martes, 24 de julio de 2018

IV CONGRESO DEL PSUV: UNIDAD O DISIDENCIA

Análisis
IV CONGRESO DEL PSUV: UNIDAD O DISIDENCIA


EL IV Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se realizará entre los días 28, 29 y 30 de julio en un marco de expectativa ya no solo confinadas a los militantes de la organización, sino también por lo que pudiera incidir como respuesta a la crisis nacional. El PSUV se fundó el 14 de marzo de 2008, hace justamente 10 años, luego de que en el 2006 Hugo Chávez fuera reelecto por segunda vez y meses después de la derrota de su reforma presidencial que abriría paso al cambio de la revolución bolivariana al socialismo del siglo XXI.
Ambos hechos, convencieron al mandatario y líder de la alianza chavista que debería apostar a la tesis del “partido único de la revolución” para ejercer un control más directo del gobierno y profundizar su propuesta ideológica ya que en el evento de la reforma se había demostrado que esta no era fácilmente digerida por la población.  En aquel momento se planteó la transformación del MVR, (la fuerza mayoritaria del oficialismo) junto con los partidos aliados en una organización única. Sin embargo el Partido Comunista, Patria Para Todos (PPT), MEP y Podemos, así como agrupaciones menores decidieron resguardar sus propios perfiles.
Las circunstancias favorecían este plan toda vez que en la oposición desparecía la Coordinadora Democrática; y la fuerza opositora aún carecía de una dirección orgánica y resultada afectada también por el llamado abstencionista  a las elecciones parlamentarias del 2005 que la dejaron sin participación en una Asamblea Nacional que habría que pasar entonces por la vía legislativa la mayoría de los contenidos rechazados en el proyecto de reforma. Se unía al hecho que justamente en esos años los precios petroleros alcanzaron sus más elevados precios, una tendencia que por cierto personeros oficialistas del área aseguraban que se mantendría por largo tiempo.


LA MUERTE DE CHÁVEZ

En mayo de 2011, Hugo Chávez debió suspender una gira por Brasil, Ecuador y Cuba por una severa dolencia que fue diagnosticada en La Habana como un cáncer en estado crítico, justamente un año antes de las elecciones presidenciales del 2012. Siendo más que el Presidente, el conductor de un curioso proceso histórico y poseedor de una personalidad carismática, las repercusiones se hicieron sentir en la política nacional e internacional, pero por supuesto en particular en las filas del PSUV  donde comenzó a considerarse la segura necesidad de un relevo; mientras que la oposición con razón apostaba a que la desaparición del líder abría espacio para un cambio político o en todo caso, a una moderación y reajuste de sus principales políticas.


EL MADURISMO

En situación precaria de salud Chávez fue reelecto en octubre de 2012 frente a  Henrique Capriles Radonski, candidato de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), sin embargo, en una última visita relámpago al país en diciembre de ese año, públicamente propuso a su canciller Nicolás Maduro como sucesor. Chávez murió en marzo de 2013, días antes de la toma de posesión y se convocó nueva consulta presidencial en la cual el sucesor resultó electo por estrecho margen frente al mismo aspirante opositor de octubre.
Comenzaba de esta manera una nueva etapa del proceso bolivariano, pero ahora sin la conducción de quien más que líder era el símbolo emocional incluso de una supuesta nueva versión del socialismo latinoamericano. En ese momento y de manera inexplicable ni el gobierno ni la oposición tomaron en cuenta que era el tiempo para aproximar coincidencias y procurar un consenso nacional que fuera capaz de atenuar una clara e inevitable crisis. La situación siguió igual para el gobierno y solo se trasladaba el poder real de un militar  a un civil vinculado  a las luchas de la izquierda radical de los años 80; y en la oposición se consideró que desparecido Chávez, ni Maduro o ningún otro sucesor estaría en condiciones de ejercer ni medianamente su liderazgo y en consecuencia, era posible regresar a la refriega del 2002, 2003 y 2004 ahora con la consigna: “Maduro, vete ya”.
Sobre esa base se profundizó la confrontación política y se generó en el PSUV un proceso de silenciosa recomposición interna; Jorge Giordani, el gurú de la economía hasta entonces; Héctor Navarro, Rafael Ramírez, Luisa Ortega Díaz marcaron distancia de las líneas políticas del ahora “chavismo- madurismo”;  el general Miguel Rodríguez Torres aunque algunos meses fue mano derecha de Maduro en materia de inteligencia y otros oficiales del chavismo originario también se plantearon nuevos caminos; y sectores de la oposición con el argumento de que “Maduro no es Chávez” y además tomando en cuenta la caída de los precios del petróleo y los efectos que ellos tenían en una economía basada en el  ingreso fiscal petrolero, pronosticaron una inmediata salida.


EL COLAPSO NACIONAL

Los signos del agotamiento del rentismo petrolero que ya se registraban en los años ochenta ahora se agravaban con un demencial incremento del gasto social improductivo a través de misiones sociales y dádivas como los famosos “raspa cupos” y con la pretensión absurda de reproducir un modelo económico inviable y fracasado estruendosamente en los países que todavía para la retórica del chavismo suelen considerarse como ejemplos de una “revolución exitosa”.

En ese marco se reunirá el IV Congreso del PSUV con corrientes internas que luchan por el control del aparato como la que liderizan Diosdado Cabello y Pedro Carreño en la llamada “línea dura”, la encabezada por el economista Jesús Farías que públicamente propone una urgente revisión de las políticas económicas con la eliminación del control de cambio y la liberación del juego de los factores económicos internos; y Elías Jaua, quien reivindica el rescate de los valores originales del chavismo en los años noventa. Habría que tomar en cuenta también que en la elección presidencial del 20-M, pese a realizarse sin presencia opositora y con un creciente control de todos los poderes el candidato Nicolás Maduro (es decir, el heredero de Chávez) vio disminuida sensiblemente su votación en un evento que era fundamental para mantener la gobernabilidad y preservar el legado del “Comandante Supremo”.

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