El ABC de Freddy Guevara / Coordinador Nacional de Voluntad Popular
“No hay cambio sin presión, y no hay presión sin riesgos y sacrificios”
Leopoldo López enfrenta el juicio más injusto de la historia. Al entregarse a la “injusticia”, lo hizo como una especie de sacrificio para quitarle la máscara al Gobierno. No existe una sola organización internacional que no cuestione la legitimidad democrática y la vigencia de los derechos humanos en Venezuela, señala el dirigente político.
Manuel Felipe Sierra
Se destacó como dirigente estudiantil en las movilizaciones de 2007 que condujeron a la derrota de la Reforma Constitucional propuesta por Hugo Chávez. Se desempeña como concejal metropolitano y ha participado activamente en la fundación y expansión de Voluntad Popular, partido del cual es hoy Coordinador Nacional. Estas son sus reflexiones para los lectores de ABC de la Semana.
— El líder fundador de Voluntad Popular, Leopoldo López, tiene ya seis meses en prisión…
—Seis meses y el juicio comenzó hace nada. Es decir, Leopoldo está viviendo las dos caras del sistema de justicia. Una de ellas es la impunidad que vive todo el pueblo en general con el retardo procesal, son muchísimos los venezolanos que tienen años en la cárcel sin iniciarse un solo juicio, ni producirse una sentencia. Y la otra cara, es la persecución política, porque Leopoldo está preso por haber dicho lo que todos sabemos, que este es un Gobierno corrupto, ineficiente, dictatorial, represivo, y que tiene que cambiar; por haber llamado a la gente a protestar en la calle de forma pacífica, porque él siempre dejó muy claro que la no violencia es el método de lucha con el que creemos que vamos a poder lograr los cambios. Y de esa forma tuvimos la oportunidad de quitarle la máscara al Gobierno y revelar su verdadero rostro, para que tanto el pueblo como la dirigencia y la comunidad internacional, vieran realmente lo que está pasando acá, que una dictadura ha secuestrado todos los poderes y los utiliza para su beneficio, y para perseguir a quienes piensan y actúan diferente.
— Muchos consideran que en este caso se han violentado todos los derechos del procesado. Cuéntanos un poco los detalles del juicio: el tema de los testigos, los cargos que se le han formulado, que además lo han hecho a partir de unas declaraciones que fueron interpretadas semiológicamente.
— Yo no tengo duda de que este es el juicio más injusto de la historia. Primero, el hecho por el cual lo detienen que es distinto por el cual lo juzgan, el 12 de febrero emiten la orden de detención responsabilizándolo por los asesinatos de Juan Montoya y Bassil Da Costa. Pero lo juzgan por otros delitos, como bien tú dices, un análisis subliminal de lo que él quiso decir. Es decir, ni siquiera se le está juzgando o apresando por lo que dijo, sino por lo que el Gobierno dijo que él quiso decir.
— Además, es un precedente porque los cargos en el caso de Leopoldo se le pueden aplicar a todo el mundo, sobre todo a los medios de comunicación y a los periodistas.
— A todo el mundo. Lo segundo grave del caso es lo que mencionaste, el tema de la prueba de los testigos. Este es el único juicio en el cual a un acusado no se le permite ni pruebas ni testigos en su defensa. Y tercero, el elemento de fondo del juicio es que más allá de la injusticia en sí que representa este proceso, es una radiografía de lo que estamos enfrentando, que es la razón por la cual Leopoldo se entrega ante la justicia injusta, para develar ante el mundo el verdadero rostro de este sistema, que no es una democracia, es precisamente una dictadura. Este sistema es la consecuencia de una cúpula que quiere secuestrar el petróleo para enriquecerse y mantenerse en el poder. Y todo aquel que denuncie eso o que pretenda cambiarlo es víctima de las armas del Estado, que tienen que ser para defender los ciudadanos, pero que las ponen en contra de aquellos que se atreven a decir algo distinto.
La entrega
— Hay mucha gente que se hace la pregunta: ¿por qué Leopoldo se entregó?
— Hay muchas opiniones al respecto, pero la razón de fondo en hacer frente a esta injusticia no era la popularidad ni lo que la gente quisiera o no, ni siquiera era su propia vida, porque lo más cómodo para Leopoldo era haberse ido del país con su familia, aunque el exilio no es fácil. Pero para Leopoldo era mejor estar afuera con su esposa y sus hijos que estar en Ramo Verde aislado, como está hoy en día. Pero esa decisión la tomó bajo una premisa que es fundamental para la lucha no violenta y que es fundamental para cualquier cambio, y es quitarle la careta al régimen, que no hubiera duda de a qué nos estamos enfrentando.
— ¿Y ello ha tenido algún efecto?
— Y ha tenido efecto, porque la percepción en todas las encuestas del país de que esto no es una democracia aumentó significativamente, no sólo después del encarcelamiento de Leopoldo, después de todos estos sucesos.
— Sobre todo en la opinión internacional…
— Sin duda. En la comunidad internacional, organizaciones importantísimas como Amnistía Internacional y Human Rights Foundation han planteado y han dejado claro que Leopoldo es un preso de conciencia. Es decir, ya esa visión que había antes del romanticismo que esta era una revolución para beneficiar a los pobres y que había una cúpula que se estaba resistiendo para defender sus intereses, ha quedado de lado porque lo que prevalece es la aberración de la injusticia. La arremetida que tuvo el Gobierno contra la resistencia estudiantil y la prisión de Leopoldo son los elementos que han dejado claro que esto no es un problema simplemente de tres facinerosos.
— Pero su entrega ha tenido un alto costo.
— Leopoldo al entregarse a la injusticia lo hizo como en una especie de sacrificio para demostrar y hacer el gran llamado a la comunidad internacional, pero sobre todo al pueblo y él lo dijo justo antes de entrar a la tanqueta: “si mi encarcelamiento sirve para el despertar de un pueblo, bien valdrá la pena”. Y de acuerdo a lo que hemos podido conversar con él a través de sus abogados y su familia (porque hay que destacar que está aislado) es que él no se arrepiente para nada de esto, él está convencido de que su acción, su movimiento y su liderazgo han logrado abrir los ojos de una cantidad de gente que antes los tenía cerrados porque no querían o no podían ver.
La Salida
— El tema de “la salida” que ustedes promovieron junto a María Corina Machado y Antonio Ledezma y que desembocó en unas protestas que lograron tener cierto alcance y que además trascendieron la protesta estudiantil, porque tuvieron eco en la sociedad civil. Para muchos ha significado una derrota política con graves consecuencias para la oposición en general, que introduce elementos de desencanto: están presos estudiantes, los alcaldes, Leopoldo, hay quienes aún están siendo perseguidos, se produjeron considerables daños materiales, además de los heridos y quienes perdieron la vida en las calles. En fin, ¿cuál es tu balance?
— “La salida” no fue lo que pasó desde el 12 de febrero en adelante, era un movimiento político que consistía en hacer asambleas de ciudadanos y movilizaciones pacíficas para buscar el debate y encontrar una salida constitucional, activar una Constituyente, un revocatorio, una enmienda o impulsar la renuncia, ese era realmente el plan de “la salida”. Lo que ocurrió el 12 de febrero fue que el Gobierno trató de abortar este proceso mediante la violencia, y fue lo que generó los sucesos posteriores, con un balance de muertos, detenidos y daños materiales en varias ciudades. Yo quiero reivindicar eso porque sería injusto pensar que la gran revuelta ciudadana que hubo fue impulsada solamente por nosotros, lo que pasó fue una rabia colectiva expresada en la calle, provocada por un Gobierno asesino. ¿A qué venezolano no le va a indignar que asesinaran a unos muchachos desarmados? Lo que hizo la gente fue salir a protestar, a reclamar, que es algo legal y constitucional. Nosotros sí creemos en el derecho a la protesta y no hay solución a la crisis sin protesta ciudadana.
— Pero el tema de la protesta ya no tendría mayor sentido después de lo ocurrido en los últimos meses.
— El planteamiento de “la salida” no ha finalizado si entendemos “la salida” como el proceso de construir un cambio político urgente y constitucional. Además, ese planteamiento hay que seguirlo dando, porque la gente quiere una salida a la crisis y la responsabilidad de la dirigencia política es ofrecerle ello a la población. Pero también es cierto que este proceso no va a ser fácil, no estoy diciendo que “aquí tienen que haber muertos”, porque yo no creo en eso, no hay ninguna causa que pueda justificar que alguien sea asesinado y menos de esa forma como murieron nuestros jóvenes. Ojalá el Gobierno tenga la conciencia suficiente para no utilizar las armas otra vez en contra del pueblo. Pero aquí no hay cambio sin presión, y no hay presión sin riesgo, y tampoco hay riesgo sin sacrificios.
— Pero el resultado de estas protestas ha tenido un costo político muy alto para sus promotores.
— Por supuesto que el saldo político de esto obviamente tiene unos costos gigantescos, la prisión de Leopoldo, de los alcaldes Daniel y Enzo, pero también tiene algo que evidentemente es fundamental para el cambio político y es el despertar de la conciencia de un pueblo y la pérdida del miedo. Cuando uno revisa todas las encuestas, no hay una sola que no plantee que de febrero para acá Nicolás Maduro perdió puntos y que la oposición subió, y no existe ni una sola organización internacional que hoy no cuestione la legitimidad democrática y los derechos humanos que se están violando en Venezuela. Este proceso que se generó en febrero fue la génesis de lo que va a ser el cambio definitivo, y que debemos aprender que uno no puede subestimar la capacidad asesina de quienes están secuestrando el poder, y que no hay cambio sin calle.
— “La salida” no fue lo que pasó desde el 12 de febrero en adelante, era un movimiento político que consistía en hacer asambleas de ciudadanos y movilizaciones pacíficas para buscar el debate y encontrar una salida constitucional, activar una Constituyente, un revocatorio, una enmienda o impulsar la renuncia, ese era realmente el plan de “la salida”. Lo que ocurrió el 12 de febrero fue que el Gobierno trató de abortar este proceso mediante la violencia, y fue lo que generó los sucesos posteriores, con un balance de muertos, detenidos y daños materiales en varias ciudades. Yo quiero reivindicar eso porque sería injusto pensar que la gran revuelta ciudadana que hubo fue impulsada solamente por nosotros, lo que pasó fue una rabia colectiva expresada en la calle, provocada por un Gobierno asesino. ¿A qué venezolano no le va a indignar que asesinaran a unos muchachos desarmados? Lo que hizo la gente fue salir a protestar, a reclamar, que es algo legal y constitucional. Nosotros sí creemos en el derecho a la protesta y no hay solución a la crisis sin protesta ciudadana.
— Pero el tema de la protesta ya no tendría mayor sentido después de lo ocurrido en los últimos meses.
— El planteamiento de “la salida” no ha finalizado si entendemos “la salida” como el proceso de construir un cambio político urgente y constitucional. Además, ese planteamiento hay que seguirlo dando, porque la gente quiere una salida a la crisis y la responsabilidad de la dirigencia política es ofrecerle ello a la población. Pero también es cierto que este proceso no va a ser fácil, no estoy diciendo que “aquí tienen que haber muertos”, porque yo no creo en eso, no hay ninguna causa que pueda justificar que alguien sea asesinado y menos de esa forma como murieron nuestros jóvenes. Ojalá el Gobierno tenga la conciencia suficiente para no utilizar las armas otra vez en contra del pueblo. Pero aquí no hay cambio sin presión, y no hay presión sin riesgo, y tampoco hay riesgo sin sacrificios.
— Pero el resultado de estas protestas ha tenido un costo político muy alto para sus promotores.
— Por supuesto que el saldo político de esto obviamente tiene unos costos gigantescos, la prisión de Leopoldo, de los alcaldes Daniel y Enzo, pero también tiene algo que evidentemente es fundamental para el cambio político y es el despertar de la conciencia de un pueblo y la pérdida del miedo. Cuando uno revisa todas las encuestas, no hay una sola que no plantee que de febrero para acá Nicolás Maduro perdió puntos y que la oposición subió, y no existe ni una sola organización internacional que hoy no cuestione la legitimidad democrática y los derechos humanos que se están violando en Venezuela. Este proceso que se generó en febrero fue la génesis de lo que va a ser el cambio definitivo, y que debemos aprender que uno no puede subestimar la capacidad asesina de quienes están secuestrando el poder, y que no hay cambio sin calle.
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