REVERÓN: "El REINVENTOR DE LA LUZ "
Pocas veces abandonaba El Castillete.
Cuando lo hacía llegaba a la plaza Miranda en el centro de Caracas. Allí era
esperado por Mateo Manaure, joven pintor ya laureado. Reverón bajaba del
autobús atribulado por los marcos y las telas, y ambos iniciaban el recorrido
por una ciudad sacudida por el ruido de los martillos y el estorbo de las
grúas. Debía refrescar entonces el color y el aroma de calles que conoció
cuando niño y que habrían de nutrir sus pupilas para siempre. En los pasillos
de la Clínica Luis Razetti, en la zona de Bellas Artes, exponía sus cuadros
como en una galería en busca de compradores. Confinado a la soledad de Macuto,
ya era el más grande pintor venezolano y él no lo sabía.
Simón Alberto
Consalvi emprendió la tarea de reconstruir la vida de uno de los venezolanos
más universales y sobre las cuales ha recaído la atención de biógrafos,
novelistas y pintores. El autor logró un texto que cubre de manera global, y
desde ángulos curiosamente poco conocidos, la aventura humana del artista.
Nacido en Caracas el 10 de mayo de 1889 en la parroquia de Santa Rosalía, es el
hijo único de Julio Reverón Garmendia y Dolores Travieso Montilla. Eran días de
tormentas políticas y revoluciones. Joaquín Crespo regresaba a la presidencia,
y al tiempo habría de ser cruzado por una bala en la refriega de la Mata
Carmelera; y Cipriano Castro preparaba su revolución restauradora. A los 8
años, sus padres lo envían a Valencia, a cargo de un matrimonio de amigos
canarios, Francisco Rodríguez Castro y Carmen Zocca de Rodríguez. Los
desencuentros de pareja provocaban la separación del niño y con ello, los
quebrantos afectivos y mentales que habrían de acompañarle. A los 12 años
contrae la fiebre tifoidea y la enfermedad da paso a conjeturas sobre su
conducta al borde de la adolescencia.
El crítico de arte y
su amigo de muchos años, Alfredo Boulton, escribió sobre el episodio: “Al
recuperarse, mentalmente Armando parecía de 3 años, tan infantiles eran sus juegos,
su actitud, jugaba con muñecas, vistiéndolas, acariciándolas y pintándolas.
Entonces se volvió más triste, melancólico, irascible e insociable”. Boulton
continúa: “Su distracción favorita era el dibujo, y pasará largos ratos con
Josefina Rodríguez, su hermana de leche”. Sin mucho esfuerzo se puede encontrar
en esta etapa de su existencia la impronta que marcará en lo adelante su vida y
también su obra.
Historiado y
recreado a lo largo de los años, Reverón se convierte en uno de los personajes
emblemáticos del siglo XX venezolano. Muy joven recibe la influencia de dos
curiosos pintores extranjeros que escandalizaban la monotonía caraqueña de los
años 20. El rumano Samys Mützner y el ruso Nicolás Ferdinandov, habrían de
acompañarle en su formación y en la definición de su pintura, innovadora y
pionera. Entre idas y vueltas entre Caracas y Valencia, Reverón presenta
exámenes finalmente en la Academia de Artes Plásticas en 1911, obteniendo
excelente notas en dibujo y con un cuadro: “La playa del mercado”, elogiado por
el jurado integrado por el director de la escuela, Herrera Toro, Federico
Brandt y Cruz Álvarez García. La municipalidad de Caracas le otorga una modesta
pensión de estudios y viaja a Europa. A los meses regresa pero en 1912 se
reencuentra de nuevo con Madrid, donde habrá de compenetrarse con la obra de
notables pintores.
En sus notas
autobiográficas, redactadas en tercera persona, Reverón da cuenta de su
enseñanza fundamental en la pasantía hispana: “A diferencia de la cuidadosa
factura impresionista, la suya está hecha por violentas pinceladas parecidas a
la que más tarde emplearon los “pintores en acción” y al igual que éstos,
Reverón no preconcibe el cuadro sino que ataca directamente en la tela
cualquier tema que atraiga su interés”.
CAMINO DEL PANTEÓN
CAMINO DEL PANTEÓN
Refugiado en Macuto,
a solas con sus muñecas y su inseparable compañera Juanita, Reverón dibuja uno
de los tramos más significativos de la pintura venezolana y con ella se da a
conocer en el mundo. Edgar Anzola, Alfredo Boulton, Margot Benacerraf y Roberto
Lucca dejaron testimonios fílmicos sobre el personaje. Mariano Picón Salas,
Fernando Paz Castillo, Enrique Planchart, Miguel Arroyo, Juan Calzadilla,
Alejandro Rossi, Juan Carlos Palenzuela, Adriano González León, Miguel Otero
Silva, y Alejo Carpentier entre otros muchos, ahondaron en la obra reveroniana
en la línea del ensayo.
En 2007 Reverón
mereció tardíamente su reconocimiento universal con una exposición en el Museo
de Arte Moderno de Nueva York que le valió el juicio de la crítica más exigente
y la consagración de su nombre como el “reinventor de la luz”. Luego, la
película del cineasta Diego Rísquez sobre el pintor, conoció una elogiosa
crítica en escenarios del exterior; mientras que el novelista Federico Vegas,
dio a conocer una nueva obra sobre el huraño, y todavía para muchos, misterioso
“loco de Macuto”. Todo ello establecía nuevos escollos para el proyecto que
acometió Consalvi y que al final resultó una magnífica biografía de un
personaje ya biografiado pero también un esclarecedor registro sobre los venezolanos
y extranjeros que se interesaron y se interesan por su legado.
Este 10 de mayo del 2017 se recuerda el nacimiento de Reveròn. El psiquiatra Báez Finol, quien atendía sus
recurrentes crisis nerviosas, ofrece el testimonio de su último proyecto: “Dos
días antes había visitado el Nuevo Circo (el Circo de Toros, como él decía)
porque deseaba pintar un cuadro para lo cual necesitaba el caballete grande,
sus muñecas, los cuernos de un toro guardados allá en uno de los caneyes del
rancho y la confección de un traje especial porque en la composición figuraba
una manola a la usanza de Sevilla”. Dice el psiquiatra: “Este fue el último
cuadro que vislumbraron sus pupilas y que no pudo realizar”. Ahora se anuncia
nuevamente la reconstrucción del Castillete de Macuto destruido por el deslave
de 1999, pero la luz está allí, intacta, como la conoció, la amó y la hizo suya
quien habría de convertirse en su genial reinventor. Desde el 10 de mayo del 2012 los restos de
Armando Reverón descansan en el Panteón Nacional.
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