El
Tango de Perón (Elecciones Argentinas)
El
17 de octubre de 1951, en una ceremonia tradicional de la épica peronista, se
esperaba que Eva Perón aceptara la vicepresidencia de la República. Ya lo era de hecho.
La trayectoria del carismático militar populista estaba asociada a la
incansable labor de su compañera en el seno de los sectores populares. No se
produjo el anuncio. “Compañeros: No renuncio a mi puesto de lucha, renuncio a
los honores”. Al abandonar la tribuna cayó desvanecida. Su biógrafo el padre
Benítez cuenta: “había sentido todo el tiempo esas agujas en el vientre a causa
del dolor”. A los días, Perón era reelecto y al año siguiente Evita fallecía,
dando paso a un culto que llegó incluso a que su cadáver, en manos de los
militares enemigos, cumpliera un macabro recorrido por varios países. Con los
años, el drama fue reconstruido por Tomás Eloy Martínez en la novela “Santa
Evita”.
Años
después, en 1956 en el night club “Happy Land” de Panamá Perón conoció a María
Estela Martínez Cartas. Natural de La
Rioja , con el nombre artístico de “Isabelita” había actuado
antes en el cabaret “Pasapoga” de Caracas. Isabel habría de ser su compañera en
un largo destierro hasta el regreso a Buenos Aires en 1973. En agosto de ese
año el Congreso del Partido Justicialista escogió a Isabel como candidata a la
vicepresidencia para acompañar al viejo caudillo. De esta manera se cumpliría
el sueño inconcluso de Evita en 1951. La fórmula “Perón-Perón” obtuvo la
victoria con el 61,8% de los votos. A la muerte de Perón, el 01 de julio de
1974, asumió la jefatura del Estado y se convirtió, no sólo en la primera mujer
en alcanzar el máximo destino en América, sino también en la primera en
presidir una República en el mundo.
Le
tocaba una etapa particularmente compleja. El movimiento peronista era un
mosaico de tendencias irreconciliables, soldadas por el magnetismo de su líder
máximo. Los grupos de izquierda encabezados por “Los Montoneros” proseguían en
la lucha armada, enfrentados a la derecha sindical, y grupos representados por
el ministro José López Rega, a quien se le atribuía el manejo del poder y la
paternidad de la ultraderechista “Triple A”. Tendría que sortear también la
histórica conjura militar contra el movimiento peronista, la que sólo era
posible con la activación de la clase obrera y la fuerza de “los descamisados”.
El cuadro político conducía inevitablemente al golpe militar que se materializó
en marzo de 1976, dando paso a una sucesión de regímenes militaristas,
caracterizados por la violación de los derechos humanos. Durante los cinco años
siguientes Isabel conocería la prisión y el exilio.
Cuando
en 1983 Argentina regresaba a la democracia con la elección del radical Raúl
Alfonsín, Cristina Fernández y su esposo Néstor Kirchner volvían a la
militancia peronista. Durante los años de las dictaduras ambos habían
compartido luchas universitarias en la región de La Plata , y luego en Río
Gallegos, donde ejercieron la abogacía con enorme éxito financiero. En 1987
Néstor fue designado intendente y ya Cristina era representante provincial. A
partir de entonces lo actos electivos se fueron sucediendo de manera
vertiginosa: fue reelecta diputada en 1993 al 94; diputada a la Asamblea Nacional
Constituyente entre el 95 y 97; y senadora hasta el momento de su opción
presidencial.
Mientras
Néstor ejerció la Presidencia
de la República
en un intento por rescatar la prédica peronista desdibujada durante el mandato
pragmático de Carlos Menem, Cristina consolidaba su imagen política a partir de
sus propios méritos. Para muchos analistas se trata de un caso parecido al de
Hillary Clinton, donde la relación matrimonial no ha sido el factor decisivo
para el ascenso de las primeras damas. Al renunciar a la reelección en el 2007
Néstor dejó abierto el camino a la postulación para Cristina. El 27 de octubre
de ese mismo año fue elegida con el 44,9% de los votos. Iniciaba la difícil
tarea de mantener los niveles de popularidad de su esposo, quien había logrado
enganchar en buena medida con la simbología peronista.
Si
Evita aportó al peronismo en su momento su capacidad para captar las
expectativas de los pobres, e Isabel resultó una extraordinaria compañera de
Perón en los tiempos del exilio, Cristina respondía a nuevas realidades.
Profesional, militante, parlamentaria ducha en la confrontación política, debía
enfrentar el doble reto de conducir a un país todavía resentido por la
postración económica y mantener viva a la vez la mitología populista. En
octubre del año 2010, Néstor Kirchner falleció fulminado por un infarto, cuando
se anunciaba la posibilidad de una nueva presidencia, aunque no se descartaba
para Cristina el camino de la reelección.
El
domingo 14 de agosto de 2011, en el peculiar sondeo de las primarias
presidenciales, Cristina obtuvo el 50,7% de la votación, a considerable
distancia de Ricardo Alfonsín (12,17%) y Eduardo Dualde (12,7%). No cabía duda
de esta manera, que en las elecciones del siguiente 23 de octubre Cristina será
favorecida para un nuevo mandato constitucional. El domingo 25 de octubre del
2015, Argentina ira de nuevo a elecciones, y el candidato peronista Daniel Scióli,
con el abierto y entusiasta apoyo de Christina, prologará, según las encuestas,
el régimen peronista. Tenía razón el viejo caudillo cuando sostenía que el
peronismo era un fenómeno histórico que escapaba a las definiciones
convencionales, y que traducía una magia, un sentimiento, como el propio “tango”
de la política. Perón lo definió en una corta frase: “El peronismo es una cuestión
de sentimiento, más que de la cabeza”.
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