Contaba Pérez Alfonzo que en las
gestiones previas junto con el ministro saudita Abdullah Al Tariki para la
fundación de la OPEP viajaron a Noruega y se entrevistando con el primer ministro
Einar Henry Gerhardsen. Ambos consideraban que la nueva organización, entonces
confinada a los países árabes con excepción de Venezuela, debía ampliar su
radio de acción a otros países con reservas de petróleo. Noruega era una nación
europea con considerables reservas pero de una modesta producción. El alto
funcionario, después de escucharlos atentamente, les deseo buena suerte en el
proyecto y los despidió con una frase cortante: “Es mejor dejar el diablo bajo
tierra”. Hoy en día Noruega es ejemplo del manejo prudente y racional de su riqueza
petrolífera. Después de unos años con altos precios, los países de la OPEP
enfrentan un mercado complicado con tendencia a la caída. En la última semana sus
inventarios descendieron en promedio 3,43 millones de barriles y los precios
registraron una reducción de 4,48%. El WTI cerró en 40,7 dólares por barril y
el Brent en 46,94 dólares por barril, mientras el petróleo venezolano se cotizó
ligeramente a la baja. De mantenerse la tendencia, Venezuela dejara de percibir,
según información de la prensa, 2,2 millardos de dólares al mes. Tenía razón Pérez
Alfonzo cuando luego llamo al petróleo, parodiando a su colega noruego, como “el
excremento del diablo”.
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