jueves, 8 de septiembre de 2016

ABC DE LA SEMANA

El ABC de Eduardo Liendo/ autor de la novela “Si yo fuera Pedro Infante”

EL TALENTO SE PUEDE TENER
PERO SIN VOLUNTAD NO HAY OBRA

América Latina era rural y el cine mexicano incorpora la taberna. Mi escritura es el recuerdo de mi adolescencia que estuvo marcada por la cultura popular azteca. En la historia de cualquier individuo pero particularmente en Venezuela nos gusta mucho la música. Como dijo Oscar Wilde: “Dadle a un hombre una máscara y os dirá la verdad” señala el reconocido novelista.

Conocido escritor con una importante obra literaria ha recibido numerosos reconocimientos entre ellos el  Premio Municipal de Literatura 1985  y el Premio del CONAC 1990, además de valiosa distinciones en el exterior. Ha conducido numerosos talleres de formación literaria  y en los últimos meses sus novelas han conocido un notable éxito de ventas. Estas son sus reflexiones para los lectores del ABC de la Semana.

Recientemente fue reeditada tu novela “Si yo fuera Pedro Infante” por la editorial Bruguera; esta novela ha tenido un gran éxito como todas tus obras en general, pero está en particular. Cuéntanos un poco cómo se te ocurrió parecerte  al ídolo mexicano.
Mas exactamente que la nostalgia por el cantante y actor mexicano,  la novela nace por un personaje llamado “Perucho” Contreras un amigo empleado público, o sea que no hay una autodefinición directa en el sentido de que yo sea el personaje sino es una invención de un  personaje que se apoya un poco en la biografía de Pedro Infante. Lo que yo aporto en la obra, es la nostalgia de mi adolescencia que estuvo marcada como la adolescencia de mucha gente de mi generación por ese cine mexicano ese llamado históricamente “el siglo de oro del cine mexicano”, la década de los 40 y 50 e incluso hasta los 60.


Hablas del  cine y la música mexicana, el mariachi, la ranchera y esas grandes figuras que impactaron la cultura latinoamericana.
Sí, porque ahí se da un fenómeno particular con el cine mexicano que ayuda a un cambio estructural del ruralismo al urbanismo, del campo a la ciudad, entonces eso no existía, América Latina era fundamentalmente rural y el cine mexicano incorpora la taberna, la ciudad y eso tiene un gran impacto en nuestras  sociedades. Caracas por ejemplo, era un pueblo grande no tenía un desarrollo muy importante, todavía era predominante el ruralismo y en nuestras ciudades había un porcentaje creo que del setenta por ciento de población  rural.

LA ADMIRACIÓN

Por supuesto como toda la juventud era aficionada al cine y le llamaba la atención la figura de Pedro Infante y de otros grandes cantantes mexicanos y cuentas en la novela sobre un cine muy famoso de la Caracas de esa época como fue el cine de “Los Jardines” en Los Jardines de El Valle; cuéntanos un poco sobre ello.
Esa era mi parroquia y el cine “Los Jardines” era lo que llamábamos entonces “la vaca” que era juntar plata para ir a ver las películas, y siempre Pedro Infante tenía una audiencia muy grande porque era “el mil amores”.

Fue un gran cantante de rancheras y también introdujo el bolero ranchero que era como más intimo, más conversación que tocaba  los temas del amor de manera más directa, que por cierto uno de los innovadores fue Rubén Fuentes quien  todavía vive y estuvo recientemente en Caracas para celebrar sus noventa años.
Por supuesto, el compositor de “Amorcito corazón”, “Corazón, corazón”, “Flor sin retoño” “Cien años” y por cierto de la canción favorita de los chicanos “La Bikina”.

Manejabas el tema pero no te decidías a publicar la novela, pero hubo un episodio según me contabas que te removió a retomar el texto y a darle forma definitiva.
Sí, yo había escrito para el “Papel Literario” de El Nacional un reportaje que lo titulé “Los mariachis callaron” que era justamente por la muerte de Pedro Infante, yo había renunciado ya a publicar la novela porque me parecía que era una cosa que ya había pasado de moda, pero estaba equivocado en eso. A los días de la publicación del artículo me invitan  a un acto al Ateneo de Caracas sobre la “Cultura Popular” donde invitan también  José Ignacio Cabrujas, Tulio Hernández, Tania Ruiz, Luna Benítez y a mí, porque dicen  “ah bueno Liendo es un rancherólogo”; entonces allí descubro que el tema estaba intacto por varias razones porque en la radio se había mantenido vigente y se mantiene más vigente de lo que uno imagina porque hay gente que escucha mucho radio y en la televisión había semanas dedicadas al cine mexicano y por supuesto allí estaba Pedro Infante, como incluso hoy está, para no hablar de México donde hay una emisora dedicadas exclusivamente a su música y aquí mismo en Lara hay un lugar donde los “pedroinfantólogos” tienen una cantina e incluso un museo.

Entiendo que fuiste a  México a una  feria del libro a llevar tu novela lo cual para algunos seria un atrevimiento así como nombrar “la soga en la casa del ahorcado” ¿cómo fue esa experiencia?
Primero fui con la editorial Monte Ávila que era la editora aquí de la novela y allá la reeditó la editorial Diana de México, o sea que ya tenía una edición mexicana y entonces ocurrió una situación muy simpática: yo estaba en el stand de los libros venezolanos se me acerco un joven mexicano y me dijo: “¿usted es venezolano?” yo le digo que si “y entonces porque escribió Pedro Infante si él era mexicano” yo le contento “es que Pedro Infante también en mi país es un ídolo como lo fue en Centroamérica”, “ah si yo he sabido eso” me dice el muchacho “es que los muchachos jóvenes pobres de México lo que queremos es ser como Pedro Infante”. Obvio que ni siquiera le pregunté por qué estaba sobreentendido porque Infante como persona remonta todas las limitaciones, él había sido hijo de un mariachi que en México estaba calificado como borracho que canta y fue analfabeta hasta los veinte años, cuando conoce a María Luisa que es la mujer que  lo entusiasma, lo saca de la limitación esa del cantante mariachi y lo lleva a Ciudad de México y se casa con él; después conoce a otra actriz y surge un problema que lo acusan de bígamo y cuando surge ese conflicto es ya la estrella del cine y de la música mexicana y en esos días se produce el accidente aéreo donde mure antes de resolver el juicio de bigamia al que estaba sometido.

  Eduardo el año pasado publicaste también una novela,  en otro contexto, pero que tiene un titulo tomado del  famoso bolero “Contigo en la distancia” de Cesar Portillo de la Luz ¿hay alguna relación entre las dos novelas?
Si claro, las dos están atravesadas en cierto modo por un fenómeno que es común en la historia de cualquier individuo pero particularmente en Venezuela donde nos gusta mucho la música y “Contigo en la distancia” es un peaje hacia el final por un niño llamado Elmer que se monta en una parada en la famosa Circunvalación Número 13 que existía en Caracas.

Ese tema te permite pasar revista sobre temas autobiográficos porque allí  compilas vivencias, situaciones y episodios todos ellos que te han sido muy  cercanos.
Sí, yo lo que he dicho es que no es mi autobiografía aunque por supuesto en ella hay muchos elementos de autoficción, porque en general todo escritor, me atrevería a decir que sin excepción, aunque escriba de otra cosa siempre toca temas de su propi existencia . Por ejemplo, si se está escribiendo sobre la luna allí el escritor incorpora su visión de la luna, qué aprendió de la luna bien sea científicamente o poéticamente pero es algo de lo cual no puedes escapar, por eso ese elemento autobiográfico puede ser más marcado o no, dependiendo del autor pero siempre se  mantiene un vinculo.  Otro ejemplo, Jorge Luis  Borges según sus biógrafos  escribió su famoso cuento  “Funes el memorioso” porque recibió un golpe en la frente que le produjo septicemia una infección poderosa que casi lo mata, y que tuvo un delirio cuando él recupera y recuerda ese delirio en el cual todo el tiempo se había tergiversado y en el cuento recuerda todos esos elementos.

LITERATURA VENEZOLANA

En una declaración anuncias que vas a incursionar en el teatro.
Si, ya  concluí  un libreto basado en mi novela “Mascarada” se llama “Las máscaras de Prudencio” y son nueve máscaras es la búsqueda de la identidad. Quiero llevar esto al teatro porque esta novela, y lo digo sin pretensiones, ha sido muy exitosa en los colegios a los cuales me invitaban con frecuencia y los muchachos cuando le hablaba de las máscaras que es la timidez, por ejemplo, la aventura, el romanticismo, el cinismo, la lujuria, la paranoia, el éxito todas esas son mascaras que Prudencio se va cambiando en un baúl entonces ese problema de la identidad los toca muy fuerte e incluso esa novela también tiene elementos autobiográficos en el sentido de que fue un rollo que se me presentó cuando regreso de un exilio y de varios años de prisión y entonces me planteo la autenticidad, la simulación en la vida porque yo había vivido unas experiencias muy especiales en la Isla de Tacarigua después en la Unión Soviética, en Praga o sea una vida excepcional para un muchacho que había salido de su barrio para una montaña y de repente se ve en Zúrich una cosa muy impresionante como experiencia y entonces me plantee eso de “cómo debo actuar” y me preocupó mucho eso de la autenticidad en ese momento de mi vida y como lo que me interesaba era la literatura, ya había escrito “El mago de la cara de vidrio” y “Los topos” entonces empecé a investigar el tema y me encontré con que la máscara, la simulación está en la literatura sobre todo en los grandes clásicos Shakespeare por ejemplo, en un drama dice “el mundo es un gran escenario y los hombres y las mujeres nada más que actores”. Oscar Wilde dice: “Dadle a un hombre una máscara y os dirá la verdad” y así sucesivamente donde uno se mete está el hombre mimetizado.

En esta situación que vive el país ¿Cómo ves la creación literaria? 
En estos momentos un  joven novelista venezolano Rodrigo Blanco está haciendo un excelente trabajo en Paris y acaba de publicar con “Gallimard” una de las editoriales fundamentales en Francia con una larga tradición la novela  The Night obteniendo  el prestigioso premio Rive Gauche 2016 y ello es muy bueno para él y para la literatura general de los venezolanos que ha sido un poco subestimada en el exterior, ahora no es el único también esta Héctor Torres, con la obra “Caracas Muerde” por ejemplo, y su novela “La huella del bisonte” y así hay varios nuevos escritores. Quizás no soy la persona más indicada para esto porque reheleó mucho y en esta época de mi vida incursiono poco en lo nuevo, me interesa mucho recrear lo que he leído en mucho tiempo por razones obvias.

Pero lo importante es que dentro de estas limitaciones y sobre todo económicas se percibe que hay una presencia fuerte de los jóvenes escritores.
Jóvenes y menos jóvenes.

Y también mujeres escribiendo y publicando con mucha fuerza, muchas de la cuales fueron tus alumnas en el taller de creación literaria que dirigías en la UCAB .
Si, como la escritora ya establecida Silda Cordoliani  por ejemplo, muy trabajadora, silenciosa pero de repente publica un nuevo libro de cuentos y sin “los hijos” literarios como  Alberto Barrera Tyszka  que ya gano un premio Herralde  con su obra “La enfermedad” y ahora acaba de ganar otro con la novela  “Patria o muerte” un tema que me parece que está más vinculado a la política porque también se ha abierto una necesidad de recrear lo que hemos experimentado en los últimos años política y sociológicamente y entonces muchos de los textos están marcados por estas circunstancias.

¿Qué les dirías a los jóvenes escritores frente al cuadro muy especial que ha vivido Venezuela a lo largo de estos años y con unas consecuencias terribles en todos los órdenes?

Yo les diría que lo importante es concretar sus ensoñaciones y llevarlas al hecho escritural, para mí la voluntad de creación es fundamental y a partir de allí, persistencia e investigación; está el talento que pueda tener pero sin voluntad no hay obra consistente  y quiero terminar con una humorada de Borges a quien le preguntaron: “¿Qué piensa usted maestro para el comienzo de un escritor?” y entonces contestó: “bueno, yo creo que lo mejor es que no comiencen”.    

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