitivamente impactadas por las variables políticas. En este
sentido, el reciente artículo del asesor del régimen, Heinz Dieterich, no
debería echarse al saco del olvido.
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