Santos - Uribe: milagro de la paz
A
las 8:30 de la mañana, del 8 de noviembre de 2011 Álvaro Uribe Vélez entra al Salón Continental del Hotel
Dann Carlton de Bogotá. En unos minutos comenzaría el seminario “La democracia
en América Latina”, dedicado a Venezuela y organizado por la Fundación
Internacionalismo Democrático que preside, y cuya
coordinación ejerce el escritor Plinio
Apuleyo Mendoza. El evento no escapa de la curiosidad periodística. Si bien
desde que dejó la presidencia de la República hace 16 meses, optó por alejarse de la
confrontación y sumergirse en el rigor académico, en esos días los hechos lo
habían convertido en una figura controversial, hasta el punto de que podría
enfrentar un juicio por supuestos delitos durante su mandato.
El seminario contó con la presencia
de dirigentes de la oposición venezolana, invitados de Ecuador y España, y el
equipo que le acompañó durante su gestión y que sigue a su lado en la etapa de
la adversidad. Francisco Santos, vicepresidente
y José Obdulio Gaviria vocero, cuidan el temario y orientan la discusión,
mientras él toma notas y complementa con preguntas las exposiciones. En la
introducción, aclara que “el tanque de pensamiento” que dirige procura
desarrollar estudios, investigaciones, debates y opiniones, sobre las ideas de
la democracia, libertad, seguridad y progreso en el continente, sin utilizar
los calificativos de “izquierda” y “derecha” sino basado en cinco parámetros
que serían la base de la democracia moderna: la cohesión social, la transparencia, la seguridad, las
libertades, y la institucionalidad independiente del Estado.
En la valoración se destaca que si
bien el desempeño de América Latina no es el peor en el marco de la crisis
económica global, existen en cambio, síntomas graves de deslegitimación y
deterioro de los valores democráticos. En esta tendencia cobraría importancia el
modelo del “Socialismo del Siglo XXI” patentado por Hugo Chávez, exportado a
varios países y en buena medida calcado por Rafael Correa en Ecuador, Evo
Morales en Bolivia y Daniel Ortega en
Nicaragua. Destaca que si bien existieron temores con un gobierno encabezado
por Ollanta Humala en Perú, todo indica que éste habrá de mantenerse en la
línea marcada por el gobierno de Brasil, de orientación de izquierda pero con
una acción pragmática en términos sociales, un proceso iniciado por Fernando Henrique Cardoso durante
dos períodos, continuado con un sesgo más radical en lo político por Ignacio
Lula Da Silva, y ahora en manos de Dilma Rousseff . Uribe destaca la grave situación planteada por el
narcotráfico como un combustible de la violencia latinoamericana con expresiones
criticas en México y Centroamérica y con riesgo de contagio en Jamaica y
República Dominicana.
Uribe confiesa que le preocupan los cambios que en las relaciones de Bogotá con Caracas ha introducidos por su sucesor. No es fácil para él entender cómo después de una denuncia antela OEA sobre la existencia de
campamentos de las FARC en Venezuela, el señalamiento haya desaparecido como
prioridad de la diplomacia bogotana. La explicación radicaría en el compromiso
adquirido por Chávez de cancelar una deuda de 900.000.000 millones de dólares a
exportadores colombianos que gravitaba en la economía doméstica. “No se
entiende que por esa razón, que no deja de ser importante, se abandonen los
principios y una política que procuraba justamente garantizar la seguridad de
los colombianos y también la seguridad de Venezuela”.
Uribe confiesa que le preocupan los cambios que en las relaciones de Bogotá con Caracas ha introducidos por su sucesor. No es fácil para él entender cómo después de una denuncia ante
Seria más incomprensible aún este giro, si se toma en cuenta que Santos en su condición de Ministro de la Defensa , estuvo
comprometido en la fase militar del Plan de Seguridad Democrática que logró el
debilitamiento de las FARC, una de las razones por las cuales el “uribismo”
contó por tercera vez con el apoyo mayoritario de los electores y que drenó
justamente a su favor ante el impedimento de Uribe para ser reelecto. “Presidente,
¿en qué momento se produjo esa ruptura entre su funcionario más cercano y
usted?”, Guarda silencio porque preferiría no hablar de “cosas desagradables”. Ante
la insistencia dice: “Viví una gran decepción cuando llamé al presidente Santos
para pedirle que no autorizara la extradición del narcotraficante Makled a
Venezuela, y él me dijo que estudiaría el caso para tomar una decisión. Me
sorprendió que casi inmediatamente se anunciara que el personaje sería
entregado al gobierno de Chávez.; Son cosas que no se entienden y que por
supuesto, molestan mucho”.
Ese jueves 24 de noviembre de 2011 se realizaría una nueva reunión de Santos y Chávez en Caracas
para repasar el nivel de las relaciones entre los dos países. “Si usted fuera
venezolano, ¿qué le preguntaría al presidente Santos sobre la reunión?” “Si yo
fuera venezolano le preguntaría qué pasó para que milagrosamente se haya
olvidado de la denuncia que el mismo condujo contra la presencia de las FARC en
el territorio de un país hermano”. En Colombia se vive lo
que parece ser una constante de la política entre el alumno que es entrenado
para tareas superiores pero que cuando las asume suele desconocer al maestro.
En Venezuela han sido varios los casos: Miranda y Bolívar; Páez y Bolívar;
Gómez y Castro; Medina Angarita y López Contreras; Carlos Andrés Pérez y
Betancourt y Luis Herrera Campíns y Caldera. Es la llamada “patada histórica”,
una frase que se le atribuye al dictador argentino Juan Manuel de Rosas.
Tal como van las cosas en el caso colombiano, la clásica patada podría desembocar en agresiones mucho más dolorosas y traumáticas, con consecuencias incluso más allá de las fronteras. Años después en mayo del 2014 se realizaron las elecciones presidenciales de entre el candidato del uribismo Óscar Iván Zuluaga y Juan Manuel Santos, en procura de la reelección. Los resultados para una segunda vuelta favorecieron a Zuluaga, pero la votación definitiva se produjo el domingo 15 de junio y en ella, Santos resultó reelecto con el 50,9% de los votos, lo que le aseguraba un mandato por cuatro años más y la posibilidad de lograr un acuerdo de paz con las FARC. Durante cuatro años los enfrentamientos entre Santos y Uribe se agudizaron mientras en La Habana se discutían los términos del Acuerdo de Paz que finalmente fue aprobado por las partes y anunciado el 26 de septiembre del 2016 con presencia de invitados internacionales en Cartagena de Indias.
En el plebiscito convocado del domingo 2 de octubre del 2016 para avalar el Acuerdo de Paz:, por una pequeña diferencia la mayoría de los electores (38 % de la población votante) se pronuncio por el "No" promovido intensamente por el Centro Democrático el partido que encabeza Uribe contra el "Si" ardorosamente estimulado por Santos. Un resultado que seria un indicador para las elecciones presidenciales del 2018 en las cuales, si bien ninguno de los dos lideres podrá optar nuevamente a la Presidencia la campaña electoral habrán de ser polarizada por ambas figuras protagónicas.
Sorpresivamente la mañana del miércoles 5 de octubre en el Palacio Presidencial Santos y Uribe se dieron la mano después de 6 años de distanciamiento y fuertes confrontaciones en busca ya no solamente de un Acuerdo de Paz, sino de un Acuerdo Nacional que aborde el tema de la guerra, pero también que defina el rumbo democrático del país. ¿La "patada histórica" habría sido nuevamente solo una famosa frase?
Tal como van las cosas en el caso colombiano, la clásica patada podría desembocar en agresiones mucho más dolorosas y traumáticas, con consecuencias incluso más allá de las fronteras. Años después en mayo del 2014 se realizaron las elecciones presidenciales de entre el candidato del uribismo Óscar Iván Zuluaga y Juan Manuel Santos, en procura de la reelección. Los resultados para una segunda vuelta favorecieron a Zuluaga, pero la votación definitiva se produjo el domingo 15 de junio y en ella, Santos resultó reelecto con el 50,9% de los votos, lo que le aseguraba un mandato por cuatro años más y la posibilidad de lograr un acuerdo de paz con las FARC. Durante cuatro años los enfrentamientos entre Santos y Uribe se agudizaron mientras en La Habana se discutían los términos del Acuerdo de Paz que finalmente fue aprobado por las partes y anunciado el 26 de septiembre del 2016 con presencia de invitados internacionales en Cartagena de Indias.
En el plebiscito convocado del domingo 2 de octubre del 2016 para avalar el Acuerdo de Paz:, por una pequeña diferencia la mayoría de los electores (38 % de la población votante) se pronuncio por el "No" promovido intensamente por el Centro Democrático el partido que encabeza Uribe contra el "Si" ardorosamente estimulado por Santos. Un resultado que seria un indicador para las elecciones presidenciales del 2018 en las cuales, si bien ninguno de los dos lideres podrá optar nuevamente a la Presidencia la campaña electoral habrán de ser polarizada por ambas figuras protagónicas.
Sorpresivamente la mañana del miércoles 5 de octubre en el Palacio Presidencial Santos y Uribe se dieron la mano después de 6 años de distanciamiento y fuertes confrontaciones en busca ya no solamente de un Acuerdo de Paz, sino de un Acuerdo Nacional que aborde el tema de la guerra, pero también que defina el rumbo democrático del país. ¿La "patada histórica" habría sido nuevamente solo una famosa frase?
Como el perro que muerde la mano del amo quien le da de comer, asi se mostro ante Alvaro Uribe el farsante y castro-comunista de juan manuel santos(en minuscula),un hombre de poca moral y bajos instintos.comunista confeso claramente por sus acciones.El tiempo permitira al pueblo Colombiano,conocer la alimaña que es juan manuel santos. Por suerte para America Latina vienen tiempos de cambio para bienestar de todos aunque la leccion sea dura,aprenderemos y no nos dejaremos marear con cantos de sirena.
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