El ABC de Felipe Pérez Martí – Economista y ex ministro de Cordiplan 2002 – 2003
“Este régimen cambiario descalabró nuestro sistema productivo”
Medidas como el Sicad II son insuficientes. Actualmente los sectores con mayor crecimiento están relacionados con el gasto público. El precio de la gasolina tiene que subir. El BCV debería rescatar su independencia, señala el Doctor en Economía de la Universidad de Chicago.
Manuel Felipe Sierra
En 2002 fue llamado para que asumiera el ministerio de Cordiplan y allí estableció algunas políticas que no fueron del agrado del Alto Gobierno de la Revolución. Al año, abandonó el despacho y se ha dedicado a la docencia y a la consultoría privada. Junto a un calificado grupo de economistas, trabaja en un programa alternativo para enfrentar la compleja situación económica del país. Estas son sus reflexiones para los lectores de ABC de la Semana.
— ¿En qué consiste la propuesta que has elaborado junto a un grupo de economistas para superar la crisis económica? Porque si algo es un criterio generalizado es que todas estas complicaciones que se están viviendo tienen una explicación en la inviabilidad de un modelo que está llegando a lo que era previsible.
— Nosotros tenemos unas propuestas que en lo económico son cinco puntos. Este es un programa porque no se puede hacer una cosa separada de la otra, y en lo político, tenemos un punto. El primer punto es el del tipo de cambio, que es el centro del problema que tenemos. El Gobierno está actuando de una forma sumamente desquiciada, es el extremo de la locura, porque está perdiendo cuarenta mil millones de dólares con este régimen cambiario, sin ninguna necesidad. La brecha fiscal que es de 15% la cerrarían en su mayor parte si cambiaran de régimen cambiario, porque recaudarían básicamente el 10,8% del PIB. El problema que tenemos de inflación y acaparamiento tiene que ver con la emisión de dinero sin respaldo del Banco Central de Venezuela (BCV) para cerrar esta brecha. Entonces, si se hiciera una corrección cambiaria, bajaría la necesidad de emisión de dinero. Este régimen cambiario ha sido un desastre, ha sido nefasto para la economía; primero, no ha detenido la fuga de capitales, más bien se ha disparado más que en la IV República, en estos 14 años ha sido de más de ciento sesenta mil millones de dólares. Hemos financiado la inversión de otros países y nos hemos descapitalizado aquí. En segundo lugar, no ha fortalecido el valor externo de la moneda, porque las devaluaciones que hemos tenido está por encima del 1000%. No ha fortalecido el valor interno tampoco, porque la inflación que hemos tenido en estos años es de 2.200% en promedio y en alimentación es aún más. Uno de los objetivos del régimen cambiario era controlar la inflación y esto evidencia que no la ha controlado para nada.
— Pero se han aplicado diversas medidas en materia cambiaria. Ahora, ¿qué efectos tendría esta decisión que entró en vigencia el lunes del mercado permuta, el SIcad II?
— Las medidas que ha estado tomando Rafael Ramírez van en la dirección correcta, son como para arreglar un poco el modelo económico que liderizaba Giordani y que no sirve, pero no son suficientes. El Sicad II puede recaudar dos puntos del PIB, que son unos diez mil millones de dólares y bueno, nada más la expectativa de este nuevo sistema disminuyó el valor del dólar paralelo, pero con la situación que tenemos ahora estas medidas son insuficientes.
— Cuéntanos sobre esa experiencia.
— En 2002 había un “over-shooting”, un desmadre en términos criollos, del tipo de cambio. Había un régimen de bandas que controlaba los aumentos, pero eso no funcionó, el tipo de cambio se descalabró, entonces yo propuse un tipo de cambio flexible, anunciado con bandas, lamentablemente éstas no se anunciaron porque el directorio del BCV, o sea la correlación de fuerzas allí no me hizo caso del todo, aunque sí tomaron en cuenta mi propuesta principal. Es decir, habían unas bandas pero no habían sido anunciadas, eso implicó que el tipo de cambio empezara a revaluarse. A mí me decían “el ministro místico”, burlándose de mí, pero cuando hice la predicción de en cuánto se iba a colocar el tipo de cambio, al próximo día empezaron a respetarme, porque incluso los bancos se equivocaron y se dio lo que predije. Otro de los aspectos negativos del régimen cambiario es que descalabró nuestro sistema productivo. Aquí los sectores transables, que son industrias de agricultura se han descalabrado en términos relativos porque es más barato importar.
— Pero ese es un problema estructural de la economía venezolana.
— Es estructural pero puede corregirse de una manera importantísima, corrigiendo la sobrevaluación. Actualmente, los sectores que han crecido son los que han estado relacionados con el gasto público: construcción; comercio; importación; la banca pública, que se ha enriquecido muchísimo con esto del esquema cambiario. El problema de la inflación ha sido producido por el Gobierno, si colocan en el BCV a gente responsable que no sea del Gobierno eso se frena en seco. Fíjate, en un proceso hiperinflacionario la gente no quiere dinero, incluso se deshace del dinero más rápido que la tasa a la cual crecen los precios, entonces la demanda de dinero real baja muchísimo. Si relajan el tipo de cambio no habría un efecto inflacionario, al contrario, si lo hacen en conjunto con lo fiscal, lo monetario, lo productivo y lo institucional, pueden bajar los precios de un solo golpe y después se generaría una inflación normal a los niveles de estándares de Latinoamérica.
— Después del régimen cambiario vendría entonces lo fiscal…
— Sí. Mira, aquí nosotros tenemos una situación muy loca, nuestra crisis es artificial e innecesaria; si cambian las políticas pueden corregir los problemas. Venezuela es uno de los países de Latinoamérica que menos paga impuestos sobre la renta, Colombia y Chile recaudan 23% del PIB en impuestos, aquí en Venezuela recaudamos nada más 14% y eso no puede ser.
— Estás citando dos economías con resultados exitosos, pero el resto de los países de Latinoamérica que también están en situación económica compleja, pagan también más impuestos que nosotros.
— Por supuesto, a pesar de su situación pagan más impuestos. Aquí somos demasiado neoliberales, a pesar de que quieran hablar de socialismo, esto no es socialismo, necesitamos sensatez. En lo monetario y en lo fiscal deben hacerse reformas decentes, con eso se resolvería el problema. Claro, no se pueden empezar a cobrar impuestos “a lo loco” con este aparato productivo, lo cambiario va a ayudar porque elimina la sobrevaluación, establecería condiciones para que lo monetario funcione. Sin embargo, hay sectores que se han enriquecido muchísimo y a los cuales si se les podría empezar a cobrar impuestos, como por ejemplo, la banca, que en teoría deberían pagar 34% de la renta y sólo están pagando 5%. También está el tema del precio de la gasolina, pero eso es otra cosa.
— ¿Ese sería otro punto dentro de lo fiscal?
— Sí. El precio de la gasolina tiene que subir innegablemente, el Gobierno debería aprovechar todo esto, que llamamos nosotros un nuevo programa económico, para plantear el tema del aumento del precio de la gasolina, sin miedo sin tabúes. Si lo hacen de manera adecuada no generarían inflación por esa vía, ello se podría controlar sobre todo si se controla el transporte público y los subsidios a los pobres. Porque básicamente el tema del precio de la gasolina es un subsidio a los ricos y a la clase media, y es innecesario. En el siguiente punto, planteamos una corrección de lo monetario y en primer lugar, tendrían que poner a alguien que no sea del gobierno del BCV y un directorio balanceado.
— Como fue antes o por lo menos, como se procuró que fuera…
— Exacto. El Banco Central tiene que tener independencia, eso tiene que hacerse. Ya con el tema monetario no habría necesidad de emitir y el BCV se concentraría en controlar la inflación. Ese sería el objetivo primordial, por supuesto. Se puede tener una política monetaria activa coordinada pero no abusando, como se ha estado haciendo. El cuarto punto es lo productivo; ya con lo cambiario y lo monetario se controla la inflación, de esa manera lo productivo puede desplegar sus alas. Hemos estado tan amarrados con esa camisa de fuerza que si la liberamos la gente empezaría no sólo a caminar, sino a correr y a volar. Pero tienen que decirles, no sólo estas condiciones macro sino también institucionales, establecer reglas de juego. Hay que darle valor al trabajo, a la producción, no al rentismo. De allí pasamos al quinto punto que es la institucionalidad: no se le puede dar la renta petrolera a los pobres desde el Estado central, el Estado central ha estado creciendo y la corrupción también, eso es una cosa natural que además, no se soluciona metiendo preso a nadie, hay que corregir las causas. Por ejemplo, si sube el precio de la gasolina se controla el contrabando de la gasolina. Descentralizando el Estado y dándole poder a las comunidades, se elimina la corrupción. Es un tema de diseño institucional y eso se conoce en economía. Realmente el poder popular, si se entiende como un aumento de la democracia participativa, genera eficiencia administrativa.
— ¿Y el punto seis?
—Es lo político propiamente dicho. Aquí hay una crisis política que hay que resolver. Si por ejemplo tú tienes un juego de dos jugadores, ambos tienen que respetar las reglas. En el juego democrático, si hay dos mitades, no puede ser que una sola tenga todos los árbitros y todos jueguen a favor de ella. Además, se ha perdido la legitimidad y la otra mitad de la población no cree en esos árbitros porque se han sesgado a favor del Gobierno. Por ejemplo, en lo económico se ha transgredido la Constitución y las leyes. Entonces, si una persona quiere que lo respeten como Presidente electo constitucionalmente, tiene que respetar la Constitución también. En particular, los poderes públicos, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), la Controlaría, la Fiscalía, y todos los organismos deben conservar su independencia. No le conviene al propio Gobierno tener gente que le diga que sí a todo. Vamos a solucionar las cosas de manera pacífica, que todo el mundo condene la violencia, que todo el mundo acepte la Constitución pero que el Gobierno de señales que también la va a respetar.
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