Manuel
Felipe Sierra
El Secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson, visita
varios países latinoamericanos (México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica)
para reforzar y aplicar sanciones contra el gobierno de Nicolás Maduro, que
incluso, según el alto funcionario, no descartan la “opción militar”. Las
naciones que reciben al alto funcionario pertenecen al “Grupo de Lima” que ya
ha definido una activa posición crítica contra la gestión del mandatario
venezolano y el cuadro cada vez mas critico que vive el país por la crisis
económica. El jueves (1 de febrero) en un
comunicado el Reino Unido informó la implementación de sanciones,
incluso militares de la Unión Europea a partir del 26 de este mes contra
Venezuela, basadas en el “Reglamento del Consejo” del día 13 de noviembre de
2017, que incluyen “medidas sancionatorias, punitivas y restrictivas, como la
prohibición de ventas de armas y equipos para su mantenimiento”. Como una
evidente reacción a los anuncios anteriores la portavoz del Ministerio de
Exteriores de Rusia, Maria Zajárova consideró “inaceptables los intentos de interferir
desde fuera en los asuntos internos de Venezuela”.
Y es que quiérase o no, la situación venezolana convoca no
sólo la atención sino la toma de decisiones de los principales poderes
mundiales. En términos prácticos el país está siendo sometido a una nueva forma
de bloqueo económico para presionar salidas políticas al margen de los partidos
y factores nacionales que ahora apuestan a la realización de elecciones
presidenciales y que mantienen conversaciones en procura de un mínimo de
coincidencias para abordar los alcances de un cuadro económico y social de tal
magnitud, que por ello tiene eco en los centros de la geopolítica mundial.
La experiencia de los bloqueos económicos (el de Cuba en los
años sesenta es el más emblemático) si bien son útiles para acentuar crisis de
gobernabilidad en situaciones terminales suponen también complicaciones
impredecibles para la ciudadanía, y como siempre particularmente para los
sectores de menores ingresos. Cuando Barack Obama anunció el restablecimiento
de las relaciones con Cuba en junio de 2015, después de más de medio siglo de
ruptura, abundó en explicaciones de cómo el mecanismo del bloqueo termina
siendo no sólo ineficaz sino inconveniente incluso para la nación que lo
promueve y ejecuta.
Ahora es comprensible que el gobierno de Donald Trump que
devuelve la página de la vieja política de Washington apele (aunque el caso de
Venezuela no es comparable con la relación prebélica que existía con la isla en
poder de Castro en tiempos de Kennedy) recurra no sólo al recurso de la
confrontación declarativa en el ámbito diplomático entre los gobiernos de
Estados Unidos y Venezuela, que marcaron las relaciones diplomáticas cuando
menos durante 18 años, sino a la posibilidad de una acción militar que
seguramente tendría repercusiones mayores que las previstas en el pasado.
No es exagerado entonces cuando algunos comentaristas
internacionales, guardando las distancias, califican a Venezuela como una Siria
en América Latina, en el sentido que se trataría de una nación, que al margen
de los intereses y necesidades de su población termina siendo víctima trágica
del juego mundial de fuerzas extranjeras que apuestan hacia fines totalmente
distintos, pero invocando siempre como frases sagradas “la paz y la democracia”.
MAS
CANDIDATOS
Aún sin definición la fecha de la consulta, el país se
encamina hacia las elecciones presidenciales con la validación de algunos
partidos por el CNE y el anuncio de candidaturas que ya cuentan con sus respectivos
comandos de campaña. El presidente Maduro trabaja activamente en la reelección,
incluso con la conformación de “Venezuela Somos Todos” como una organización
alternativa del PSUV que busca
capitalizar apoyo (en lo que ya se conoce como el partido de Maduro frente al
tradicional partido de Chávez) en los beneficiarios de los planes
asistencialistas cobijados en el famoso
“carnet de la patria”. La oposición se debate aún en la forma de escoger su
aspirante entre primarias y consenso pero ya resulta claro que Henry Ramos
Allup, Henri Falcón y Claudio Fermín presentaran sus nombres y posiblemente lo
hagan los independientes Ramón Guillermo Aveledo, Jorge Roig y Lorenzo Mendoza,
aunque este último todavía deshoja la margarita
pese a que su nombre encabeza holgadamente las encuestas. La oposición
deberá afrontar también el reto de
vencer la tendencia abstencionista militante de sus grupos más radicales, además
de la abstención crónica estimulada en este caso por un cuadro de incertidumbre
y desencanto en sectores significativos de las clases medias.
AQUEL 4-F
El 4 febrero de 1992 (un día como hoy) se inscribe en la historia de Venezuela como
el inicio de un proceso de cambios que ha marcado la vida nacional de las
últimas décadas. Lo que se suponía una acción golpista de un grupo de
comandantes liderados por un oficial hasta entonces desconocido que planificaban la toma suicida del poder y
que fue frustrada a las pocas horas, habría de tener sin embargo unas consecuencias
políticas que jamás se imaginaron sus protagonistas. La aparición de un
desaliñado Hugo Chávez en televisión pasó de ser una sorpresa (hasta entonces
los golpes eran encabezados por generales reconocidos) al comienzo de una tensa
conflictividad que marcaria los meses siguientes. La rebelión frustrada daba la
señal de una crisis política que se incubaba en los cuarteles, y que amenazaba
la estabilidad de los gobiernos. Ya el 18 de febrero de 1983 con el “viernes
negro” se puso en claro la debilidad de una economía que se suponía a prueba de
sobresaltos; y el 27 de febrero de 1989 el “sacudón de Caracas” dio cuenta de
una inédita conflictividad social.
Los meses siguientes al 4-F activaron el ADN militarista de
los venezolanos. El 27 de octubre de ese año hubo una réplica sediciosa de
oficiales de la marina y la aviación y el 21 de mayo de 1993, exactamente
quince meses después de la aventura de Chávez, el presidente Carlos Andrés
Pérez era depuesto por el Congreso Nacional. De esta manera el principal
objetivo de los golpistas ahora se daba mediante una decisión constitucional de
las propias cúpulas políticas que sustentaban el sistema. Ello significaba la
verdadera victoria del chavismo que cinco años después habría de cristalizar
con la plena toma del poder. Justamente de ese hecho se cumplen ahora también los
20 años.
@ManuelFsierra
https://manuelfelipesierra.blogspot.com/
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