GOBIERNO CIVICO- MILITAR DEL SIGLO XXI
Con frecuencia Nicolás Maduro
recuerda que su gobierno es cívico-militar, un mensaje que es reiterado por los
más altos funcionarios e incluso se especula que un oficial de máxima jerarquía
sería designado en la Vicepresidencia Ejecutiva lo cual le permitiría ascender a la Presidencia
en previsión de un resultado
desfavorable en un eventual referéndum revocatorio en el 2017. Más allá de la
influencia que suele tener el sector militar en las altas instancias políticas
y en los más elevados niveles del Estado ¿sobre qué bases se define la
naturaleza cívico-militar del gobierno venezolano escogido mediante el voto con
claras reglas del juego?
La Constitución vigente en su
Artículo 328 define su papel de la siguiente manera: “La Fuerza Armada Nacional
constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política,
organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la
Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa
militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la
participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta
Constitución y con la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al
servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad
política alguna”.
No obstante, en la reforma
constitucional propuesta por Chávez en el 2007, y que resultó rechazada por la
mayoría de los venezolanos se replanteaba el tema en el Articulo 328 de la Ley Orgánica
de la Fuerza Armada Nacional en los siguientes términos: “la Fuerza Armada Bolivariana
constituye un cuerpo esencialmente patriótico, popular y antiimperialista,
organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la
nación, preservarla de cualquier ataque externo o interno y asegurar la
integridad del espacio geográfico, mediante el estudio, planificación y
ejecución de la doctrina militar bolivariana, la aplicación de los principios de la defensa
militar integral, la guerra popular de resistencia, la participación permanente
en tareas de mantenimiento de la seguridad ciudadana y conservación del orden interno” en otras definiciones.
PRETORIANISMO CIVIL
En los últimos años, la tendencia
de carácter militar se ha acentuado con
nuevos decretos por la vía habilitante durante el mandato de Nicolás Maduro lo
cual reforzaría claramente una orientación
pretoriana, la cual según el diccionario DRAE significa: “influencia
política abusiva ejercida por algún grupo militar”, estableciendo una diferencia con el concepto
tradicional del “militarismo” tan común en la historia venezolana y del
continente. Por esta vía también se
explica la creciente influencia y presencia de la FANB en tareas políticas
fundamentales y en responsabilidades administrativas tradicionalmente confiada
a funcionarios civiles. Para los estudiosos, se trata de un fenómeno con
explicaciones históricas. El experto
Domingo Irwin considera por ejemplo que “el pretorianismo venezolano no es
solamente militar sino que presenta un componente civil pero no civilista que
se explica como una constante histórica desde el siglo XIX y sus caudillos hasta los mismos inicios del
siglo XXI “; ya el historiador Enrique Bernardo Nuñez consideraba que “desde la
Independencia, la historia de Venezuela ha sido una larga conspiración militar”
porque si bien es cierto que el país ha padecido terribles dictaduras particularmente
a principios del siglo XX con Cipriano
Castro y Juan Gómez también es cierto que la influencia militar,
paradójicamente, ha sido un instrumento importante para conquistar los espacios
democráticos. La transición post-gomecista
de Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita abrió las puertas tímidamente
al juego democrático y facilitó la insurgencia cívico-militar del 18 de octubre
1945 que durante tres años implicó el
verdadero salto hacia la democracia con los mandatos de Rómulo Betancourt y Rómulo Gallegos.
Si bien es cierto, que durante
diez años en dos etapas se entronizaron los gobiernos pretorianos de Carlos
Delgado Chalbaud, Germán Suárez Flamerich y finalmente la dictadura de Marcos Pérez
Jiménez, también el factor militar contribuyó entonces a forjar el cese de la
etapa dictatorial y luego a la verdadera consolidación de las instituciones
democráticas a partir del 23 de enero de 1958 hasta el presente.
EL CASO VENEZUELA
La intentona del Movimiento
Bolivariano Revolucionario 200 fracasada
del 4 de febrero del 1992 encabezada por Hugo Chávez encendió de nuevo las
alarmas del golpismo tradicional que ya parecía sepultado definitivamente. Pero
ahora se trataba de una generación de oficiales formados durante los gobiernos
democráticos y en el seno de una
institución que había sufrido cambios en paralelo a los ocurridos en las
instituciones es instancias democráticas.
El ascenso de Hugo Chávez al poder se
produjo seis años después de la intentona y luego de un tránsito por las vías políticas
tradicionales y mediante la decisión electoral de los venezolanos. El
manejo acertado de circunstancias que le
parecían desfavorables ocurridas entre el 2001 y el 2004 y que condujeron a su
reelección en el 2006 le despejaron a Chávez
el camino para un proyecto
afincado en la legalidad democrática, pero ya con el peso de un creciente
componente militar reconvertido en años
anteriores mediante leyes, reglamentos y planteamientos ideológicos que definen
hoy la llamada Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Estas circunstancias le otorgaron
a los gobiernos de Chávez y Maduro la
curiosa condición de mandatos cívicos-militares diferentes a las expresiones
pretorianas tradicionales de América Latina (dictaduras abiertas como la del
Cono Sur en los 80 o expresiones de “nuevo autoritarismo” como la de Juan María
Bordaberry en Uruguay y Alberto Fujimori
en Perú), y que singulariza de esta manera al “socialismo del siglo XXI” en
el sentido de que no luce exportable ni viable (como suele sostenerse con frecuencia) en otros países en los cuales el factor militar sigue apegado
a los valores institucionales hemisféricos y cumplen con las tareas y
responsabilidades las cuales asumió por
cierto en el país durante los gobiernos anteriores. En todo caso, sobrarían las
definiciones académicas como el “Estado
cuartel” de Harold Lasswell rescatada recientemente por el experto Alberto Butto o
simplemente de “Pretorianismo indirecto”
para otros investigadores.
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