El ABC de Isabel Pereira – Socióloga y Asesora de CEDICE
“Las cosas más terribles de la historia han derivado del comunismo”
La gente quiere una economía donde haya libertad para asociarse. Este periodo histórico va a cerrar en medio de muchas penalidades. Los países fracasan porque sus reglas de juego son equivocadas, señala la profesora universitaria.
Manuel Felipe Sierra
Es ampliamente reconocida y cuenta con una larga y meritoria labor como investigadora social y como académica. Próximamente, presentará la segunda edición de su libro “La quiebra moral de un país (Hacia un nuevo contrato social)”. Y precisamente sobre los contenidos y propuestas de su texto, conversa para los lectores de ABC de la Semana.
— Coméntanos sobre este libro que ha tenido un gran éxito…
— Creo que lo importante es que el libro ha generado un debate, incluso en los partidos políticos. He podido conversar con gente que está asumiendo cuáles son las cosas que tenemos que hacer y cuáles son los errores que hemos cometido en el pasado. El libro podría dividirlo en dos partes: en la primera parte expongo mi visión sobre lo que nos trajo hasta aquí, por qué llegamos a esta cosa que creíamos superada. Porque ya nosotros no imaginábamos un Gobierno militarista fundamentalmente, ni un Gobierno populista, o un Gobierno que intenta imponer el comunismo, esto era algo impensable hace 18 años, pero nos está sucediendo ahora. ¿Por qué? ¿Qué había dentro del ambiente político, cultural y económico que permitiera que hubiésemos llegado hasta aquí? Yo asumo una hipótesis y es algo muy controversial, yo digo que eso estaba desde el principio en lo que yo llamo el “Estado betancouriano”, que es un Estado que se convirtió en el eje de todo el desarrollo social, cultural y político del país, se convirtió en lo que llaman los sociólogos “la gran maquinaria social”, pero no solo social, también política y económica porque era el dueño de todos los sectores generadores de ingresos en el país. Todo lo que generaba riquezas en el país estaba en manos del Estado, porque a los sectores privados se les daba crédito pero para que actuaran en áreas de rentabilidad que no eran muy seguras, donde si se perdía dinero no importaba porque el Estado los financiaba, toda esa cosa perversa que ocurrió y que nos trajo hasta el presente.
— Y desde luego, un Estado tan cerrado como ese genera corrupción.
— Evidentemente, en un Estado con ese poder, ese control total de los recursos fiscales, los grupos que controlaban la política eran los dueños de un gran botín y eso traía mucha corrupción, porque ¿cuáles eran los controles que se le podían poner a unos hombres que manejaban todo el presupuesto de una manera casi discrecional? O sea, ¿quién se oponía a eso? ¿Cuál era la capacidad de controlar que tenía la sociedad? Eso nos trajo hasta aquí con este último episodio que es el intento de implementar el comunismo en Venezuela, que afortunadamente ha fracasado pero que nos está causando unos estragos tremendos. Está destruyendo parte de la economía, está creando malestar social, una polarización política terrible y falsa, porque no es cierto que los venezolanos están divididos en procomunistas y demócratas, la mayoría de los venezolanos tenemos tendencia democrática pero estamos ante una coyuntura política demasiado dura, demasiado difícil.
— Has señalado que la situación actual es consecuencia de ese Estado que se estableció con la democracia. Vale la pena ampliar esa visión.
— Este modelo es la reacción a lo que se había tenido antes del Pacto de Puntofijo, antes de ese entendimiento que hubo y que permitió gobernar al país durante 40 años que fueron (parte de ellos) los mejores que ha tenido Venezuela. En ese pacto uno de los elementos que estaba incluido era que el Estado iba a ser una especie de propietario organizador, el administrador, el controlador, es decir, era el dueño de todo. Entonces, cuando las primeras generaciones de políticos venezolanos (como Rómulo Gallegos, Jóvito Villalba, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, etc.) que habían luchado porque en Venezuela se instalaran regímenes de libertad gobernaban, la tendencia hacia la corrupción y hacia la desviación izquierdista del modelo estaba atemperada. Pero cuando éstos delegaron el poder comenzó todo este proceso degenerativo de la democracia venezolana, pero a la vez, donde se estaban generando unos grandes anticuerpos como la descentralización, que fue un intento de repartir el poder a lo largo de todo el territorio, donde surgió un nuevo liderazgo, todos esos nuevos líderes que ahora vemos en diversos estados. Mi hipótesis es que esto que ocurrió se dio en lo que en mi libro relato en el capítulo Un encuentro muy desafortunado, que es el encuentro entre Hugo Chávez y Fidel Castro, donde Chávez prácticamente se entregó al dominio ideológico y político de Castro. Chávez era un militar joven, sin mayor formación, sin experiencia política, que venía de cargos muy bajos en el Ejército y de repente se ve recibido en el aeropuerto de Rancho Boyeros por el propio Fidel, cosa que él no podía ni creer. Además, Fidel lo llevó a dar un discurso en la Universidad de La Habana y luego, comenzó a digerir todo ese conocimiento del marxismo y del comunismo. Eso hizo que este modelo del Estado que yo llamo “Estado betancouriano” en los últimos 15 años haya dado ese giro, el “Estado betancouriano” se tiñó de rojo, perdió el hilo democrático y ahora se intenta implantar el comunismo, cuestión que es totalmente inviable, que no ha prosperado en ninguna parte del mundo, todas las cosas más terribles de la historia son las que han derivado del comunismo.
El fracaso de un modelo
— ¿Pero tú crees que se trata en verdad de reproducir el modelo comunista?
— En el corazón de una parte de ellos (yo creo que casi no queda ninguno) esa era la idea original ¿Cuál era la proposición de eso? La lucha de clases, y eso lo vivimos nosotros en el seno de las empresas, el tratar de enfrentar a los trabajadores contra los empresarios, el convertir a los empresarios en enemigos, en eliminar la propiedad privada. No son necesariamente comunistas, pero han dado todos los pasos, sólo que no han podido a pesar del poder que han acumulado, porque tienen el control de las Fuerzas Armadas, de los recursos fiscales, de todas las instituciones y además, han dividido al país.
— Pero con Maduro han cesado las estatizaciones…
— Las estatizaciones se han parado porque van en contra de lo que la gente quiere, hoy los trabajadores no quieren eso porque ya aprendieron que ello lo que trae es pérdida de beneficios, de salarios, de todo. El balance que tenemos hoy es de un modelo inviable, yo creo que este es el cierre de un periodo histórico y este periodo histórico va a cerrar en medio de muchas penalidad para nosotros, vamos a sufrir un poco o mucho más, vamos a ver cómo la sociedad pareciera que se está cayendo a pedazos, que nuestras vidas están totalmente sumidas en una angustia y en una desesperación; no tenemos agua, no tenemos luz, están matando a la gente, no podemos hablar, los medio de comunicación cada día son mas escasos, pero estas son las batallas finales y así son. Pero luego de esa batalla final hay que retomar la posibilidad de construir una Venezuela verdaderamente democrática, con libertad y prosperidad y esos son los seis puntos que yo propongo en el libro.
— Es interesante eso que planteas porque una de las observaciones que se le hace a la estrategia de la oposición es que no ofrecen planes alternativos ni opciones, sino que hay una crítica que es cierta, pero la gente también espera que se le abra un camino, una esperanza.
— Yo sobre esto he trabajado y he reflexionado mucho porque mi trabajo ha sido con la gente, dentro de empresas, dentro de comunidades, hablando y oyendo a la gente, conociendo cómo las políticas del Gobierno afectan a las personas, cómo la libertad es conculcada día a día, qué es lo que la gente ve como pérdida de futuro y todas esas cosas. Yo, para resumir, propongo seis cosas: la primera, es que nosotros aceptemos de una vez por todas que el socialismo es un modelo económico inviable basado en la estatización, basado en el control de todas las actividades económicas. Precisamente eso fue lo que hizo Fidel Castro en Cuba con la Ley 890, él se apoderó de todo el aparato económico de Cuba y eso es lo que tiene hoy a Cuba destruida y viviendo de los subsidios de los demás.
— Pero en el caso de Venezuela no ocurrió ese proceso.
— Eso no lo han hecho en Venezuela pero nosotros tenemos que reconstruir nuestra economía, dar un giro de 180 grados y avanzar hacia una economía donde sea posible crear riquezas, donde puedan surgir nuevas empresas, eso es lo que claman todas las comunidades a lo largo de todo el territorito. La gente pide una economía donde haya libertad para asociarse, para montar una pequeña empresa, donde haya crédito para que todo el mundo monte sus negocios y prospere, que seamos un país de propietarios y no un país donde el Estado sea el propietario; ser una economía libre, donde los beneficios se ocupen y se orienten a la protección de esos sectores de la población que son vulnerables, a los que le es muy difícil sobrevivir o ser autónomos. Eso es que lo llaman capitalismo humanitario y capitalismo no es una mala palabra, es una palabra insustituible y eso ya no se discute en ninguna parte del mundo, salvo en Venezuela.
Al rescate de las instituciones
— ¿Y el segundo punto?
— El segundo punto es que adoptemos una agenda antimonopolio público. Tenemos que acabar con ese Estado dueño de hoteles, de bares, de fuentes de soda, de fincas, de areperas, ese es el trabajo de los ciudadanos, las empresas de los ciudadanos. El hecho de que un servicio sea prestado por el Estado no nos garantiza que sea de mejor calidad que el que presta una empresa formada por ciudadanos que responsablemente generan un bien o un servicio. Con todos los problemas que hay en los servicios públicos podemos ver cómo el Estado está fracasando en su gestión, en su incapacidad de gerenciar.
— ¿Cuál es tu tercera propuesta?
— El tercer punto que propongo es una dura lucha por el rescate de nuestras instituciones. Todos los estudios que se han hecho hasta hoy demuestran que los países fracasan porque las reglas de juego de sus países son equivocadas, porque las instituciones están equivocadas y no protegen los derechos y deberes del ciudadano, porque sólo están protegiendo a ciertos sectores de la sociedad, creando desigualdades. Las instituciones son para cerrar brechas, para asegurar que la gente cumpla con sus deberes, para representar al ciudadano en lo electoral, lo judicial, lo legislativo, en las instituciones educativas, en las sanitarias, en todos los aspectos. Tenemos que rescatar el carácter democrático de las instituciones.
— ¿Y tu cuarta reflexión?
— El cuarto punto se refiere a la descentralización, porque la descentralización ha sido el proceso más democrático que se ha hecho en Venezuela en los últimos 50 años, en el sentido de que era una redistribución del poder a nivel territorial, donde un municipio tenía la capacidad de cobrar impuestos, de administrar sus ingresos, donde los ciudadanos elegían a las autoridades y las quitaban si no les gustaban o hacían una mala gestión, donde la gente se autogestionaba dentro de unas reglas de juego compartidas por todos, donde las zonas más ricas podían apoyar a las zonas más pobres, donde se podía ver una confluencia de progreso, de autonomía, de responsabilidad y de desarrollo.
— Los temas de la pobreza y la participación ciudadana también son factores claves en un planteamiento de este tipo.
— Precisamente el quinto punto que propongo es combatir la pobreza, ese gran tema que dicen que es la gran deuda social. El problema es que la hemos combatido equivocadamente porque pensamos que se combate haciendo programas para pobres, y de esa forma estaríamos aceptando que siempre habrán pobres. Lo que tenemos es que establecer unas políticas orientadas a que no hayan venezolanos pobres, que no hayan grandes brechas entre unos grupos y otros, que tengamos acceso a oportunidades de la misma manera, aunque cada quien lo haga a su forma. Los programas de la pobreza son programas cuyo objetivo es hacer que crezca la clase media, queremos una clase media grandiosa, abierta, una clase de gente que tenga una clasificación profesional. Y el sexto punto es la consecuencia de todo esto, tenemos que lograr la gran transformación política y en lugar de tener un Estado que aplaste al ciudadano, tener un Estado que esté al servicio del ciudadano.
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