ANÁLISIS
¿SE ACERCA LA INTERVENCIÓN?
MANUEL FELIPE SIERRA
Cada cierto tiempo cobra espacio
en la prensa, y en las copiosas especulaciones de las redes sociales la
posibilidad de una invasión a Venezuela como medida para solventar la crisis. Así
ocurrió el 2016 y 2017 cuando se aseguraba que la OEA aplicaría los términos de
la Carta Democrática Interamericana de Lima como un paso previo para una
incursión concertada de la Organización alegando la desnaturalización del Estado de Derecho y
las reglas del juego democrático. En aquel momento la iniciativa no tuvo éxito
y consistía en una propuesta porque aunque ya existía, el éxodo masivo de
venezolanos no aparecía como noticia relevante. Luego la convocatoria a una Constituyente
considerada “ilegitima” por la oposición; la realización de un plebiscito
popular por la MUD en desconocimiento al régimen; las elecciones regionales y
de concejales y la confrontación de poderes entre la AN y la ANC con el tema de
la designación de magistrados del TSJ con la destitución de la Fiscal General
de la República Luisa Ortega Díaz; así como las acciones opositoras de calle
durante varios meses con un alto saldo de muertos, heridos y destrucción
material en varias ciudades, se consideraron elementos suficientes para retomar
entre las sanciones contra el gobierno (ya se habían aplicado restricciones en materia económica y energética por parte
de Trump) la posibilidad de una intervención con consenso continental.
ALMAGRO Y URIBE
A comienzos del 2018 la convocatoria
a la elección presidencial obviamente con el interés del oficialismo de
aprovechar recientes resultados electorales; el fracaso de los intentos de
diálogo entre la oposición y el gobierno en República Dominicana; la reelección del mandatario en un consulta
desconocida también por la oposición pero ahora con apoyo de varios gobiernos
encabezado por Estados Unidos; y además la activación del “Grupo de Lima” cuyas resoluciones
debilitaron su aplicación por la destitución del gobernante peruano Pedro Pablo
Kuczynski, voceros de la oposición en el exterior estimulados por la constante
predica del secretario general del OEA Luis Almagro reactivaron rápidamente la
propuesta. En los últimos días las dimensiones adquiridas por la diáspora hacia
países vecinos incapaces de digerir un aluvión humano de esta naturaleza y el
disparo hiperinflacionario con el consiguiente agravamiento de los problemas
económicos y sociales, la posibilidad ingenuamente salvadora de la presencia de
fuerzas extranjeras (en un reconocimiento de la diligencia opositora del fracaso
de sus tácticas, pese a contar con el apoyo de la mayoría de los venezolanos)
es asumida nuevamente pero ahora con mayor fuerza toda vez que el tema de las
migraciones es altamente sensible para
los países del mundo que padecen las consecuencias de fenómenos semejantes y por supuesto por los factores de la oposición que
realizan una intensa resistencia en el exterior, y que resucitan la necesidad
de la “mano amiga de Washington”.
El expresidente colombiano Álvaro Uribe, ha
propuesto la conveniencia de una invasión “pacífica y diplomática” frente al
riesgo que representa el chavismo-madurismo ya no sólo para Colombia sino para el resto de Suramérica la cual ha contado con el
apoyo no disimulado de Almagro quien no se sabe por qué razones, asume en este
caso el papel que con dignidad y valor asumieron en su momento hombres como
Leonardo Ruiz Pineda y Alberto Carnevalli encabezando con el precio de su
sangre la “lucha democrática contra la dictadura”. Un planteamiento lógicamente
grato para algunos dirigentes opositores que se niegan a reconocer su torpeza en
desperdiciar la confianza depositada en ellos y que apuestan a salidas “inmediatistas”
sin reparar en que según la experiencia histórica ellas suelen tener
consecuencias catastróficas no sólo para los gobiernos sino para las
poblaciones. En este caso, además estimuladas por el desencanto de amplios
sectores ganados por la incertidumbre y
el pesimismo y que añaden junto a su rechazo al régimen su desconfianza en
quienes hasta ahora aparecen como portadores de una alternativa de cambio.
LA TENSIÓN FRONTERIZA
En la línea contraria el presidente de
Colombia Ivan Duque sostiene que no es pertinente hablar de intervención y que
se impone el camino del diálogo y las negociaciones en dos direcciones; frente
al problema complejo de las migraciones y ante el cuadro de la situación
venezolana que no es nada nuevo para la diplomacia del vecino que tuvo momentos críticos durante los gobiernos
de Uribe. En la misma línea se pronunció el jefe de gobierno español Pedro
Sánchez en su reciente visita suramericana y
la cual ya aparece asumida por la mayoría de los países miembros de la
Unión Europea. Si bien no se descartan tensiones fronterizas con Colombia y
Brasil, tal y como lo advirtió el Ministro de la Defensa estadounidense James
Mattis durante su presencia en la zona y las cuales podrían desembocar en una
confrontación armada de carácter regional, la versión de la intervención
militar tal como se conoció en el pasado no parece viable en el actual contexto
aunque Donald Trump como suele decir un diplomático extranjero en Caracas “es un artefacto político no identificado”
pero vale también en este caso la advertencia del líder español Felipe
González: “Venezuela no es una isla del Caribe”.
BRASIL: CAMINO INCIERTO
A un mes para las elecciones del 10 de
octubre Brasil enfrenta una grave tensión política. La sola posibilidad de que
Lula no pueda participar teniendo aún en la cárcel un sostenido apoyo popular y
la posibilidad de que en cambio, en una primera vuelta pueda ganar el aspirante
de la ultraderecha Jair Bolsonaro víctima de un atentado esta semana más allá
del resultado numérico de la consulta abre un proceso impredecible. Es evidente
que Lula después de haber gobernado en dos periodos y transferir sus fortalezas
en dos ocasiones a Dilma Rousseff
despierta el rechazo de tradicionales factores de poder y especialmente de la
cúpula militar que en Brasil cuando actúa suele fijar el rumbo de las naciones
sureñas. El triunfo de Bolsonaro complicaría la situación por cuanto se trata
de un personaje que según su trayectoria parece más cercano al electroshock que
a la ideología, en la línea de los fenómenos electorales propios de la “onda
Trump” y cuyas gestiones, en este caso con muchas más razones no aseguran
estabilidad ni equilibrio para gobernar.
@manuelfsierra
manuelfsierra@yahoo.com
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