lunes, 4 de agosto de 2014

ABC de la Semana

El ABC de Omar Lugo – Periodista de la fuente económica 

“La velocidad en la que suben los precios es más rápida que la capacidad de respuesta del Gobierno”

Se están atacando las consecuencias de la inflación, pero no sus causas. El dólar paralelo sigue siendo referencia para el establecimiento de precios. El Ejecutivo va a tener que emprender acciones contundentes, opina el especialista.

Manuel Felipe Sierra

Ha destacado como corresponsal internacional en varios países y durante cinco años estuvo a cargo del relanzamiento del diario El Mundo, el cual se convirtió en un medio de economía y negocios. Actualmente, colabora en diversos periódicos nacionales en esta área y ha emprendido elestímulo.com, un proyecto editorial que va a incluir las tres marcas fundamentales de revistas en Venezuela: Clímax, Bienmesabe y UB, “para darle un ‘sacudón’ a este panorama informativo y tratar de indagar, investigar e ir más lejos de la agenda noticiosa diaria, con una propuesta diferente”. Estas son sus reflexiones para los lectores de ABC de la Semana.


— Es curioso cómo la situación económica ha tenido un notable impacto en el periodismo venezolano.
— Sin duda, es importante para nosotros ver cómo el periodismo en Venezuela tiene que reconvertirse en medio de esta crisis, donde medios tradicionales están agobiados por la situación económica, donde han cambiado de manos, donde capitales de oscuro origen y oscuras relaciones con el poder están realizando “tomas hostiles”, y eso está ocurriendo a la vista de todo el mundo. De hecho la radio, incluso la AM, está recuperando territorio perdido ante la FM y ante otros medios, y es importante que la gente tenga estos espacios de comunicación y de participación para analizar el entorno, más allá del discurso oficial. Hay una realidad que no se puede escatimar y es la que se está imponiendo en el día a día de millones de personas, porque aunque el discurso oficial quiera “dorar la píldora”, la gente sabe cómo son las cosas en la calle y el periodismo tiene que estar a la altura de ello, tenemos que hacer un “periodismo espejo” que refleje esa realidad y no un “periodismo ventana” que esté observado la realidad como quien mira el paisaje a través de la ventana de un tren.

— Los analistas coinciden en que la situación económica actual era previsible, debido a que se trata de un la inviabilidad de un modelo. Ahora se habla de la necesidad de un ajuste, de unos cambios que tienen que realizarse quiérase o no. Incluso, hay informaciones de que vicepresidente para el Área Económica, Rafael Ramírez, ha realizado reuniones en Europa con banqueros e inversionista, para abordar el tema de la deuda venezolana y no hacerlo a través del Fondo Monetario Internacional.
— Más que la deuda Ramírez ha reconocido la necesidad de una unificación cambiaria. Tenemos tres tipos de cambio: el de 6,30 bolívares, el de Sicad I que está a 11 bolívares y el de Sicad II que ronda los 50 bolívares por dólar. Si uno hace un promedio de los tres tipos de cambio te da 23 bolívares, que sería el tipo de cambio oficial. Sin embargo, no sabemos si va a ser la referencia definitiva para la cual hipotéticamente se unificarían los tipos de cambio. Pero ojo, ello sería manteniendo el control de cambio, porque el Gobierno no ha dado señales de que pretenda aflojar este control y si lo hiciera, obviamente se dispararía el valor del dólar y el flujo de divisas sería mayor. Y también tenemos el dólar paralelo que sigue campante, está en torno a 70 bolívares por dólar (que ya no es ilegal decirlo por cierto) y ese dólar sigue siendo referencia para la marcación de precios en la economía y esa es una de las graves distorsiones que estamos sufriendo los venezolanos.

— De hecho, se pensó que con la creación del Sicad II éste podría ser una solución para bajar el dólar paralelo.
— El Gobierno creó Sicad II pensando que iba a poder aumentar la oferta a través de la subasta de bonos de deuda, que era más o menos el mecanismo del dólar permuta, que por cierto, con la decisión de Jorge Giordani de acabar con este mercado, se disparó el paralelo hasta 10 ó 12 veces el valor del dólar oficial y contra eso está lidiando la economía. Hay un dólar fantasma, que si bien es pequeña su participación en el contexto de las importaciones totales del país, está marcando la relación de precios de bienes, muebles, inmuebles, de todo lo que podamos imaginar. De modo que la distorsión cambiaria es la fundamental que tenemos en Venezuela. El Gobierno y Rafael Ramírez en este caso, consciente de eso, establece esta orientación. Se creó el Sicad II como una forma de darle alivio a las cuentas de PDVSA y de sus socios, porque como sabemos todo el mundo enfrenta costos en torno al dólar libre y era insustentable la operación si le reconocían sus exportaciones o sus inversiones por ejemplo a 6,30, y es que Venezuela puede ser para un ejecutivo extranjero el país más caro o más barato del mundo, según el tipo de cambio que use.

Incertidumbre

— Pero persiste el gran problema de la desconfianza y la incertidumbre que tienen los inversionistas.
— Por supuesto, está el problema de desconfianza que se ha generado y que ha frenado muchas inversiones, porque si una persona tiene un capital pequeño y tú le preguntas qué va a hacer con ello lo más seguro es que quiera cambiarlo a dólares para protegerse tanto de la inflación como de la incertidumbre. Sería necesario que el Gobierno convocara y diera un margen de confianza a esta inversión privada y decirle que va a trabajar junto a esa mitad que criminaliza, acusándola de “traidores de la patria”, de oligarcas, de cualquier cantidad de cosas.

— Al parecer, el tema del ajuste ha creado problemas en el Alto Gobierno, donde existen criterios encontrados en esta materia. Para algunos, ello implicaría un salto muy grande que tendría un elevado costo político y no solo porque se podría disparar la inflación. El hecho cierto es que cada día que pasa se torna más urgente implementar medidas de este tipo.
— Parece que en el partido de Gobierno hay al menos dos corrientes: los pragmáticos y los conservadores. Los pragmáticos estarían encabezados por Rafael Ramírez y Nelson Merentes, y estarían orientados a negociar con el sector privado, aceptar su participación en la economía (siempre bajo la supervisión estricta del Estado) y a abrirle algunos espacios, inclusive reconocerle deudas, ver cómo no afectan tanto las cuentas de estas empresas porque ellas generan muchos empleos. Pero del lado radical, están quienes insisten en que lo que está pasando es un proceso lógico de acabar con lo que hay para construir sobre estos escombros, después de 15 años, una economía nueva, un país nuevo, un “hombre nuevo” (en términos del socialismo romántico). Inclusive hay unos diputados que están retomando la idea de acabar con los monopolios de medios de producción privados que existen en Venezuela.
Acciones contundentes

— Pero pareciera que la decisión sobre un ajuste, más que por razones ideológicas, se impone como una necesidad para superar la crisis.
— Cuando analiza este contexto se pregunta cuál podría ser el próximo movimiento que haga el Gobierno, porque está entrampado y de hecho, ya estamos alcanzando más de la mitad del año y no hay medidas para atacar esta situación. Están atacándose las consecuencias de la inflación, hay fiscales en la calle revisando precios, revisando tiendas, revisando cosas, pero esas son sus consecuencias, no sus causas.

— Algunos afirman que en la práctica el Gobierno está aplicando tímidamente ciertos ajustes. Por ejemplo, se habla de que el Sicad II fue un mecanismo para flexibilizar la asignación de divisas, que han cesado las expropiaciones, y que también existen acuerdos muy parciales entre empresarios y el Gobierno en algunas áreas, y que se están pagando deudas pendientes…
—Sí, incluso se ha dicho que están aumentándose algunos precios que estaban represados, pero son cosas puntuales e insuficientes porque el problema es la inflación, como habíamos dicho. El origen de toda esta gran distorsión es que la velocidad en la que suben los precios es mucho más rápida que la capacidad de respuesta del propio aparato económico y del Gobierno para autorizarlo. Si sacas la cuenta por ejemplo, una persona que gane salario mínimo tiene que trabajar dos días para comprar un kilo de queso, eso es trágico y la realidad es que la inflación perjudica a los más pobres. El Gobierno está accediendo a aumentar gradualmente algunas cosas, pero nunca va a reponer el impacto de la inflación. Por ejemplo, el año pasado el Ejecutivo aumentó en un 45% los salarios, pero si la inflación fue de 60% en promedio, significa que el trabajador que gana salario mínimo perdió solamente 15%, en teoría.

— Pero el Gobierno debería emprender acciones más contundentes.
— ¡Claro! Ese aumento que mencionamos no se aplica escaladamente igual en otros sectores, es decir, por encima del salario mínimo deberían estar los trabajadores de oficina, los trabajadores técnicos, los licenciados, los ingenieros, los médicos los profesionales en general, pero es muy difícil que una empresa haya podido decirles: “yo también les voy a aumentar el salario en un 40 ó 50%”, porque la economía está paralizada, hay pocas ventas, la actividad industrial ha venido cayendo sostenidamente, y no hay evidencias de que haya una reversión de ese cuadro en los próximos meses. El Gobierno va a tener que emprender acciones contundentes, no solamente acceder a aumentos de precios, ponerle fin a algunos subsidios o hacer una unificación cambiaria, más bien va a tener que proponer un cambio radical para que haya un aumento de la producción local, porque está demostrado que no tienen suficientes dólares para seguir sustentando la economía y la oferta a punta de importaciones.

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