lunes, 29 de enero de 2018

ANÁLISIS: UNA CRISIS SIN PRECEDENTES (2)

Manuel Felipe Sierra

Según un alto funcionario diplomático en Washington, Estados Unidos no reconocerá al presidente elegido en las elecciones venezolanas; el llamado “Grupo de Lima” compuesto por representantes de 12 países: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú, con la adhesión de Guyana y Santa Lucía, tampoco lo hará. Como una respuesta a las sanciones aplicadas por la Unión Europea a altos funcionarios venezolanos, el gobierno decidió la expulsión del país del embajador de España, Jesús Silva Fernández, por lo que la Cancillería considera como reacción a una reiterada “agresión injerencista y colonialista” del gobierno de Madrid. Como si fuera poco, el ministro de Hacienda colombiano Mauricio Cárdenas, propuso en el Fondo Económico Mundial de Davos que se implementara un Plan de Emergencia para “el día después” ante el inminente “colapso de la situación venezolana”.

EL AISLAMIENTO
Cada vez resulta más clara la presión internacional sobre el régimen de Maduro, ya no sólo en el plano declarativo, luego del fracaso de las gestiones ante la OEA para la aplicación de la Carta Democrática Interamericana y acciones similares ante otros organismos internacionales, si no también a partir de medidas concretas que tengan efecto en el agravamiento de una crisis que presenta aspectos sin precedentes en este tipo de situaciones. ¿Por qué el interés de la Casa Blanca, de las cancillerías europeas y de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos en una salida urgente al “Caso Venezuela”? Hasta ahora estas instancias apostaban a la convocatoria a elecciones para definir claramente la voluntad mayoritaria de los venezolanos, ¿Por qué entonces, de manera automática se cuestiona la próxima elección presidencial anunciada para abril y que se daría en los mismos términos de la reciente escogencia de gobernadores y alcaldes, cuando ya los partidos opositores directamente comprometidos y afectados por el tema preparan su participación en el evento?

Suele desconocerse que la crisis venezolana, por la importancia económica y estratégica del país y por la clara definición ideológica del chavismo-madurismo se inscribe en el juego multipolar de hoy en día que se ha endurecido con la llegada de Trump a la Presidencia de Estados Unidos; las complicaciones sociales y económicas de Europa; un impredecible cuadro bélico en la Península De Corea; la expansión del terrorismo, las migraciones y las tensiones cada vez mayores en el Medio Oriente.

En el marco de la “Guerra Fría” el asunto era más simple: bastaba con el acercamiento político con la Unión Soviética para definir la naturaleza de un régimen y en consecuencia las respuestas de Estados Unidos y sus aliados, tal como ocurrió en el caso de la Revolución Cubana en los años sesenta y en otras experiencias latinoamericanas como el Chile de Allende, la Revolución Sandinista de Nicaragua y en menor medida lo ocurrido con Jamaica y Granada con gobiernos que se aproximaron comercialmente a la Cuba fidelista. En algunos de estos casos se recurrió al expediente de la intervención militar directa o procurar el estrangulamiento de economías frágiles y dependientes. Con una célebre frase, Richard Nixon simplifico el esquema chileno: “Hay que hacer aullar la economía”, y las consecuencias ya se conocen. Hoy el contrapeso básicamente en el ámbito comercial y financiero a las políticas norteamericanas la ejercen Rusia, China e Irán, tres países que de manera directa han expresado su apoyo al Presidente Maduro, y que han incrementado el intercambio comercial, financiero y la inversión en el negocio petrolero.  De esta manera, las restricciones económicas aplicadas por Trump (a diferencia de las sanciones a altos funcionarios por supuestos delitos comunes) tienen un efecto en el manejo concreto del intercambio comercial, tal como lo registran sectores económicos privados, y lo cual agrava las causas estructurales ya conocidas del problema.

Si a ello se añade una conflictividad política que se profundiza y a prueba de diálogos y negociaciones; un escenario de hiperinflación galopante, la caída de la producción nacional; la escasez de divisas que se traduce en desabastecimiento de alimentos, medicamentos y el deterioro de los servicios, sin incluir el incremento de la violencia y la delincuencia en todas sus expresiones, habría que tomar en cuenta la importancia que tienen hoy estas advertencias en el exterior y el papel que otros países puedan jugar en el futuro si no existe una acertada respuesta de los factores nacionales que están obligados a procurar la solución de los conflictos entre los venezolanos.

HACE SESENTA AÑOS
El 23 de Enero se recordaron los 60 años de la caída de Marcos Pérez Jiménez, un hecho que abrió el camino de la democracia y el juego político plural. La conjunción de varios factores obligo al dictador a abandonar el poder y el país rumbo a Santo Domingo bajo el dominio de “Chapita Trujillo”, y se abrió un periodo de varias décadas de gobiernos producto de la voluntad popular y que en esencia coincidieron, mas allá de las diferencias ideológicas y programáticas, en profundizar la inversión social, en salud y educación sobre la base de una diplomacia comprometida con el sistema democrático latinoamericano. De aquella experiencia vale destacar la importancia de la unidad que se expresó en el “Pacto de Punto Fijo”alrededor de temas fundamentales y urgentes, como consecuencia de un proceso unitario que había sido clave también en la lucha contra una dictadura políticamente primitiva pero que entendió en su momento la necesidad de impulsar el desarrollo material de la nación. Por eso se suele hablar también que los años del Perezjimenismo fueron la “Belle Époque” de los años cincuenta en Venezuela.

@Manuelfsierra

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