lunes, 16 de junio de 2014

ANÁLISIS

Santos - Uribe: milagro de la paz

A las 8:30 de la mañana, del 8 de noviembre de 2011 Álvaro Uribe Vélez entra al Salón Continental del Hotel Dann Carlton de Bogotá. En unos minutos comenzaría  el seminario “La democracia en América Latina”, dedicado a Venezuela y organizado por la Fundación Internacionalismo Democrático que preside, y cuya coordinación  ejerce el escritor Plinio Apuleyo Mendoza. El evento no escapa de la curiosidad periodística. Si bien desde que dejó la presidencia de la República hace 16 meses, optó por alejarse de la confrontación y sumergirse en el rigor académico, en esos días los hechos lo habían convertido en una figura controversial, hasta el punto de que podría enfrentar un juicio por supuestos delitos durante su mandato.  

El seminario contó con la presencia de dirigentes de la oposición venezolana, invitados de Ecuador y España, y el equipo que le acompañó durante su gestión y que sigue a su lado en la etapa de la adversidad. Francisco Santos,  vicepresidente y José Obdulio Gaviria vocero, cuidan el temario y orientan la discusión, mientras él toma notas y complementa con preguntas las exposiciones. En la introducción, aclara que “el tanque de pensamiento” que dirige procura desarrollar estudios, investigaciones, debates y opiniones, sobre las ideas de la democracia, libertad, seguridad y progreso en el continente, sin utilizar los calificativos de “izquierda” y “derecha” sino basado en cinco parámetros que serían la base de la democracia moderna: la cohesión social,  la transparencia, la seguridad, las libertades, y la institucionalidad independiente del Estado.

En la valoración se destaca que si bien el desempeño de América Latina no es el peor en el marco de la crisis económica global, existen en cambio, síntomas graves de deslegitimación y deterioro de los valores democráticos. En esta tendencia cobraría  importancia el modelo del “Socialismo del Siglo XXI” patentado por Hugo Chávez, exportado a varios países y en buena medida calcado por Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y  Daniel Ortega en Nicaragua. Destaca que si bien existieron temores con un gobierno encabezado por Ollanta Humala en Perú, todo indica que éste habrá de mantenerse en la línea marcada por el gobierno de Brasil, de orientación de izquierda pero con una acción pragmática en términos sociales, un proceso iniciado por Fernando Henrique Cardoso durante dos períodos, continuado con un sesgo más radical en lo político por Ignacio Lula Da Silva, y ahora en manos de Dilma Rousseff . Uribe destaca la grave situación planteada por el narcotráfico como un combustible de la violencia latinoamericana con expresiones criticas en México y Centroamérica y con riesgo de contagio en Jamaica y República Dominicana.

Uribe confiesa que  le preocupan los cambios que en las relaciones de  Bogotá con Caracas ha introducidos por su sucesor. No es fácil para él entender cómo después de una denuncia ante la OEA sobre la existencia de campamentos de las FARC en Venezuela, el señalamiento haya desaparecido como prioridad de la diplomacia bogotana. La explicación radicaría en el compromiso adquirido por Chávez de cancelar una deuda de 900.000.000 millones de dólares a exportadores colombianos que gravitaba en la economía doméstica. “No se entiende que por esa razón, que no deja de ser importante, se abandonen los principios y una política que procuraba justamente garantizar la seguridad de los colombianos y también la seguridad de Venezuela”.

 Seria más incomprensible aún este giro, si se toma en cuenta que Santos en su condición de Ministro de la Defensa, estuvo comprometido en la fase militar del Plan de Seguridad Democrática que logró el debilitamiento de las FARC, una de las razones por las cuales el “uribismo” contó por tercera vez con el apoyo mayoritario de los electores y que drenó justamente a su favor ante el impedimento de Uribe para ser reelecto. “Presidente, ¿en qué momento se produjo esa ruptura entre su funcionario más cercano y usted?”, Guarda silencio porque preferiría no hablar de “cosas desagradables”. Ante la insistencia dice: “Viví una gran decepción cuando llamé al presidente Santos para pedirle que no autorizara la extradición del narcotraficante Makled a Venezuela, y él me dijo que estudiaría el caso para tomar una decisión. Me sorprendió que casi inmediatamente se anunciara que el personaje sería entregado al gobierno de Chávez.; Son cosas que no se entienden y que por supuesto, molestan mucho”.

Ese jueves 24 de noviembre de 2011  se realizaría una nueva reunión de Santos y Chávez en Caracas para repasar el nivel de las relaciones entre los dos países. “Si usted fuera venezolano, ¿qué le preguntaría al presidente Santos sobre la reunión?” “Si yo fuera venezolano le preguntaría qué pasó para que milagrosamente se haya olvidado de la denuncia que el mismo condujo contra la presencia de las FARC en el territorio de un país hermano”.  En Colombia se vive lo que parece ser una constante de la política entre el alumno que es entrenado para tareas superiores pero que  cuando las asume suele desconocer al maestro. En Venezuela han sido varios los casos: Miranda y Bolívar; Páez y Bolívar; Gómez y Castro; Medina Angarita y López Contreras; Carlos Andrés Pérez y Betancourt y Luis Herrera Campíns y Caldera. Es la llamada “patada histórica”, una frase que se le atribuye al dictador argentino Juan Manuel de Rosas.

Tal como van las cosas en el caso colombiano, la clásica patada podría desembocar en agresiones mucho más dolorosas y traumáticas, con consecuencias incluso más allá de las fronteras.  Años después en mayo del 2014 se realizaron las elecciones presidenciales de  entre el candidato del uribismo Óscar Iván Zuluaga y Juan Manuel Santos, en procura de la reelección. Los resultados para una segunda vuelta favorecieron a Zuluaga, pero la votación definitiva se produjo el domingo 15 de junio y en ella, Santos resultó reelecto con el 50,9% de los votos, lo que le aseguraba un mandato por cuatro años más y la posibilidad de lograr un acuerdo de paz con las FARC.  Durante cuatro años los enfrentamientos entre Santos y Uribe se agudizaron mientras en La Habana se discutían los términos del Acuerdo de Paz que finalmente fue aprobado por las partes y anunciado el 26 de septiembre del 2016 con presencia de invitados internacionales en Cartagena  de Indias. 

En el plebiscito convocado  del domingo 2 de octubre del 2016 para avalar el Acuerdo de Paz:, por una pequeña diferencia la mayoría de los electores (38 % de la población votante) se pronuncio por el "No" promovido intensamente por el Centro Democrático el partido que encabeza  Uribe contra el "Si" ardorosamente estimulado por Santos. Un resultado que seria un indicador para las elecciones presidenciales del 2018 en las cuales, si bien ninguno de los dos lideres podrá optar nuevamente a la Presidencia la campaña electoral  habrán de ser polarizada por ambas figuras protagónicas.  

Sorpresivamente la mañana del miércoles 5 de octubre en el Palacio Presidencial Santos y Uribe se dieron la mano después de 6 años de distanciamiento y fuertes confrontaciones en busca ya no solamente de un Acuerdo de Paz, sino de un Acuerdo Nacional que aborde el tema de la guerra, pero también que defina el rumbo democrático del país. ¿La "patada histórica" habría sido nuevamente  solo  una famosa frase? 


















1 comentario:

  1. Como el perro que muerde la mano del amo quien le da de comer, asi se mostro ante Alvaro Uribe el farsante y castro-comunista de juan manuel santos(en minuscula),un hombre de poca moral y bajos instintos.comunista confeso claramente por sus acciones.El tiempo permitira al pueblo Colombiano,conocer la alimaña que es juan manuel santos. Por suerte para America Latina vienen tiempos de cambio para bienestar de todos aunque la leccion sea dura,aprenderemos y no nos dejaremos marear con cantos de sirena.

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