El ABC de Eduardo Liendo/ autor de la novela “Si yo
fuera Pedro Infante”
EL TALENTO
SE PUEDE TENER
PERO SIN
VOLUNTAD NO HAY OBRA
América
Latina era rural y el cine mexicano incorpora la taberna. Mi escritura es el
recuerdo de mi adolescencia que estuvo marcada por la cultura popular azteca. En
la historia de cualquier individuo pero particularmente en Venezuela nos gusta
mucho la música. Como dijo Oscar Wilde: “Dadle a un hombre una máscara y os
dirá la verdad” señala el reconocido novelista.
Conocido escritor con una importante obra literaria ha
recibido numerosos reconocimientos entre ellos el Premio Municipal de Literatura 1985 y el Premio del CONAC 1990, además de valiosa
distinciones en el exterior. Ha conducido numerosos talleres de formación
literaria y en los últimos meses sus
novelas han conocido un notable éxito de ventas. Estas son sus reflexiones para
los lectores del ABC de la Semana.
Recientemente fue reeditada tu novela “Si yo fuera
Pedro Infante” por la editorial Bruguera; esta novela ha tenido un gran éxito
como todas tus obras en general, pero está en particular. Cuéntanos un poco
cómo se te ocurrió parecerte al ídolo
mexicano.
Mas exactamente
que la nostalgia por el cantante y actor mexicano, la novela nace por un personaje llamado “Perucho”
Contreras un amigo empleado público, o sea que no hay una autodefinición
directa en el sentido de que yo sea el personaje sino es una invención de un personaje que se apoya un poco en la biografía
de Pedro Infante. Lo que yo aporto en la obra, es la nostalgia de mi
adolescencia que estuvo marcada como la adolescencia de mucha gente de mi generación
por ese cine mexicano ese llamado históricamente “el siglo de oro del cine
mexicano”, la década de los 40 y 50 e incluso hasta los 60.
Hablas del cine
y la música mexicana, el mariachi, la ranchera y esas grandes figuras que
impactaron la cultura latinoamericana.
Sí, porque ahí
se da un fenómeno particular con el cine mexicano que ayuda a un cambio
estructural del ruralismo al urbanismo, del campo a la ciudad, entonces eso no
existía, América Latina era fundamentalmente rural y el cine mexicano incorpora
la taberna, la ciudad y eso tiene un gran impacto en nuestras sociedades. Caracas por ejemplo, era un pueblo
grande no tenía un desarrollo muy importante, todavía era predominante el
ruralismo y en nuestras ciudades había un porcentaje creo que del setenta por
ciento de población rural.
LA ADMIRACIÓN
Por supuesto como toda la juventud era aficionada al
cine y le llamaba la atención la figura de Pedro Infante y de otros grandes
cantantes mexicanos y cuentas en la novela sobre un cine muy famoso de la
Caracas de esa época como fue el cine de “Los Jardines” en Los Jardines de El
Valle; cuéntanos un poco sobre ello.
Esa era mi
parroquia y el cine “Los Jardines” era lo que llamábamos entonces “la vaca” que
era juntar plata para ir a ver las películas, y siempre Pedro Infante tenía una
audiencia muy grande porque era “el mil amores”.
Fue un gran cantante de rancheras y también introdujo el
bolero ranchero que era como más intimo, más conversación que tocaba los temas del amor de manera más directa, que
por cierto uno de los innovadores fue Rubén Fuentes quien todavía vive y estuvo recientemente en Caracas
para celebrar sus noventa años.
Por supuesto, el
compositor de “Amorcito corazón”, “Corazón, corazón”, “Flor sin retoño” “Cien
años” y por cierto de la canción favorita de los chicanos “La Bikina”.
Manejabas el tema pero no te decidías a publicar la
novela, pero hubo un episodio según me contabas que te removió a retomar el
texto y a darle forma definitiva.
Sí, yo había
escrito para el “Papel Literario” de El Nacional un reportaje que lo titulé “Los
mariachis callaron” que era justamente por la muerte de Pedro Infante, yo había
renunciado ya a publicar la novela porque me parecía que era una cosa que ya
había pasado de moda, pero estaba equivocado en eso. A los días de la
publicación del artículo me invitan a un
acto al Ateneo de Caracas sobre la “Cultura Popular” donde invitan también José Ignacio Cabrujas, Tulio Hernández, Tania
Ruiz, Luna Benítez y a mí, porque dicen “ah bueno Liendo es un rancherólogo”; entonces
allí descubro que el tema estaba intacto por varias razones porque en la radio
se había mantenido vigente y se mantiene más vigente de lo que uno imagina
porque hay gente que escucha mucho radio y en la televisión había semanas
dedicadas al cine mexicano y por supuesto allí estaba Pedro Infante, como
incluso hoy está, para no hablar de México donde hay una emisora dedicadas
exclusivamente a su música y aquí mismo en Lara hay un lugar donde los
“pedroinfantólogos” tienen una cantina e incluso un museo.
Entiendo que fuiste a México a una feria del libro a llevar tu novela lo cual
para algunos seria un atrevimiento así como nombrar “la soga en la casa del
ahorcado” ¿cómo fue esa experiencia?
Primero fui con
la editorial Monte Ávila que era la editora aquí de la novela y allá la reeditó
la editorial Diana de México, o sea que ya tenía una edición mexicana y
entonces ocurrió una situación muy simpática: yo estaba en el stand de los
libros venezolanos se me acerco un joven mexicano y me dijo: “¿usted es
venezolano?” yo le digo que si “y entonces porque escribió Pedro Infante si él
era mexicano” yo le contento “es que Pedro Infante también en mi país es un
ídolo como lo fue en Centroamérica”, “ah si yo he sabido eso” me dice el
muchacho “es que los muchachos jóvenes pobres de México lo que queremos es ser
como Pedro Infante”. Obvio que ni siquiera le pregunté por qué estaba
sobreentendido porque Infante como persona remonta todas las limitaciones, él
había sido hijo de un mariachi que en México estaba calificado como borracho
que canta y fue analfabeta hasta los veinte años, cuando conoce a María Luisa
que es la mujer que lo entusiasma, lo
saca de la limitación esa del cantante mariachi y lo lleva a Ciudad de México y
se casa con él; después conoce a otra actriz y surge un problema que lo acusan
de bígamo y cuando surge ese conflicto es ya la estrella del cine y de la
música mexicana y en esos días se produce el accidente aéreo donde mure antes
de resolver el juicio de bigamia al que estaba sometido.
Eduardo
el año pasado publicaste también una novela, en otro contexto, pero que tiene un titulo
tomado del famoso bolero “Contigo en la
distancia” de Cesar Portillo de la Luz ¿hay alguna relación entre las dos
novelas?
Si claro, las dos están atravesadas en cierto
modo por un fenómeno que es común en la historia de cualquier individuo pero
particularmente en Venezuela donde nos gusta mucho la música y “Contigo en la
distancia” es un peaje hacia el final por un niño llamado Elmer que se monta en
una parada en la famosa Circunvalación Número 13 que existía en Caracas.
Ese tema te permite pasar revista sobre temas autobiográficos
porque allí compilas vivencias,
situaciones y episodios todos ellos que te han sido muy cercanos.
Sí, yo lo que he
dicho es que no es mi autobiografía aunque por supuesto en ella hay muchos
elementos de autoficción, porque en general todo escritor, me atrevería a decir
que sin excepción, aunque escriba de otra cosa siempre toca temas de su propi
existencia . Por ejemplo, si se está escribiendo sobre la luna allí el escritor
incorpora su visión de la luna, qué aprendió de la luna bien sea
científicamente o poéticamente pero es algo de lo cual no puedes escapar, por
eso ese elemento autobiográfico puede ser más marcado o no, dependiendo del
autor pero siempre se mantiene un
vinculo. Otro ejemplo, Jorge Luis Borges según sus biógrafos escribió su famoso cuento “Funes el memorioso” porque recibió un golpe
en la frente que le produjo septicemia una infección poderosa que casi lo mata,
y que tuvo un delirio cuando él recupera y recuerda ese delirio en el cual todo
el tiempo se había tergiversado y en el cuento recuerda todos esos elementos.
LITERATURA VENEZOLANA
En una declaración anuncias que vas a incursionar en
el teatro.
Si, ya concluí un libreto basado en mi novela “Mascarada” se llama
“Las máscaras de Prudencio” y son nueve máscaras es la búsqueda de la
identidad. Quiero llevar esto al teatro porque esta novela, y lo digo sin
pretensiones, ha sido muy exitosa en los colegios a los cuales me invitaban con
frecuencia y los muchachos cuando le hablaba de las máscaras que es la timidez,
por ejemplo, la aventura, el romanticismo, el cinismo, la lujuria, la paranoia,
el éxito todas esas son mascaras que Prudencio se va cambiando en un baúl
entonces ese problema de la identidad los toca muy fuerte e incluso esa novela
también tiene elementos autobiográficos en el sentido de que fue un rollo que
se me presentó cuando regreso de un exilio y de varios años de prisión y
entonces me planteo la autenticidad, la simulación en la vida porque yo había
vivido unas experiencias muy especiales en la Isla de Tacarigua después en la
Unión Soviética, en Praga o sea una vida excepcional para un muchacho que había
salido de su barrio para una montaña y de repente se ve en Zúrich una cosa muy
impresionante como experiencia y entonces me plantee eso de “cómo debo actuar”
y me preocupó mucho eso de la autenticidad en ese momento de mi vida y como lo
que me interesaba era la literatura, ya había escrito “El mago de la cara de
vidrio” y “Los topos” entonces empecé a investigar el tema y me encontré con
que la máscara, la simulación está en la literatura sobre todo en los grandes
clásicos Shakespeare por ejemplo, en un drama dice “el mundo es un gran
escenario y los hombres y las mujeres nada más que actores”. Oscar Wilde dice:
“Dadle a un hombre una máscara y os dirá la verdad” y así sucesivamente donde
uno se mete está el hombre mimetizado.
En esta situación que vive el país ¿Cómo ves la
creación literaria?
En estos
momentos un joven novelista venezolano Rodrigo
Blanco está haciendo un excelente trabajo en Paris y acaba de publicar con “Gallimard”
una de las editoriales fundamentales en Francia con una larga tradición la
novela The
Night obteniendo el prestigioso premio
Rive Gauche 2016 y ello es muy bueno para él y para la literatura general de los venezolanos que ha sido
un poco subestimada en el exterior, ahora no es el único también esta Héctor
Torres, con la obra “Caracas Muerde” por ejemplo, y su novela “La huella del
bisonte” y así hay varios nuevos escritores. Quizás no soy la persona más
indicada para esto porque reheleó mucho y en esta época de mi vida incursiono
poco en lo nuevo, me interesa mucho recrear lo que he leído en mucho tiempo por
razones obvias.
Pero lo importante es que dentro de estas limitaciones
y sobre todo económicas se percibe que hay una presencia fuerte de los jóvenes
escritores.
Jóvenes y menos
jóvenes.
Y también mujeres escribiendo y publicando con mucha
fuerza, muchas de la cuales fueron tus alumnas en el taller de creación literaria
que dirigías en la UCAB .
Si, como la
escritora ya establecida Silda Cordoliani
por ejemplo, muy trabajadora, silenciosa pero de repente publica un
nuevo libro de cuentos y sin “los hijos” literarios como Alberto Barrera Tyszka que ya gano un premio Herralde con su obra “La enfermedad” y ahora acaba de
ganar otro con la novela “Patria o
muerte” un tema que me parece que está más vinculado a la política porque
también se ha abierto una necesidad de recrear lo que hemos experimentado en
los últimos años política y sociológicamente y entonces muchos de los textos
están marcados por estas circunstancias.
¿Qué les dirías a los jóvenes escritores frente al
cuadro muy especial que ha vivido Venezuela a lo largo de estos años y con unas
consecuencias terribles en todos los órdenes?
Yo les diría que
lo importante es concretar sus ensoñaciones y llevarlas al hecho escritural,
para mí la voluntad de creación es fundamental y a partir de allí, persistencia
e investigación; está el talento que pueda tener pero sin voluntad no hay obra
consistente y quiero terminar con una
humorada de Borges a quien le preguntaron: “¿Qué piensa usted maestro para el
comienzo de un escritor?” y entonces contestó: “bueno, yo creo que lo mejor es
que no comiencen”.
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