ANALISIS
EL VIEJO DILEMA DE LA
ABSTENCION
“El 22 de abril habrá elecciones
presidenciales con o sin la oposiciòn” declaró Nicolàs Maduro al anunciar la
reapertura del Consulado en Miami y el
proceso de inscripciòn para votar a los venezolanos (legalmente establecidos)
en el exterior. De esta manera se cumpliría con una de las exigencias
opositoras en la reciente y fallida negociación entre la MUD y el Gobierno
en Repùblica Dominicana. En la misma línea, el CNE prolongò el Registro
Electoral y aseguró garantizar una mayor
participación de los electores.
El llamado ”G-4” en el seno de la alianza opositora
(Primero Justicia, Voluntad Popular, Acciòn Democratica y Un Nuevo Tiempo) que de firmarse el “Acuerdo de Convivencia ” en Santo Domingo habìa
avanzado en el consenso en torno a la candidatura del lìder
adeco Henry Ramos Allup (Henrique Capriles y Leopoldo Lòpez permanecen inhabilitados) este fin de semana
perfilarà una línea común ante el evento de abril y seguramente insistirán en la no presencia a la hora del voto. A ùltima hora
se especulaba, sin embargo, que UNT liderado
por Manuel Rosales podrìa sumarse al grupo que integran el MAS
de Felipe Mujica, Soluciones para Venezuela que apoya la candidatura de Claudio Fermìn, Vanguardia
Popular de Rafael Venegas, Avanzada Progresista de Henri Falcòn y un sector de COPEI representado por Juan Alvarado que insisten en la participación sobre la
base de un candidato escogido por la via consensual. Sin contar con opciones independientes
ya en la calle como el internacionalista Julio Cèsar Pineda y Jesùs Cabezas coordinador del Frente de Entendimieto
Nacional.
Se repetirìa de esta manera el cuadro presente en las elecciones de
alcaldes del pasado 10 de diciembre que, lógicamente, pronosticaban una
abrumadora ventaja para el oficialismo , pero curiosamente sin que se registraran
en ellas niveles de abstenciòn en correspondencia con la fortaleza demostrada
por los partidos ahora ausentes, en los resultados
de consultas anteriores.
La experiencia histórica
demuestra que la decisión de votar o no hacerlo no debería obedecer a simples
caprichos ni a la mera valoración de las circunstancias que en política suelen
variar como el apetito frente a la mesa. Durante una época, ya mucho menos, en
grupos de izquierda dogmàticos cobrò fuerza el abstencionismo ideológico sobre
la premisa que el voto es un instrumento propio de la democracia burguesa y que
si bien su uso representaba cambios de leyes y gobernantes, èstos se daban en
el seno de una sociedad a la cual era necesario sustituir. Ese postulado en
desuso, sin el menor efecto pràctico además, durante unos años fue enarbolado
en el país, entre otros, por uno de los màs
brillantes líderes y pensadores de la etapa democrática como Domingo
Alberto Rangel.
Otro fenómeno es el
abstencionismo que crece y se consolida en sociedades y países como fatiga, como
cansancio, por la falta de renovación en los liderazgos, por la complicidad de
las èlites y la ineficacia de las políticas pùblicas que establecen el divorcio
entre el “país político” y el “país nacional” como solìa proclamar Gaitàn en la Colombia de liberales y
conservadores. En esos casos incluso, la tarea de las dirigencias políticas de
todos los signos polìticos es combatir la tendencia al ausentismo que en
democracias desarrolladas como la norteamericana se ubica en un promedio de
cincuenta por ciento o el imbatible setenta cinco por ciento colombiano.
BALAS y VOTOS
En Venezuela, dominada
tradicionalmente por dictaduras militares el derecho al voto conquistado
tardìamente, apenas con la Constituciòn de 1946, su ejercicio tiene una carga
simbólica y significa un instrumento fundamental para el logro y la
estabilización democrática a lo largo de cuarenta años e incluso asumido como
propio por la actual experiencia del llamado “proceso revolucionario”-
A los dos años de su
vigencia la Constituciòn del 46 habrìa de ser desconocida y sustituida en su
principal articulado por el golpe de Estado que derrocò a Ròmulo Gallegos. Regresan
las espadas, la càrcel y el exilo pero a diferencia del pasado ahora tambièn la
necesidad de cuidar las formas, de
guardar las apariencias. Por eso se convoca a elecciones para una
Asamblea Constituyente en 1952 para preparar el escenario “constitucional” del
nuevo despotismo ya no en alpargatas ni con “carga de machetes” como en siglo
XIX sino con tanques modernos, cemento armado y abundante riqueza petrolera. AD
el partido derrocado que meses antes habìa cosechado el setenta y ocho por
ciento de los votos, fue inhabilitado junto al Partido Comunista con influencia
en los campos petroleros, y sus militantes sometidos a torturas y persecuciones
de todo tipo. URD de Jòvito Villalba y COPEI de Rafael Caldera actuaban en la
semilegalidad, sin libertad de prensa, con el acecho de la implacable Seguridad
Nacional y no eran en verdad referencias electorales consistentes. La
dirigencia adeca declara la abstención pero tiene en marcha y la asume
públicamente la estrategia de la subversiòn con apoyo militar, promueve
alzamientos y ataques a cuarteles y en esa lucha caen los jefes de la
resistencia Leonardo Ruiz Pineda, Alberto Carnevalli y Antonio Pinto Salinas`.
LA BATALLA DE VILLALBA
¿Era posible pensar en una
victoria frente a un régimen que controlaba y abusaba con las armas de todo el
poder, con apoyo de ejércitos de países vecinos, y con el visto bueno de
Estados Unidos en el marco de la “Guerra Frìa”?. Villalba y Caldera asumieron
el reto de una batallla cuya posibilidad de victoria no parecía probable con el
arma silenciosa del voto. Jose Vicente Rangel, un joven estudiante que hacìa de
secretario privado del líder urredista comenta que Villalba sostenía que podrían imponerse de nuevo los fusiles
pero tendrían que hacerlo ahora contra “la fuerza histórica del voto”.
El 30 de noviembre la
dictadura fue derrotada por los sufragios amarillos de Villaba y tuvo que tomar
el camino del golpe de fuerza- Como escribió Mario Biceño Iragorri: “el fraude màs escandaloso que conoce la
historia de los comicios americanos”.
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