Inflación cuando los Monagas
En
abril de 1857 llegó a Venezuela el investigador y cronista húngaro Pal Rosti.
Luego de pasar cinco meses en el país, habría de recorrer otras naciones
latinoamericanas, observando costumbres e impresionado con las revelaciones de
Alejandro Humboldt. Sus vivencias fueron publicadas en el libro “Memorias de un
viaje por América” editado en 1861.
Rosti
permaneció en Caracas un buen tiempo, y también viajó a los Valles de Aragua y
a la región de Guayana. Como los notables viajeros de la época dejó par la
historia valiosos testimonios directos de sus correrías. En el caso de Caracas
(gobernaba José Tadeo Monagas), comenta entre otras cosas lo siguiente: “El
precio de algunos artículos es asombrosamente alto; así, por ejemplo, el precio
de un saco de papas es de cinco dólares (10 florines en “pengòs” la moneda
húngara); el de una libra de mantequilla es de seis reales (aproximadamente un
florín y 30 céntimos); un pollo vale un dólar, un pavo cinco; se consiguen
cuatro huevos por un real – este precio es tan estable que a menudo lo emplean
para fijar el de otro producto, dicen por ejemplo, que el plátano vale “dos
huevos”, y así entienden que se trata de un medio real.
El
cronista se pregunta: “¿Cómo puede ser, pues, que en esta región bendita, donde
la naturaleza es abundante y le ofrece al hombre en demasía todo lo que puede
desear para su subsistencia, el mercado
sea tan pobre y los precios tan altos?. En aquellos años, previos a la Guerra
Federal, no se conocía la riqueza petrolera, no se había producido el “Convenio
Tinoco” que consagró la sobrevaluación del bolívar, no se hablaba de inflación,
de planes de ajustes, ni existían el Fondo Monetario Internacional y otras
instituciones de la planificación y el seguimiento de la economía. ¿Ya estaba
condenada Venezuela entonces a un futuro de pobreza, de especulación y a una
brutal dependencia de la moneda extranjera?
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