lunes, 5 de febrero de 2018

ANALISIS: BLOQUEO, CANDIDATOS Y AQUEL 4-F

Manuel Felipe Sierra

El Secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson, visita varios países latinoamericanos (México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica) para reforzar y aplicar sanciones contra el gobierno de Nicolás Maduro, que incluso, según el alto funcionario, no descartan la “opción militar”. Las naciones que reciben al alto funcionario pertenecen al “Grupo de Lima” que ya ha definido una activa posición crítica contra la gestión del mandatario venezolano y el cuadro cada vez mas critico que vive el país por la crisis económica. El jueves (1 de febrero) en un  comunicado el Reino Unido informó la implementación de sanciones, incluso militares de la Unión Europea a partir del 26 de este mes contra Venezuela, basadas en el “Reglamento del Consejo” del día 13 de noviembre de 2017, que incluyen “medidas sancionatorias, punitivas y restrictivas, como la prohibición de ventas de armas y equipos para su mantenimiento”. Como una evidente reacción a los anuncios anteriores la portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, Maria Zajárova consideró “inaceptables los intentos de interferir desde fuera en los asuntos internos de Venezuela”.

Y es que quiérase o no, la situación venezolana convoca no sólo la atención sino la toma de decisiones de los principales poderes mundiales. En términos prácticos el país está siendo sometido a una nueva forma de bloqueo económico para presionar salidas políticas al margen de los partidos y factores nacionales que ahora apuestan a la realización de elecciones presidenciales y que mantienen conversaciones en procura de un mínimo de coincidencias para abordar los alcances de un cuadro económico y social de tal magnitud, que por ello tiene eco en los centros de la geopolítica mundial.

La experiencia de los bloqueos económicos (el de Cuba en los años sesenta es el más emblemático) si bien son útiles para acentuar crisis de gobernabilidad en situaciones terminales suponen también complicaciones impredecibles para la ciudadanía, y como siempre particularmente para los sectores de menores ingresos. Cuando Barack Obama anunció el restablecimiento de las relaciones con Cuba en junio de 2015, después de más de medio siglo de ruptura, abundó en explicaciones de cómo el mecanismo del bloqueo termina siendo no sólo ineficaz sino inconveniente incluso para la nación que lo promueve y ejecuta.
Ahora es comprensible que el gobierno de Donald Trump que devuelve la página de la vieja política de Washington apele (aunque el caso de Venezuela no es comparable con la relación prebélica que existía con la isla en poder de Castro en tiempos de Kennedy) recurra no sólo al recurso de la confrontación declarativa en el ámbito diplomático entre los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela, que marcaron las relaciones diplomáticas cuando menos durante 18 años, sino a la posibilidad de una acción militar que seguramente tendría repercusiones mayores que las previstas en el pasado.

No es exagerado entonces cuando algunos comentaristas internacionales, guardando las distancias, califican a Venezuela como una Siria en América Latina, en el sentido que se trataría de una nación, que al margen de los intereses y necesidades de su población termina siendo víctima trágica del juego mundial de fuerzas extranjeras que apuestan hacia fines totalmente distintos, pero invocando siempre como frases sagradas “la paz y la democracia”.

MAS CANDIDATOS
Aún sin definición la fecha de la consulta, el país se encamina hacia las elecciones presidenciales con la validación de algunos partidos por el CNE y el anuncio de candidaturas que ya cuentan con sus respectivos comandos de campaña. El presidente Maduro trabaja activamente en la reelección, incluso con la conformación de “Venezuela Somos Todos” como una organización alternativa del PSUV  que busca capitalizar apoyo (en lo que ya se conoce como el partido de Maduro frente al tradicional partido de Chávez) en los beneficiarios de los planes asistencialistas  cobijados en el famoso “carnet de la patria”. La oposición se debate aún en la forma de escoger su aspirante entre primarias y consenso pero ya resulta claro que Henry Ramos Allup, Henri Falcón y Claudio Fermín presentaran sus nombres y posiblemente lo hagan los independientes Ramón Guillermo Aveledo, Jorge Roig y Lorenzo Mendoza, aunque este último todavía deshoja la margarita  pese a que su nombre encabeza holgadamente las encuestas. La oposición deberá afrontar también  el reto de vencer la tendencia abstencionista militante de sus grupos más radicales, además de la abstención crónica estimulada en este caso por un cuadro de incertidumbre y desencanto en sectores significativos de las clases medias.

AQUEL 4-F
El 4 febrero de 1992 (un día como hoy)  se inscribe en la historia de Venezuela como el inicio de un proceso de cambios que ha marcado la vida nacional de las últimas décadas. Lo que se suponía una acción golpista de un grupo de comandantes liderados por un oficial hasta entonces desconocido  que planificaban la toma suicida del poder y que fue frustrada a las pocas horas, habría de tener sin embargo unas consecuencias políticas que jamás se imaginaron sus protagonistas. La aparición de un desaliñado Hugo Chávez en televisión pasó de ser una sorpresa (hasta entonces los golpes eran encabezados por generales reconocidos) al comienzo de una tensa conflictividad que marcaria los meses siguientes. La rebelión frustrada daba la señal de una crisis política que se incubaba en los cuarteles, y que amenazaba la estabilidad de los gobiernos. Ya el 18 de febrero de 1983 con el “viernes negro” se puso en claro la debilidad de una economía que se suponía a prueba de sobresaltos; y el 27 de febrero de 1989 el “sacudón de Caracas” dio cuenta de una inédita conflictividad social.

Los meses siguientes al 4-F activaron el ADN militarista de los venezolanos. El 27 de octubre de ese año hubo una réplica sediciosa de oficiales de la marina y la aviación y el 21 de mayo de 1993, exactamente quince meses después de la aventura de Chávez, el presidente Carlos Andrés Pérez era depuesto por el Congreso Nacional. De esta manera el principal objetivo de los golpistas ahora se daba mediante una decisión constitucional de las propias cúpulas políticas que sustentaban el sistema. Ello significaba la verdadera victoria del chavismo que cinco años después habría de cristalizar con la plena toma del poder. Justamente de ese hecho se cumplen ahora también los 20 años.

@ManuelFsierra

https://manuelfelipesierra.blogspot.com/

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