El Papa Francisco llega a Cuba
y luego seguirá a Estados Unidos. Es el tercer Sumo Pontífice que visita la
isla en los últimos años. En 1998 Juan Pablo II rompió el hielo en las
relaciones entre el Vaticano y un régimen heredero del comunismo soviético, y
en el 2012 Benedicto XVI se reencontró con sus fieles cubanos. Ahora la visita
de Francisco tiene un carácter distinto. En 2 años y medio de su papado, el Pontífice
ha marcado una gestión de signo político con énfasis en el tema de la paz, ello
explica que su recorrido por el mundo no siempre se vincule con el magisterio católico.
Es uno de los elementos de la llamada “Franciscomania”, un “fenómeno sociológico
que logra que una persona sin conocimiento previo de los entresijos del poder Vaticano,
se convierta en icono de la juventud, insufle vientos de cambio y devuelva la ilusión,
además de la esperanza, a unos fieles sumidos en la perplejidad y la desilusión,
tras la significativa erosión de la imagen de la Iglesia Católica” según Germán
Gorraiz López. Francisco ha sido un factor importante en las negociaciones por
el restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba después de 54
años de fractura, lo cual explica de alguna manera el itinerario de su visita. El
Pontífice, más allá de los deberes protocolares, anuncia que se reunirá con
Fidel Castro, ya convertido en referencia simbólica del proceso cubano, y su
Secretario de Estado el Cardenal Pietro Parolin, (quien se desempeñó como
Nuncio en Venezuela), apuesta a que el encuentro entre Francisco Y Obama “se traduzca
rápidamente en el fin del embargo comercial impuesto por Washington a la isla hace
50 años”. ¿Tendrá eco la apuesta de Francisco en la Casa Blanca y el Congreso norteamericano?.
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