Desde hace varios años Venezuela encabeza
el ranking en materia de conflictividad social en América Latina, sin que ello
tenga correspondencia con la conflictividad política en la cual según el
Instituto para la Economía y la Paz el país se ubica en la posición (143)
después de Colombia (146). Se han tratado fundamentalmente de protestas y manifestaciones
a nivel nacional que exigen soluciones de problemas como la falta de agua,
electricidad y las exigencias en materia salarial para empresas públicas y
privadas en las cuales participan ciudadanos de todas las militancias políticas
de gobierno y oposición. El dato llama la atención de especialistas porque este
tipo de conflictividad no se haya vinculado a la conflictividad política, a través
de manifestaciones, las famosas “guarimbas”, y con la represión directa de la
Guardia Nacional Bolivariana y organismos policiales que arrojaron un
apreciable saldo de muertos y heridos en los años 2014 y 2017. Una de las
explicaciones del llamado “a la salida” formulado por Voluntad Popular, Primero
Justicia y Vente Venezuela y encabezado por Leopoldo López radicaba en que
supuestamente activando una especie de “foquismo urbano” podrían darse las condiciones
para una emergencia que facilitara la renuncia de Maduro o un cambio de
gobierno que abriera paso a la transición.
Ahora las circunstancias han cambiado una vez que
la crisis económica y social se ha extendido a toda la población por el disparo
hiperinflasionario el deterioro cada vez más grave de los servicios de agua y
electricidad complicado por el colapso del transporte público y privado y las
dificultades que existen para la operación más elemental y rutinaria como el
cambio de la moneda.
Últimamente el paro de los profesionales de la
salud; de los educadores universitarios y de primaria; las protestas laborales
que sumaron a 708 durante el primer trimestre del año, la generada escasez de
agua en todo el ámbito nacional, al igual que la electricidad y las exigencias
cada vez mayores por el derecho a la alimentación, habrán de incrementarse
necesariamente en los próximos días. Un cuadro que implica respuestas del
gobierno pero que también tienen que ver con lo que será la conducta de los
sectores opositores más radicales. Si bien, es lógico que exista apoyo y
solidaridad con los compatriotas que encabezan estas demandas, también es
cierto que existe el riesgo de que ellas sean innecesariamente contaminadas por
el activismo “guarimbero”, lo cual desvirtuaría la naturaleza de las acciones y
facilitaría al gobierno una operación represiva con las consecuencias ya
conocidas y que pospongan las respuestas necesarias ante la crisis. Para el
gobierno la situación es extremadamente grave, toda vez que hasta ahora no ha
existido la intención de abordar estos asuntos en términos inmediatos y con
medidas que se consideren creíbles y que además arrojen resultados en el corto
tiempo, para una problemática que habrá de agravarse pero ahora sí vinculada
con la conflictividad social. Una combinación de altísima combustión que
normalmente conduce a salidas violentas sin descartar el riesgo de una
implosión, que en este caso asumiría características inéditas tanto que ha
convocado el interés y la atención de los organismos internacionales y también
de países en todo el mundo. Ante ello se impone el diálogo y la búsqueda de
políticas conjuntas no sólo entre las cúpulas partidistas que en este sentido
no tienen mayor injerencia, sino con los actores sociales afectados de modo
directo y que son los únicos que podrían contribuir a evitar la tentación de la
violencia e incluso de la guerra.
EL ALIADO
TURCO
La visita de Nicolás Maduro a la toma de posesión del
presidente Recep Erdogan funcionó como pretexto para nuevos acercamientos con los gobiernos de
Rusia, Irán y China que conforman una alianza, al margen del tema ideológico,
de coincidencias comerciales y económicas que tiene como eje al gobierno de
Vladimir Putin. El nuevo bloque se fortalece al mismo tiempo con la política proteccionista
que aplica Donald Trump en Estados Unidos que procura el apoyo de sectores
sociales y regiones del país afectadas por la globalización y que además constituyen su piso electoral en función de
la venidera elección legislativa y luego la reelección presidencial. Maduro
anunció además acuerdos bilaterales con Turquía en materia energética, minera, transporte,
aérea y agricultura y son conocidas sus relaciones con el mandatario turco que enfrenta
sanciones y propuestas de aislamientos diplomáticos. Curiosamente, en el curso
de este año han sido reelectos Putin, Maduro y Erdogan en procesos comiciales y
con denuncias de graves irregularidades por la oposición. También sus gobiernos
definen un tipo de democracia autoritaria divorciada de la democracia
representativa y también del extinto “socialismo real” de la postguerra.
LA FAKE
NEW
Cobra fuerza el debate y la
preocupación por el avance, al mismo ritmo con la expansión del periodismo
digital de la “Fake News”, de la noticia falsa que se ha convertido prácticamente
en una forma paralela de comunicación contraria a los valores propios del
oficio y la función social del periodismo. Siempre existió el riesgo de la
manipulación de la noticia que tuvo expresión a comienzos del siglo XX con el
“periodismo amarillista” pero que no se podría ejerce impunemente con los
límites impuestos por la prensa impresa, luego radial y televisiva. La explosión
de las redes sociales –que ha significado un espectacular y saludable salto
favorable para editores, periodistas y público lector-, ha facilitado también el
negocio de la mentira mediante la tergiversación impune de la verdad de los
hechos noticiosos. Una situación que se extiende y provoca las advertencias del
Papa Francisco, el parlamento europeo que considera mecanismos en contra sin
que ello pueda considerarse censura y especialmente de los propios periodistas
que se enfrentan a una competencia irresponsable y dañina para la colectividad.
El escritor español Javier Cercas escribe: “ahora el periodista tiene una doble
función, además de buscar la verdad está obligado también a desenmascarar la mentira”.
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