lunes, 19 de septiembre de 2016

Análisis

¿PARA QUÉ SE DIALOGA?

Por primera vez voceros del gobierno y de la MUD admitieron haber tenido contactos en procura de conversaciones para abordar la crisis del país.  Se trataría de un avance en la gestión que adelantan los ex mandatarios Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martin Torrijos a nombre de la UNASUR para encontrar zonas de coincidencia entre ambos actores en disputa.

Definir el temario en estos casos siempre es una piedra de tranca y más aun en  el caso venezolano donde existe una materia urgente e inmediata (mas allá de los interés de cada sector por respetables que ellos sean) que es la crisis multifactorial que vive el país y cómo afrontarla de manera conjunta y en función de los intereses de la  mayoría. En este caso no se trata de desencuentros políticos  frecuentes y rutinarios en escenarios de confrontación sino, de fijar criterios y definir acciones ante exigencias como la lucha contra la inflación-especulación, el desabastecimiento, el desbordamiento de la violencia criminal y el acelerado deterioro de la calidad  de vida de la población.

La magnitud y los alcances de la crisis venezolana, si bien es cierto que la principal responsabilidad para abordarla corresponde al gobierno, exige sin embargo  de un compromiso conjunto, sostenido y viable de los partidos políticos, de las principales instituciones nacionales, de los sectores empresariales, sindicales, de las universidades y de las más diversas expresiones de la sociedad civil, cuya contribución más que necesaria es apremiante en las actuales circunstancias. Es comprensible que tanto el gobierno como la MUD privilegien aquellos temas que convienen a sus propios intereses y estrategias. Ello es lógico y forma parte de cualquier esfuerzo de arreglo o acuerdo pero en este caso ello no bastaría y más bien un comportamiento semejante seria cuando menos mezquino.


Cualquier iniciativa o proceso de conversaciones, de coincidencias y de arreglos entre las partes, debería tener como objetivo principal e insustituible la fijación de políticas concretas para atender una  crisis y sus graves consecuencias que afectan a la mayoría de los venezolanos. Lo demás seria jugar con la esperanza colectiva 

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