lunes, 5 de junio de 2017

ANÁLISIS
“CASO VENEZUELA”: CONSTITUYENTE Y VOTOS

En el país se debate la convocatoria a una nueva Asamblea Nacional  Constituyente que habría de introducir algunas modificaciones (no exactamente redactar un nuevo texto distinto al aprobado en 1999), sino  como lo señalo el presidente Nicolás Maduro  en atención al Artículo 347, para abordar situaciones terminales de crisis política, como la que ahora define la conflictividad que afecta a la nación.

El debate suscitado  por la iniciativa presidencial, permite remitir de alguna manera a los episodios que marcaron un proceso similar propiciado en 1952 y cuyas derivaciones  ocupan lugar importante  en la historia contemporánea. El 24 de noviembre de 1948 Rómulo Gallegos fue derrocado por una acción golpista dirigida por los tenientes coroneles Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Lloverá Páez pero cuyo jefe sin duda fue Pérez Jiménez.

La Junta Militar estaba emplazada inevitablemente a estimular una consulta popular en busca de su relegitimación y en este sentido designó una comisión especial para redactar un estatuto electoral con vistas a una instancia constituyente que permitiera darle  piso  al nuevo gobierno en el cual  el factor fundamental serian las Fuerzas Armadas. Se creó entonces, un equipo jurídico para definir un estatuto  que sirviera de marco para una consulta que,  sin duda, estaría  necesariamente condicionada por nuevas exigencias y realidades de gobernabilidad. Acción Democrática cuyo presidente había sido derrocado en noviembre del 48 y el Partido Comunista ilegalizado por su participación en la huelga petrolera de 1950 no habrían de tener, como era compresible, participación en ningún evento eleccionario futuro. Sin embargo, Jóvito Villalba líder de URD y Rafael Caldera el conductor máximo de COPEI, junto a reconocidos juristas como Luis Gerónimo Pietri, entre otros, fueron convocados para elaborar las normas legales de una consulta que permitiera darle base de sustentación constitucional. 

En el contexto de un clima de alteraciones políticas por obra de la política “insurreccional militar” decretada por  Acción Democrática ya en plena clandestinidad y  el Partido Comunista  también ilegalizado, se convocó a elecciones que habrían  de celebrarse  para una Asamblea Nacional Constituyente el 30 de noviembre de 1952. Los proponentes de la iniciativa oficialista consideraban que entonces, y de alguna manera tenían razón,  que estaban dadas las condiciones para legalizar el futuro mandato constitucional del coronel Marcos Pérez Jiménez quien era indiscutiblemente el jefe militar de un proyecto, ahora más que nunca en sus manos después de ocurrido el asesinato de Carlos Delgado Chalbaud en 1950 quien para entonces presidia la Junta Militar en el poder.

TIEMPO DE DERROTA

En las condiciones de aquella época era ya previsible que la consulta validara el proyecto militarista encabezado por Pérez Jiménez y las razones eran muchas: Acción Democrática el partido mayoritario según los últimos resultados electorales del 48, permanecía en la clandestinidad y llamaba a la abstención frente al acto electoral  y el Partido Comunista, también clandestino  y cuya fuerza se refugiaba en los sindicatos petroleros no estaba en capacidad de ofrecer una confrontación válida frente al régimen. Solo URD encabezado por Jóvito Villalba y COPEI cuyo líder indiscutible era Rafael Caldera, después de difíciles consultas a sus militancias, decidieron presentar candidatos  propios a la Asamblea Constituyente, en el entendido que en la votación no estaba en juego la nominación presidencial.

De esta manera todo conducía a pensar que la Constituyente de Pérez Jiménez habría de conducir a una votación favorable a su esquema, su política y su proyecto de gobierno de fuerza y ciertamente las razones eran varias: en Venezuela existía un régimen piadosamente llamado “dictablanda” pero que significaba no sólo la liquidación de la libertad de expresión, el uso impune de la fuerza del llamado orden militar  sino también con la presencia de la implacable “Seguridad Nacional”, dirigida por Pedro Estrada.

Si esas razones no fueran suficientes para pronosticar la victoria oficialista habría que tomar en cuenta, que  gracias a un generoso ingreso petrolero, como consecuencia de la reconstrucción de la postguerra en Europa y Japón, Venezuela se convertía en la referencia fundamental de la industria petrolera, además de consolidarse  en la época  por una vigorosa y vistosa política de construcción de obras publicas que transformaban a Caracas en uno de los más importantes ejemplos arquitectónicos del mundo.

LA BATALLA SIN ARMAS

¿Había razones para que AD y COPEI apostaran a la victoria el 30 de noviembre de 1952?¿Acaso para la fecha de la consulta Acción Democrática, el partido mayoritario del con casi el 80 por ciento de los votos  4 años antes no era la fuerza mayoritaria enfrentada al régimen e impedida de activar su músculo electoral ?. ¿Cómo se explicaba que dos partidos con líderes de indiscutible prestigio pero sin fuerza real en términos de sufragios podrían derrotar una dictadura que se había construido al calor de la prédica de Pérez Jiménez y sus compañeros de generación  en función de un país distinto y moderno, con indiscutible hegemonía política, económica y social, además de ser beneficiarios de la acelerada modernización de las Fuerzas Armadas pudieran derrotarla en una consulta condicionada por su influencia y su poder y peor aún por obra de organizaciones políticas sin mayor consistencia política ni orgánica  demostrada?.


El hecho es cierto es, que el día de la consulta el 30 de noviembre de  1952 los votos de URD y COPEI propinaron un histórico revés al partido FEI (Frente Electoral Independiente), creado por el régimen para prolongarse en el poder y beneficiario de todos los recursos económicos de la época. ¿Cómo URD y COPEI en una evidente indefensión legal y política pudieron vencer en las urnas de votación a la fuerza dictatorial?. Como decía Jóvito Villalba el ganador de aquella dramática jornada: “El voto igual que las armas también sirve para ganar o perder batallas”.    

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