lunes, 12 de septiembre de 2016

EL UNIVERSAL

ANÁLISIS 

NO ALINEADOS: DE BANDUNG A MARGARITA

En Belgrado, Yugoslavia, en septiembre de 1961 se realizó formalmente la primera Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) con la asistencia de veintiocho naciones, veinticinco como miembros fundadores y tres como observadores teniendo como anfitrión al Mariscal Josip Broz, “Tito”  el mandatario yugoslavo que si bien su país integraba el bloque comunista eran conocidas sus diferencias con las líneas impuestas por Moscú. Dos invitados especiales dieron relieve al encuentro: Jawaharlal Nehru,  primer Ministro de la India después de la Independencia y Gamal Abdel Nasser, el gobernante egipcio  impulsor del panarabismo y del socialismo árabe.

Un año antes una reunión celebrada en El Cairo había definido las coordenadas de la nueva organización que emergía para cumplir un papel activo y relevante en la política mundial de un grupo de países militarmente débiles y económicamente subdesarrollados, en el marco bipolar de la “Guerra Fría”. Ya entonces existían dos antecedentes significativos: El Congreso de los Pueblos Oprimidos en Bruselas en 1927, con la presencia de líderes asiáticos, africanos, latinoamericanos y conocidos intelectuales europeos y luego la  Conferencia de Colombo (Sri Lanka) en 1954   auspiciada por los países asiáticos en plena Guerra de Indochina.

Sin embargo, la referencia más cercana y fundamental fue la Conferencia Afroasiática de Bandung (Indonesia) en abril de 1955, que juntó veintinueve jefes de Estado para estudiar los problemas mundiales y definir un camino común hacia la coexistencia pacífica. El anfitrión, Achmed Sukarno, para el momento se consideraba uno de los principales líderes de la lucha antiimperialista. Los llamados “Diez principios de Bandung” habrían de ser  adoptados como la verdadera filosofía del movimiento que nacía con objetivos parecidos en la capital egipcia.

La Descolonización de África que cobraba  impulso a partir de los años sesenta habría  de ser uno de los factores esenciales en la lucha del MNOAL  que se encontraría posteriormente en 1964 nuevamente en El Cairo  y  luego 1970 en Lusaka (Zambia)  con una participación que subió a cincuenta y cuatro países miembros, ocho observadores y representantes de los movimientos de liberación de varios territorios todavía en lucha contra el colonialismo. En 1973, la conferencia se realiza en Argel ya con setenta y cinco miembros, siete observadores y doce representantes de los movimientos  anticolonialistas, en la cual se  debaten y se fijan posiciones frente al sionismo, el apartheid, los restos del colonialismo aun vigente y se formula además una declaración de carácter económico ante la crisis petrolera desatada por el conflicto árabe- israeli.

En la Habana en  1979, se realizó la sexta cumbre, la cual habría de marcar un nuevo rumbo en la organización, dado que algunos de sus miembros cuestionaron la sede toda vez que el gobierno de Fidel Castro, a diferencia de lo ocurrido años antes con el Mariscal “Tito” y su relación con  el Kremlin, el régimen cubano jugaba entonces un papel militante al lado del Bloque Soviético. No obstante, habría que tomar en cuenta que desde la instalación del gobierno fidelista en 1959 (antes de su adhesión a la Unión Soviética en la “crisis de los misiles” en 1962), mantenía estrechas relaciones y coincidencias con la causa de la descolonización en territorio africano como el  apoyo ofrecido a la revolución argelina y la incursión del “Che” Guevara en El Congo y que además, la mayoría de los movimientos subversivos  latinoamericanos que recibían su ayuda no giraban  en la órbita soviética sino que levantaban las tesis del “Tercer Mundo” por la liberación nacional.

La desaparición de la “Guerra Fría” a comienzos de los noventa implicó un notable cambio para el MNOAL que bajó su presencia internacional y hubo de privilegiar temas ya no necesariamente políticos, sino mas bien relacionados con una nueva problemática económica, social y ambiental; y la configuración de un cuadro geopolítico multipolar, agravado posteriormente con el replanteamiento de la guerra terrorista.

En 1974, Colombia participó  como observador durante el gobierno de Belisario Betancur y luego en 1983, en la VII Cumbre en Nueva Delhi, fue aceptado su pleno ingreso y ya 1995 se realizó en  Cartagena de Indias la XI Cumbre bajo la presidencia de Ernesto Samper. Venezuela desde 1989, en la Cumbre de Belgrado durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez formalizó su incorporación pese a que sus gobiernos en política exterior habían coincidió con la posturas esenciales del movimiento.

Reuniones del MNOAL se realizaron posteriormente en: Baghdad (Irak), Nueva Delhi (India), Harare (Zimbabwe), Yakarta (Indonesia), en Durban (Sudáfrica), Kuala Lumpur (Malasia), nuevamente en La Habana en el 2006 y Sharm el Sheikh (Egipto), en Teherán y en el 2014 nuevamente en Argel. Donde se aprobó a Nueva Esparta, Venezuela  como la sede de la  XX Cumbre, a la cual asistirán ciento veinte países miembro lo que supone casi dos tercios de los miembros de la Naciones Unidad, además de  observadores y donde el  mandatario  Nicolás Maduro asumirá la presidencia del movimiento hasta la Cumbre del 2019.

¿ÉXITO POLÍTICO?


Es evidente que el MNOAL, ya no tiene el peso especifico de los años de la “Guerra Fría” y que muchos de sus miembros representan gobiernos que ahora apuestan a  la democracia representativa y que se han incorporado en el plano económico a los acuerdos de libre comercio o procesos de integración en los cuales conviven en tratados como la Alianza del Pacifico y otros similares con países capitalistas.  La  agenda ahora privilegia nuevos temas y en esta ocasión  deberá abordar la emergencia terrorista ya no sólo en el Medio Oriente sino  también en Europa, así  como los retos que imponen a sus miembros los cambios generados por la revolución tecnológica mundial. No obstante,  sigue siendo una instancia que por la cantidad y composición política de sus miembros, tiene una incuestionable importancia en la diplomacia mundial. Seguramente las tensiones políticas que vive Venezuela le restarán el impacto nacional que el evento suele tener en otras oportunidades, pero sin duda su realización representa un logro incuestionable para la gestión diplomática venezolana. 

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