El ABC de Emilio Novel – Profesor de Derecho Internacional
“Hay elementos suficientes para que la Cláusula Democrática de la OEA se aplique a Venezuela”
La democracia no es solamente ir a elecciones, es una forma de ser. La “petrodiplomacia” de Chávez se proyectó en pocos países. En una nación dividida como Venezuela, la única manera de salir de la crisis es que el Gobierno y la oposición se sienten a dialogar y a negociar (en el buen sentido de la palabra), opina el especialista.
Manuel Felipe Sierra
Es abogado y Magister Scientiarum en Integración Económica. Se ha desempeñado como asesor de empresas en las áreas de Derecho Mercantil, Tributario, Derecho de la Competencia y Comercio Internacional. Ha representado a Venezuela en reuniones de la OMC, ALADI, CAN, FELABAN y UNCTAD. Actualmente, es profesor de postgrado en diversas universidades y en su más reciente obra, “La Cláusula Democrática”, ofrece un amplio análisis sobre lo que denomina “la petrodiplomacia chavista”. Estas son sus reflexiones para los lectores de ABC de la Semana.
— ¿Cuál es la historia de la Cláusula Democrática y cuál es su importancia en estos momentos?
— Es un instrumento que los organismos internacionales a partir de la Segunda Guerra Mundial establecieron para sancionar a aquellos países que se apartan de la democracia. Desde entonces, ese es un mecanismo que se ha ido ampliando, y hoy por hoy aplica sanciones económicas y algunas suspensiones de estos organismos. Pero a la hora de tomar una decisión, comporta un conjunto de obstáculos porque ello implica que los países, que son los que deciden al final en esas instituciones, estén uniformes en cuanto al criterio a quien aplicárselo. Entonces allí entramos en la discusión de si un país es o no democrático, de acuerdo a los cánones o estándares internacionales sobre lo que se considera democracia.
— ¿Cuál es la vinculación entre la Cláusula Democrática y la Carta Democrática Interamericana de Lima?
— La Carta Democrática Interamericana se sanciona en el marco de la Organización de Estados Americanos (OEA) y contiene una Cláusula Democrática, que son varios artículos que han sido desarrollados. Si se quiere, es la cláusula más desarrollada que hay dentro de las instancias internacionales que conocemos. Ésta establece unos criterios mínimos sobre los cuales los países deberían pronunciarse frente a un régimen político determinado.
— La Carta Democrática Interamericana establece expresamente que no sólo la legitimidad de origen, es decir la elección democrática de un mandatario, convierte a ese país en un Estado democrático, sino que tiene que estar acompañado de un desempeño que se corresponda con ese mandato.
— Así es, se concibe a la democracia como el hecho electoral, pero también como una ejecutoría. En ese sentido, en la Carta Democrática Interamericana podemos ver que la erosión sistemática de los principios constitucionales, constituye una violación a la cláusula. De manera que no es solamente el hecho electoral, sino que también lo que se ha dicho que es el desempeño político de un régimen determinado. De hecho, uno de los artículos de la carta regula ese tema, cuando se produce una degeneración de la democracia los organismos de la OEA y los países que la conforman están obligados a valorar esa situación y tomar las decisiones que correspondan, en cuanto a las disposiciones que están en el instrumento.
Caso venezolano
— A pesar de que muchos han propuesto que van a invocar la Carta en el caso de Venezuela, pero ello no se ha concretado. Entre otras cosas parece ser porque actualmente en América Latina (a excepción de Cuba) todos los Gobiernos son productos de la voluntad popular. Pero algunos de ellos revelan una tendencia autoritaria, que es una nueva formas de distorsión de la democracia.
— En la región, la Carta se ha intentado aplicar en dos oportunidades: en el caso de Honduras, que allí se aplicó; y en el caso de la defenestración del cura Fernando Lugo en Paraguay, donde no prosperó porque no era la misma situación hondureña. En Honduras vimos que aún cuando la Fiscalía General estaba enjuiciando al señor Zelaya, fueron unos militares quienes lo agarraron, lo montaron en un avión y lo trasladaron a Costa Rica y eso fue lo que quedó para el público, la imagen de una especie de “golpe militar”, aún cuando toda la institucionalidad estaba prácticamente en contra de Zelaya. En el caso de Lugo fue un juicio político que se produjo en el Congreso de Paraguay y fue sacado del poder. Claro, los presidentes amigos de Lugo (Chávez, Fernández, Mujica y Correa) vieron eso como un golpe de Estado, sin embargo, el caso fue llevado a la OEA para aplicar la Carta y la OEA dijo que no operaba.
— Pero en ambos casos es importante destacar que pese a estos paréntesis se retomó la democracia inmediatamente a través del mecanismo de las elecciones. Es decir, que no eran los golpes de Estado clásicos que derrocan un Gobierno y establecen un nuevo.
— Así es, fue inmediatamente, no como había sido la tradición latinoamericana de que un grupo de militares se imponían y tomaban el poder hasta que viniera la democracia de nuevo. En estos casos no fue así, en Paraguay hubo una transición, convocaron a elecciones y se eligió a Horacio Cartes. Y en el caso de Honduras sucedió lo mismo, se nombró como Presidente interino a Roberto Micheletti, quien era Presidente del Congreso y hubo un proceso también de retorno a la constitucionalidad con la elección de Porfirio Lobo. Entonces, la discusión al final de esto es que si en Venezuela se debería aplicar la Carta. Hay juristas muy destacados, como mi profesor Pedro Nikken, que dice que en Venezuela se ha producido una situación política, una erosión sistemática de la democracia y de la constitucionalidad, que amerita la aplicación de la Carta. Asdrúbal Aguiar también lo ha señalado y yo comparto esa idea de que aquí se ha producido un deterioro, un vaciamiento de los contenidos esenciales de la democracia que ameritan que organismos internacionales valoren eso. Lo que pasa es que al final el problema es político. El “realismo pérfido” (como decía Octavio Paz) de las relaciones internacionales al final son los Estados los que deciden. Mientras la mayoría de los países de la OEA no estén de acuerdo en aplicar la Carta Democrática a Venezuela eso no va a avanzar. Solamente una correlación de fuerzas suficientes como se vio en Honduras permitirá que la cláusula se aplique a Venezuela, si esto no se da es imposible que pueda operar el mecanismo.
— ¿Cuáles serían las razones para invocar en el caso de Venezuela este instrumento?
— Desde el punto de vista jurídico, cuando se habla de erosión de la democracia, de los principios democráticos y de la Constitución, en Venezuela está claro que no existe separación de autonomía de los poderes públicos, que hay acosos, que no se respetan los derechos, que está restringido el derecho de prensa, además de la persecución, la militarización, la ideologización de la educación. Es decir, hay elementos suficientes para decir que la Cláusula Democrática se puede aplicar en este caso.
— ¿Y el tema electoral?
— ¡Por supuesto! Es que hay tantas cosas. La democracia no es solamente unas elecciones, es una forma de ser. Como decía Jean-François Revel, uno no elije a alguien para que lo atropelle, para que no lo oiga, para que lo torture o para que lo mate, porque eso entonces no es democracia. Yo creo que jurídicamente es posible aplicar la cláusula a Venezuela pero está el problema político del cual hemos hablado.
La “petrodiplomacia” de Chávez
— En el resto de América Latina, ¿hasta dónde tuvo efecto la política de Chávez y su famosa revolución?
— A mi parecer eso ha sido muy limitado, ha dependido mucho de la “petrodiplomacia” o de los fondos venezolanos. Eso solo ha llegado a permear o a proyectarse a pocos actores internacionales como Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Esa idea que proyectó Chávez en su momento llegó hasta ahí y en vista de lo que sabemos de la economía venezolana, no creo que se vaya a proyectar mucho más.
— Además, todas las economías del ALBA registran crecimiento económico importante, contrario al caso de Venezuela.
— Y eso que nosotros les hemos suministrado fondos y los hemos ayudado. Crecen ellos y nosotros decrecemos, esa es la paradoja. Ahora, que estamos en época de “vaca flaca” esas ideas que proyectó el socialismo del siglo XXI entran en barrena en el ámbito internacional. Desde el punto de vista económico se ha demostrado ante el mundo que incluso en Venezuela ese proyecto ha sido un fracaso. En estos momentos hay una situación muy compleja en el país, hay dos grandes unidades políticas enfrentadas, un país dividido y la única manera de salir de la crisis es que el Gobierno y la oposición se sienten a dialogar y a negociar (en el buen sentido de la palabra) que lleguen a acuerdos de carácter políticos y económicos, sólo ello permitirá avanzar hacia una recuperación de la normalidad democrática.
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