lunes, 5 de septiembre de 2016

ANÁLISIS


PAZ EN COLOMBIA: SU EFECTO EN VENEZUELA

 “Campanas y sirenas anunciaron el lunes 29 en Colombia el primer día de silencio definitivo de los fusiles de las FARC luego del acuerdo alcanzado por el gobierno en La Habana” según reporta la prensa bogotana. Sin embargo será  2 de octubre en un plebiscito cuando los colombianos votaran con un “sí” o un “no” para el término de la guerra.  Tras casi cuatro años de negociaciones el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, con la medición de la ONU, el Vaticano y varios países europeos y latinoamericanos, suscribieron en un documento de 297 páginas  las bases del acuerdo.  

            El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948,  suele tomarse como el  punto de partida de la confrontación, pero ya la sociedad colombiana era estructuralmente violenta como producto de una aguda exclusión social y relaciones de injusticia en el campo.  La acción armada se fue ajustando a las circunstancias internacionales pero sustentadas en causas nacionales y preservando su base campesina sin ceder al liderazgo de expedicionarios académicos fanatizados del guevarismo  tan comunes en los años sesenta. Su propio  jefe,  Manuel Marulanda “Tirofijo”  mantuvo el perfil de un patético “Pancho Villa” andino  mientras su movimiento cedía al mimetismo ideológico de las épocas.  De la paz se habló incluso con el recrudecimiento de la lucha campesina liberal y conservadora a la muerte de Gaitán y estuvo presente en la  creación del Frente Nacional firmado en Benidorm en 1956 por  los lideres  Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo, que implicó la salida del dictador Rojas Pinilla y la alternancia de mandatarios liberales y conservadores entre 1958 y 1974.

El presidente Belisario Betancur en 1982 se sentó  incluso a la mesa con representantes de la FARC y reconoció las causas estructurales del conflicto pero la posibilidad de un acuerdo se malogró por la incomprensión de las partes  que iniciaron una pronta “guerra sucia”. A comienzo de los 90 el M-19, el EPL y el PRT movimientos con menor arraigo que las FARC y ELN, se acogieron a la legalidad y apostaron al proceso constituyente promovido por Cesar Gaviria pero ya el narcotráfico a través de sus carteles habían asumido el camino de la violencia y establecido un modus vivendi con los grupos armados a los cuales se sumaban las Autodefensas Unidas de Colombia o mejor conocido como el  “paramilitarismo”.

            Acusado de llegar a la Presidencia con el auxilio financiero de los carteles delictivo Ernesto Samper gobernó cuatro años con la habilidad de un equilibrista ante las aprensiones y el recelo de los Estados Unidos que privilegiaban entonces el tema de la lucha contra la droga. El siguiente mandatario Andrés Pastrana afirmó su gestión en el Plan de Paz con la ayuda de Estados Unidos y abrió un proceso de diálogos con las FARC a las cuales incluso le facilitó un territorio de 42 kilómetros cuadrados  en San Vicente del Caguan en el departamento de Caquetá,  para ejercer una curiosa forma de “gobierno de liberación”.  La estrategia le permitió al gobernante manejarse durante casi cuatro años evitando mayores confrontaciones y recobrar el prestigio internacional del país debilitado durante la gestión de Samper. Sin embargo,  Pastrana mejor que nadie sabía que no era posible acuerdos estables con una guerrilla convertida en un emporio económico, mientras que las FARC aceptaron el dialogo porque durante el mismo tiempo gobernaron un espacio libre de confrontaciones y sus voceros pudieron ejercer sus gestiones diplomáticas libremente en los centros de poder.

LA BATALLA DE URIBE         

La victoria de Álvaro Uribe Vélez  en el 2002  con la promesa de combatir frontalmente a los grupos armados en un contexto nacional que resentía el  fracaso de la gestión pacificadora de Pastrana, le garantizó la victoria y luego su reelección. Durante ocho años cumplió sus promesas y combatió por todos los medios a la guerrilla con la aplicación del Plan Colombia y la eficiente gestión de su Ministro de la Defensa Juan Manuel Santos quien incluso asumió la responsabilidad personal en una incursión en el territorio del Ecuador y enfrentó  tensiones generadas con el gobierno de Hugo Chávez.

De la misma manera que el gobierno de Pastrana significó un alivio para las FARC durante los gobiernos de Uribe la organización sufrió severas derrotas militares incluyendo, aunque por causa natural la muerte de su jefe “Tirofijo”. La elección presidencial de su ex ministro de la Defensa suponía para muchos, incluso el expresidente lo confirmó al periodista en una conversación en Bogotá en  noviembre del 2011, que habría de acentuarse la lucha antiguerrillera.

Pero los tiempos habían cambiado;  la guerrilla estaba militarmente debilitada, el escenario internacional le era abiertamente adverso, el negocio de la droga y  la industria del secuestro también sufrían modificaciones y el ejercicio de la violencia delictiva ya era compartida por nuevos factores organizados. Estaba en marcha un intento de pacificación ente Cuba y Estados Unidos,  y aparecía  la influencia medidora del Papa Francisco en un clima internacional enfrentado a la ofensiva del terrorismo y que cierra  filas a  favor de la paz y los acuerdos.

EN VENEZUELA


El  acuerdo es considerado por el presidente Santos como “el más completo que se hizo en el mundo”, aunque admite  que “el camino a la reconciliación, aun está minado de obstáculos”. La simple firma supone sin duda un hecho histórico. La mayoría de los electores colombianos según  los sondeos de opinión son partidarios de la paz y votarían por ella. Sin embargo,  políticos importantes como el expresidente Álvaro Uribe celebran el cese de la guerra pero  consideran que la negociación deja espacios sobre todo en el tema de la “justicia transicional” para la impunidad.  Venezuela como es lógico no escapa a los efectos de un acuerdo que si bien revela que éstos son posibles en escenarios de violencia histórica no hay porque dudar de la necesidad de ellos cuando se trata de negociaciones más sencillas y menos traumáticas como la simple polarización política. Existe en cambios la observación que los acuerdos comprometen a las FARC pero que también en las zonas fronterizas operan otros grupos armados beneficiarios del  negocio de la droga, el secuestro y la extorsión. Una pregunta entonces seria pertinente: ¿disminuirá la violencia en Colombia y se incrementará en Venezuela? En la historia no hay pronósticos certeros. 

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