viernes, 17 de marzo de 2017

Análisis


MADURO: ¿EL CAMINO DEL AISLAMIENTO INTERNACIONAL?

Por primera vez en 19 años las relaciones de Venezuela con los Estados Unidos pasan de los escarceos verbales entre los presidentes y el retiro de funcionarios diplomáticos a una fase que podría implicar en los próximos meses la aplicación de medidas de mayor  envergadura. Incluso, algunos observadores comienzan a hablar del riesgo cierto de que el gobierno de Nicolás Maduro sea objeto de una suerte de aislamiento internacional.
Varias razones contribuyen a crear más que una sensación la casi convicción de que las relaciones entre ambos países y otras naciones del continente pasarían a una nueva fase. ¿Cuáles serian los nuevos elementos para el  endurecimiento de las vinculaciones entre ambas naciones?
Sin duda, la elección de Donald Trump abrió la posibilidad para un replanteamiento de las relaciones entre los dos países. Hay que recordar que el proceso chavista que comenzó en 1998 fijó una línea de distanciamiento con la estrategia norteamericana. Su definición antiimperialista se correspondía con la promesa electoral de desarrollar una estrategia asociada al esquema de la diplomacia multipolar, pese a que el mandatario en su primera visita al Norte agitó las campanas de Wall Street y cantó emocionado “New York, New York” de Frank Sinatra.
El rumbo adoptado por el gobierno venezolano a partir de los acontecimientos de abril del 2002 acentuó la separación entre los dos países. Hubo expulsión de funcionarios y finalmente el retiro mutuo de embajadores, lo cual era comprensible en el choque entre dos visiones del escenario internacional.
La elección de Barack Obama, demócrata y con un perfil académico más que militar, pronosticaba una etapa de posible mejoramiento de las relaciones diplomáticas y la vuelta a una estrategia de entendimiento. No obstante, su gobierno  mantuvo el tono de las relaciones durante Bush e incluso avanzó en su rechazo al gobierno venezolano ya no en el plano retórico sino mediante políticas puntuales contra funcionarios venezolanos e incluso promulgó y ratificó en dos oportunidades el llamado “Decreto Obama” que considera a Venezuela como una “amenaza para la seguridad estadounidense”.
El reciente ascenso de Donald Trump pronosticaba la profundización de las diferencias que habían caracterizado en casi dos décadas el intercambio diplomático y comercial. Era lógico, ya que Trump realizó su campaña con un mensaje populista con acento chovinista y anunciando medidas contra los emigrantes en su mayoría latinoamericanos.  En los últimos días ha retomado aspectos de los anteriores discursos de Bush y Obama pero por supuesto que en su caso, dada su personalidad y su pensamiento en materia internacional, las amenazas cobran mayor fuerza y se suman a un planteamiento al menos teóricamente agresivo y guerrerista.

PERDIDA DE ALIADOS

Pero el dato que ha significado el virtual aislamiento del gobierno de Maduro ha sido la consecuencia de los cambios ocurridos en los últimos meses en gobiernos que compartían algunos ángulos de la diplomacia chavista. La victoria de Mauricio Macri en Argentina, pese a haberla obtenido con la votación decisiva de un segmento del peronismo, dio paso a un política distinta, de mayor aproximación a los Estados Unidos y con la aplicación de medidas neo-liberales. Habría que advertir que los gobiernos de la pareja Kirchner mantuvieron una estrecha relación en materia de asuntos exteriores pero que no podrían asimilarse al proceso que ocurre en Venezuela. La vinculación fue de carácter político en iniciativas internacionales pero el régimen argentino nunca asumió (de hecho no fue miembro del ALBA) la doctrina bolivariana y se manejó en el marco de la democracia representativa.
La destitución de Dilma Rousseff en Brasil tuvo un efecto similar a lo ocurrido en Argentina. Rousseff como Lula Da Silva pertenecen al “Partido de los Trabajadores” con una visión progresista del proceso latinoamericano pero que sería exagerado incorporarlo como un factor del “Socialismo del siglo XXI”. Lo cierto es que a lo largo de los años se consolidó una alianza comercial que resultó favorable para ambos países y que ahora con el presidente Michel Temer (que por cierto fue el Vicepresidente electo junto a Rousseff en el 2014) las cosas han cambiado como en Argentina.
En ambos casos, el nuevo esquema afecta la relación económica con Venezuela ya que se trata de los dos países más fuertes de Suramérica y que le daban un piso de solidaridad  a las políticas de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Luego la elección de Pedro Pablo Kuczynski en Perú implica la pérdida de alguna manera de otro aliado del chavismo. Si bien la elección de Ollanta Humala en el 2011 fue vista como un aliado de Chávez, su gestión demostró todo lo contrario, ya que no formó parte del ALBA ni su gobierno pudo considerarse como una pieza del nuevo socialismo inventado en Venezuela. Sin embargo durante su gestión mantuvo una actitud neutral sobre el caso venezolano mientras que ahora Kuczynski, ex Funcionario del “Banco de Boston” y promotor del “Consenso de Washington” en los años 80 mantiene una actitud de oposición al gobierno de Caracas y cultiva relaciones muy estrechas con el presidente Trump y con factores de la economía norteamericana que han expresado la necesidad de aplicar la “Carta Democrática Interamericana” a Venezuela.  
Por otra parte, lo que ocurra en la segunda vuelta del 2 de abril en Ecuador si tendría una repercusión mayor. Si el candidato opositor Guillermo Lasso logra derrotar a Lenin Moreno, candidato sucesor de Rafael Correa  ello implicaría entre otras cosas la separación del ALBA y la adopción de algunas políticas diferente a las instrumentadas por Correa en el marco de su “Revolución Ciudadana” pero que tampoco podrían asimilarse íntegramente con lo que ocurre en Venezuela.
Una situación que sin duda facilitaría la aplicación de la “Carta Democrática Interamericana”, lo cual intento el año pasado el secretario general de la OEA Luis Almagro. Ello no sólo implicaría una derrota democrática aunque el instrumento no es vinculante, pero abriría paso a otras gestiones de mayor alcance que han sido asomadas ya por el presidente Trump. ¿Se acerca Maduro al clásico aislamiento que caracterizó durante décadas el proceso revolucionario de Fidel Castro?, ¿Es posible detener la tendencia?



No hay comentarios:

Publicar un comentario