Análisis
Los desafíos de la nueva MUD
La
Mesa de la Unidad Democrática (MUD), según anuncian sus voceros, ha entrado en
un proceso de reestructuración para superar insuficiencias que habrían influido
en la aplicación de su política durante 2016, un año que parecía favorable para
significativos avances opositores. La
victoria parlamentaria del 6 de diciembre de 2015 abrió espacio para avanzar en
un proceso de cambio obviamente estimulado por la mayoría de los venezolanos.
Luego que el Gobierno sufriera una derrota de esas proporciones (lo que para
algunos voceros críticos parecía imposible) éste se vio obligado a reconocer
los resultados e incluso el propio Nicolás Maduro (lo cual también parecía
imposible) acudió ante la Asamblea Nacional (AN) a presentar su informe anual.
Se abrían entonces caminos para la reconfiguración de un escenario político de
relativa convivencia.
Es
posible que la magnitud de la victoria haya operado en sectores de la
dirigencia opositora, (acostumbrada a sucesivas derrotas) como un poderoso
estimulo para avanzar hacia objetivos superiores. Una reacción común en el
comportamiento de los aficionados hípicos que suelen derrochar la fortuna de un
“premio único” que no esperaban. Si
se valoran las causas de la victoria del 5 D, además del crecimiento indudable
de la fuerza opositora es evidente que buena parte de los votantes a favor de
los candidatos de la MUD lo hicieron en el marco de una crisis económica
excepcional que no sólo se refleja en las estadísticas sino que afecta
seriamente la propia vida de los ciudadanos y que habría de transformarse en el
clásico “voto castigo”, tomando en cuenta además que no estaba en juego la
Presidencia de la República.
Los
resultados reflejaban además el acelerado debilitamiento oficialista y la
expansión opositora en un cuadro que en este caso resultaba ampliamente favorable
para nuevos eventos hacia el cambio del poder. La valoración política era
obvia: se abría espacio para importantes iniciativas dado que los efectos de la
crisis no habrían de desaparecer a corto plazo (inflación, desabastecimiento e
inseguridad) y porque además estimularían inevitables disidencias en el bloque
oficialista. Se imponía entonces como paso inmediato estimular la convocatoria
a las elecciones de Gobernadores ya previstas en el cronograma electoral para
el 2016 y en las cuales era fácil presumir un nuevo avance opositor.
No
en vano, en todas las regiones del interior se conocían ya nombres de
candidatos a gobernadores y se desarrollaba en la práctica una vigorosa
precampaña. En ese cuadro, la nuevas elecciones pronosticaban una victoria que
habría de blindar la obtenida en la AN, profundizando el debilitamiento del
oficialismo, y el fortalecimiento de la oposición en otras aéreas básicas del Estado.
¿Podía
oponerse el Gobierno a unas elecciones para las cuales ya también se preparaba
y que correspondían a un cronograma que había comenzado con la consulta
parlamentaria? Es posible que se pusieran en marcha algunas maniobras
dilatorias para posponerlas pero no indefinidamente y menos para negarlas como
algunos críticos ya habían insistido en el caso de las elecciones
parlamentarias. Sin embargo en el optimismo opositor cobró fuerza la
posibilidad de un paso adelante: la salida del Gobierno. Mas allá de que
existan razones obvias para este planteamiento y que constituya una propuesta
respetable, el tema del Referéndum Revocatorio, la Enmienda Presidencial y la
Asamblea Constituyente, planteaban por otras vías la tesis de la “salida” aplicada
en febrero de 2014 que fue enfrentada sangrientamente en las calles por el
régimen y cuyos efectos políticos se conocen.
¿Era
creíble pensar que se bloquearan las elecciones regionales ante propuestas más
atractivas como la activación del revocatorio antes del fin de año lo cual
suponía no sólo la salida de Maduro sino el cambio de régimen que como dicen
algunos oficialistas “seria la muerte del legado de Chávez”? Contra el tiempo
real y manejando varias opciones sin privilegiar la más factible de ellas era
comprensible aunque no justificable, que se pusieran en marcha, tal como
ocurrió mecanismos y maniobras para que el revocatorio no se efectuara antes
del 2016.
Muerte del Revocatorio
Ya
se sabe lo que ocurrió. Si bien el Consejo Nacional Electoral (CNE) no se negó
formalmente a activar el mecanismo y se avanzó en la primera fase de
recolección de firma el proceso fue propuesto por decisiones ventajistas de
jueces el interior del país que alegando irregularidades menores condujeron a
prorrogar la votación. Pero en honor a la verdad, la iniciativa del revocatorio
está vigente y de insistir en su activación, lo cual tampoco está exento de
nuevas maniobras, pudo realizarse a comienzo de año con el resultado claro y
previsible de la revocatoria de Maduro, si bien el resto del periodo según la
Constitución seguiría en manos del Vicepresidente de la República. La
circunstancia de que el Jefe del Estado fuera rechazado por el voto popular y
no destituido como en el caso de Dilma Rousseff por decisión de la “cloaca
parlamentaria brasileña”, tendría en este caso un efecto político irreversible
y abriría sin duda la posibilidad de cambios fundamentales como lo viene exigiendo
la mayoría de los ciudadanos en las encuestas de opinión.
Ocurrió
algo parecido como el boxeador que sube al rin, lógicamente con la intención de
nock out pero al no lograrlo en el tiempo que esperaba abandona el combate
olvidando que en el boxeo también se gana por decisión. En el 2016 no se manejó
con acierto una oportunidad histórica
para cambios y forzar un dialogo realista y se generó contrariamente en sectores del país la
impresión y la convicción de que la
dirigencia opositora había perdido una excelente oportunidad, no sólo para sus fines
políticos propios sino para contribuir a un acuerdo nacional que interese y
beneficie a todos los venezolanos. Una razón válida para que sin establecer
culpables personales, se discuta, se fijen criterios más claros y se tomen las
medidas como las que ya fueron anunciadas para la reestructuración del estado
mayor de la MUD que deberá afrontar nuevos y trascendentales desafíos en el
futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario